Encontró al monstruo intentando subir a un bote, lo tomó de una pierna arrastrándolo hacia atrás, el cuerpo negro cayó de frente haciendo un estrépito sobre la proa, golpeando su cabeza con el casco, hubo un gemido extraño que Matt no supo identificar, subió al bote donde el esquelético ser intentaba ponerse de pie nuevamente, lo giró hacia él boca arriba y fue mordido en el antebrazo, la fiera luchaba, de sus dientes afilados y negros escurría brea y su respiración era feroz, Matt le pateó en el rostro, el espectro se desplomó pero no estaba muerto podía verlo respirar, se levantó otra vez y Matt tomó lo que estaba más cerca de él sobre la cubierta, era un arpón que no dudó en dispar sobre el pecho de la horrible criatura.

Matthew tenía calor, su gorro estaba empapado y la nieve había mojado su ropa, su respiración poco a poco se hizo más lenta conforme el ardor de la adrenalina bajó, dejándole ver con la luz del camarote que el cadáver a sus pies, no era el de el horrible monstruo sino el de una chica joven cubierto de sangre y un arpón traspasando su pecho.

Matthew cayó de rodillas, con un grito atorado en su garganta, el cual se aferró a ella y no le permitió siquiera tragar la poca saliva en su boca, se limpió el sudor de su labio superior y el agua condensada de su respiración caliente debajo de su nariz con la manga de su sweater, había demasiada sangre, salpicada por todo el piso blanco de la popa, él miró alrededor, estaba cansado, pero su mente se aclaraba pasado el episodio de ira.

—Lo siento, lo siento, pero ahora eres una santa, una mártir— le dijo en voz baja, como si le confesar un secreto—Le llevarás mi mensaje a mi ángel, él vendrá y recogerá tu alma.

El enfermero tomó un balde de agua y lo derramó sobre la chica lavando la sangre de su rostro y sus cabellos, le quitó el arpón el pecho y lo arrojó al agua, después sacó su navaja y cortó la ropa, la dejó desnuda, así la llevó hasta el final del muelle, la nieve seguía cayendo y la soledad le permitió trabajar, dejando un nuevo mensaje para Will.

"Redímelo de sus pecados" "Regrésalo al buen camino Matt" Susurraron las voces.

—Eso es, debe ser puro de nuevo, él será perdonado. Mi ángel fue corrompido— dijo clavando en los labios de la joven el anzuelo que llevaba con él, aquel amuleto tomado de la casa de su ángel. Se puso de pie con lentitud observando su tributo con apenas una tenue visibilidad— mi ángel fue engañado por el demonio. Mi amor lo salvará, el martirio lo hará santo.

El frío era más intenso ahora que la nieve cubría gran parte de los caminos, sus manos congeladas ardían, pero su mente estaba en calma, tenía que observar a Will de nuevo, esa misma noche si era posible, pero antes debía cambiarse, llegar a casa y descansar un poco. No importó que fuera difícil manejar su motocicleta por el asfalto congelado, en poco tiempo llegó a su apartamento, de inmediato se percató de un aroma a comida, había sobre la mesa dos platos y en la estufa una olla de estofado frío. Caminó hacia la habitación para encontrarse con el joven de la noche anterior metido entre sus cobertores con la luz de la lámpara de buró encendida. Extrañado lo tomó por el brazo y tiró de él sentado sobre la cama.

—¿Qué haces aquí?— pregunto. Los enormes ojos azules lo miraron primero con sorpresa, luego espanto, y sin embargo se mantuvieron firmes, conservando la compostura, tenía el labio roto y la mejilla inflamada.

—No tenía a donde más ir, encontré una llave extra en la cocina, es... estás herido— dijo Roberto palpando un rasguño bajo el ojo que Matt tenía, el enfermero alejó el rostro, mas el joven no desistió y lo tocó. Roberto soltó un pequeño jadeo al ver su atuendo manchado de sangre, Matt estaba empapado, casi congelado y tenía rasguños en el cuello y las manos—Ven— se levantó de la cama, estaba desnudo, pero parecía no importarle en absoluto, tomó la mano de Matthew y lo llevó hasta el baño, abrió la regadera y lo empujó suavemente bajo el chorro de agua caliente.

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