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Cuerpo de entrenamiento
Año 850

Como era de costumbre para Armin siempre leía el libro perteneciente a su difunto abuelo cada noche, para el siempre fue interesante saber que misterios escondía el exterior, quería saber las bellezas de todas esas tierras completamente pobladas de seres devora humanos.

En el suelo de la habitación yacían Reiner, Berthold y Eren; platicando trivialidades, contando sus experiencias a la hora del entrenamiento y hablando de la tan mencionada graduación de soldados. Armin estaba seguro de que no alcanzaría ningún lugar entre los diez mejores, el era débil, siempre necesito de Mikasa o Eren para defenderlo, o quizás una ayuda extra de parte de Reiner a la hora del entrenamiento. Mas sin embargo el tenia bien claro al lugar donde iría después de la graduación, a la legión de reconocimiento.

Armin no solo quería ir ahí para sentirse un héroe, quería conocer el exterior, "probar" a que sabe la libertad, aunque también traerá sus consecuencias el "probar" la libertad, corre el riesgo de ir al mismo lugar en donde paro su querido abuelo, el le temía a la muerte, la cual estará presente en cada galope que darán los caballos ya afuera de las murallas.

Armin fruncio el ceño con confusión y cerro el libro dándole una mirada llena de melancolía a la habitación; sus enormes orbes azules ,como el desconocido mar, comenzaron a tomar un color turbio.

—Creo que ya es hora de dormir, Eren, Berth...—anuncio Reiner poniéndose de pie.— No quiero lucir unas horribles ojeras para la graduación— bromeo con vanidad tendiéndose en la parte inferior de la litera que compartía con Berthold.

—Lo mismo digo— dijo Berthold riendo y copiando la posición de su amigo- Hasta mañana, Eren.

—Si... Hasta mañana...—se despidió Eren apagando la vela que alumbraba la habitación.

Eren camino con cuidado de no caerse hacia la litera que compartía con Armin, no sin antes revolver su dorada cabellera en forma de despedida.

Armin sonrió inconscientemente y un rubor se hizo presente en sus mejillas, el cual no fue notable por la oscuridad que inundaba la habitación.

—Buenas noches, Eren...— murmuro.

𝐒𝐎𝐋𝐈𝐀 𝐏𝐄𝐍𝐒𝐀𝐑 ¦ ereminWhere stories live. Discover now