Palabras de una negra flor.

Querido ángel endemoniado:

Te odio.

Tapas mis horizontes, los cubres con una manta, como tapas la jaula del pájaro a la noche para que calle. Tiras mis sueños, disfrutas haciéndolos trozos y luego los echas al fuego para aumentar la llama que hace arder esta estancia.

Estúpido ángel endemoniado. Me cuidas y me proteges, mi ángel de la guarda, para destrozarme personalmente, demonio de afiladas garras, esas con las que desgarras mi alma pero sin matarla, para luego poder cuidarla y sanarla, para poder jugar otra partida y alargarla.

Me decepcionas, me niegas toda esperanza mientras tu sonrisa se ensancha y se acerca a tu mirada. Te hace gracia. Te dan el premio de mis lágrimas y das un discurso de agradecimiento, resaltando que no hubiera sido posible sin mis ganas de morirme cada vez que así me hablas y lo débil que soy, sin esos escudos míos que no aguantan, y no necesitas ni una bomba para verlos caer. Y sé que te encanta. Esa mirada que te lanzo cada vez que quitas un ladrillo mas de mi guarida, como si fuese demasiado fácil. Esos gritos e insultos que te suelto para que no quites otra columna, otra viga, porque sé que esto no ya no aguanta y se desmorona en menos de lo que tardo en decirte que "te odio". Y lo amas. Ese suspiro de angustia y calma que suelto cuando veo que no destrozaste lo mas importante. Y esa otra lágrima cuando recuerdo que solo podrías destrozarlo si te fueras. Pero rezo para que el techo se te caiga encima y poder mirar afuera.

Te odio, te odio, te odio. Lo repito en mi cabeza mientras trato de creerlo para que al decirlo parezca sincera, mientras tú me abrazas y yo me resisto sin ganas. Porque te odio, pero es mentira. Me odio, porque aún lloro cuando son solo las 6 de la mañana y tu ya te fuiste de casa. Estúpido puercoespín insensato, deja de apuñalarme con tus púas. Ingrato perro infiel, deja de morderme y luego lamer las heridas. Tonta de mí, solo soy una cría ingenua, que piensa que aunque ya me caí varias veces, es buena idea coger la misma línea y subir al mismo tren, solo para ver si esta vez el maquinista no me arroja a las vías.

Me pongo un objetivo, lo que mas deseo. Pero le cuento a mi enemigo mi estrategia para vencerle y señalo mi punto débil, y esta vez el mal siempre gana. Me obligas a tener aspiraciones, porque sus restos son el combustible perfecto para encender la chimenea en este frío invierno. Me haces esforzarme, por que verme intentarlo sin mejora es tu plato preferido y te encanta comerlo todos los domingos. Y cuando ya he subido lo suficiente, practicas tu pasatiempos favorito: me quitas el arnés de seguridad y me disparas con tus palabras para que caiga. Y es justo ahí cuando la llama de tu chimenea estalla. mientras tienes una explosión de sabores en tu boca. Te levantas de la mesa y te vas, dejando tu plato a medio comer y sabiendo que me has vuelto a ganar a tu juego favorito, mientras dejas que me consuma en el centro del incendio de mi corazón, pero nunca sin llamar al rato a los bomberos para que yo y mi alma nos recuperemos y así volver a ganarme el próximo domingo a este estúpido juego .

Pero yo no quiero seguir jugando, no aguantaré otra partida, Asique este lunes me voy sin hacer las maletas, dejando que mi techo caiga, aun sin estar recuperada de la partida ayer jugada. Y te dejo esta carta de despedida pegada en la ventana por la que te gusta asomarte cuando te aburres de mi y planeas tu nueva jugada, junto a la receta de tu plato preferido para el que ya no tienes ingredientes porque me he ido y solo te queda tu crueldad en la despensa.

Te odia:

                    Tu perdedora

P.D: Querido ángel endemoniado, espero que no encuentres a alguien mas como yo, espero que sean mejores para que desde el principio te sepan decir adiós.

Esa es la carta que guardo en mi cajón, esperando el momento exacto en el que tenga valor, y te la dejare en esa ventana y me marcharé, te diré adiós pero mientras tanto, como no puedo me quedaré a jugar otra partida mas, siempre una mas.