54: Desaparecida.

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POVAllen.

-Dime que te dijo.- Suplicó con la mirada haciendo un adorable puchero. No necesitaba decirme que quería saberlo, yo lo sabía desde que su padre me llevó afuera a charlar conmigo.

Se me dificultaba prestarle atención a él y escuchar los pensamientos de Layla al mismo tiempo. No quería perderme de nada.

-¿Por que quieres saberlo?- Me reí y seguí conduciendo.

-¡Porque si!- Gritó como una niña pequeña a la que le habían negado comprarle su juguete.

-Es cosa de hombres, Layla.- Quite una mano del volante para entrelazar mis dedos con los suyos. Escuche como se le cortaba la respiración por mi toque y tuve que recordarme que íbamos en camino a clases y se nos hacía tarde. No podía detenerme al lado de la carretera a besarla, tenía que esperar hasta que regresáramos del instituto.

-¡Oh, vamos! Yo no te oculto absolutamente nada. Lo menos que espero de ti es que me des exactamente la misma información que yo te doy.- Me apretó la mano, ambas descansaban en su muslo.

Últimamente no tocarla se había vuelto jodidamente difícil. Así que aprovechaba cada oportunidad que tenía y sabía que eso le gustaba.

-No me ocultas nada porque no puedes.- La mire de reojo y me detuve cuando el semáforo se puso en rojo. No teníamos muchos semáforos aquí.

-¿Hay alguna diferencia? ¡Tú lo sabes todo acerca de mi! Y yo no sé casi nada.- Se quejo desviando la mirada hacia la ventana, obviamente molesta.

Pase mi pulgar por sus nudillos viendo como tensaba los músculos del estómago por ese gesto.

-Me dijo que confiaba en mi, que cuidara de ti mientras el no está y que si te dejó embarazada...supongo que ya sabes el resto.- Giró lentamente la cabeza otra vez hacia mi con una pequeña sonrisa.

-¿Dijo que confiaba en ti? ¿Eso fue por el o por Sam?

-Por el. Sam jura que no ha vuelto a hacerle nada.- Estacione el auto cerca de la entrada y lo apague. Antes de que saliera, la retuve y la pegue lo más que podía a mi. -Terminando las clases te diré todo lo que quieras saber acerca de mi.- Susurre para después pegar mis labios contra los suyos.

Se sentían tan cálidos contra los míos y era jodidamente fantástico escuchar los latidos rápidos de su corazón y sentirlo a través de su pecho. Saber que todas esas reacciones de su cuerpo yo las provocaba...era la maldita gloria.

Le quite el cinturón de seguridad y mantuve una mano en su mejilla para guiar su boca en la manera que a mí me gustaba. Escuchaba nuestros labios chocar y las pequeñas pero rápidas respiraciones que tomaba cada que podía.

Use todo mi autocontrol para separarme de ella. Todavía tenía los ojos cerrados y los labios entre abiertos, estaban húmedos e hinchados.

Pase mi pulgar por ellos y Layla tembló por lo frío que se sentía mi dedo contra su caliente piel.

Mire todas sus facciones queriendo grabarlas a fuego en mi memoria. Recordaría por siempre esa larga y respingona nariz, sus rellenos labios, sus hermosos ojos, sus mejillas sonrosadas. La calidez de su piel, su menudo cuerpo y el majestuoso sonido de su risa.

No había algo en ella que yo no conociera. Sabía cada parte de su cuerpo y también de su alma, su mente.

Lo sabía todo.

Y quería que ella también me conociera de la misma manera.

Finalmente abrió los ojos, estaban un poco brillosos y destilaban alegría. Animosidad.

Alas y sangre (Editando)Where stories live. Discover now