29: La verdad. 1/2

41 7 0
                                    

-¿Como sabías dónde estaba?- Le pregunte apenas salió, tenía puesta una camisa de algodón como la mía y unos pantalones para dormir.

Hubiese preferido que saliera en toalla, o sin ella.

-¿Tan rápido empezamos?- Dijo en tono burlón pero detrás de eso pude detectar que estaba enojado.

-Mientras más rápido empecemos, más rápido me iré a casa.- Dije cruzándome de brazos. Si el se iba a enojar, yo también podía hacerlo. Tenía más derecho que el.

-No vas a ir a ninguna parte. Ese maldito puede estar ahí afuera todavía.- ¿Quien se creía este hombre? No tenía porque estarme dando órdenes, no tenía porque estarme haciendo enojar.

-Entonces responde.-

-No eres la única que tiene preguntas.- Y ahí está de nuevo esa insinuación de que ocultaba algo. ¿Que rayos le pasaba por la cabeza? La única confundida aquí era yo.

-Puedes hacerlas después de que respondas las mías.- Lo mire con dureza esperando que hablara, pero el me miro con más intensidad que esa. Era una lucha de miradas y yo iba a ganar la batalla.

-No tengo que responderte nada.- Dijo cruzándose de brazos también. Bueno, creo que perdí.

Me levante de la cama furiosa y camine hasta la puerta. Si el no iba a decirme lo que necesitaba saber, quizá alguien más tendría que hacerlo. Me importaba un cacahuate si tenía que ir hasta mi atacante para que me dijera que rayos quería de mi.

Sentí un viento en la parte de atrás de mi cuello que levanto mi cabello húmedo causándome escalofríos y al siguiente segundo tenía a Allen pegado a mi espalda.

-Podemos llegar a un acuerdo.- Susurró cerca de mi oído y quería girarme para besarlo hasta que se me cayeran los labios, pero si hacia algo como eso no tendría las respuestas que quería.

Tenía que pensar con la cabeza.

-Solo dime la verdad. Tienes que prometer que vas a ser sincero.- Le reproche por tantas mentiras que de seguro me habrá dicho. ¿Como fui tan estúpida?

-Tú también tienes que serlo. Sabré si mientes.- Dijo separándose de mí y quise gimotear por el vacío que sentí. Cuando supe que no me iba a convertir en gelatina, me di la vuelta viendo que ya estaba en la otra punta de la habitación, lo más lejos de mi. -Tienes que mantener la mente abierta, no enloquezcas con lo que te diga.-

Mire sus ojos preguntándome qué cosas extrañas escondería detrás.

¿Que no enloquezca? El no sabía que ya lo estaba.

Respire profundamente y capte su mirada en mi cuello. ¿Por que siempre miraban ahí?

Me encogí ante su mirada y me recordé a mí misma lo débil que era. ¿En serio quería saber? No quería que me pasara lo del gato curioso.

-¿Como sabías dónde estaba?- Pregunte rápidamente antes de pensármelo mucho y echarme hacia atrás en esto de las respuestas.

-Tú me lo dijiste.- Respondió inmediatamente como si ya supiera que le iba a repetir eso.

-Eso no es posible, no tenía mi teléfono conmigo. Y si lo hubiera tenido, no te habría llamado a ti, no hemos hablado en días.- Le recordé con reproche en mi voz. Si, estaba enojada porque me había ignorado.

-No te estoy mintiendo, tú me lo dijiste.- Me apuntó con el dedo dejando que su enojo saliera en ese gesto. Vio mi cara de confusión y tuvo clemencia, explicándose. -No sé cómo lo haces, pero escucho y veo todo lo que piensas, lo que imaginas. Todo el maldito día. Es como si te metieras dentro de mi cabeza y es molesto. Te vi en el bosque asustada, así que fui por ti.- Me quede unos segundos mirando hacia el suelo tratando de procesar todo lo que me había dicho.

Alas y sangre (Editando)Where stories live. Discover now