3.- Problemas de ansiedad

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-Detesto que me lleves a la escuela. Deberia tener mi propio auto, salvas mas vidas y ganas mas dinero. ¿Ves? Doble ayuda. Me encanta tu trabajo.- Me puse el cinturon de seguridad y papa encendió su camioneta 4x4 negra, para nada un estilo de un destacado doctor. Aunque pensándolo bien, el tenia la edad de cuarenta y cuatro y tenia el cuerpo de treinta. Y no lo decia porque era mi padre y yo salí de esos genes, pero era un hombre muy guapo. Encendi la radio.

-Aprende a conducir y quizá hablemos de un auto.- Me cruce de brazos mirando el paisaje húmedo y verde que era lo único bonito en este pueblo.

-Se manejar. Choco, pero manejo.- Desvíe la vista al espejo lateral de la camioneta viendo mi cabello crispado por la humedad de este pueblo. Fruncí el ceño aún molesta por vivir aquí, no sabía cuanto tiempo íbamos a quedarnos pero esperaba que no fuera mucho y trasladarán a papá de vuelta a Miami o cualquier otra ciudad con playas y bonitos días soleados. Me empecé a hacer una trenza en el castaño cabello comenzando desde la nuca. No podía decir que odiaba el frío, es más, hasta amaba el sonido de la lluvia pero que lloviera todos los malditos días y se me congelará el trasero, que se agrietaran los labios y los talones, era un asco.

-Haz amigos.- Me dijo papa deteniendo el auto frente a los edificios viejos de probablemente la época victoriana, el paisaje era deprimente. Me coloqué la trenza en mi hombro derecho y me quite el cinturón. Mi antigua escuela era mucho más moderna y estaba solo a tres cuadras de mi casa.

-No quiero nuevos amigos. Y de seguro no hay ningún chico guapo por ahí.- Suspire agarrando la mochila y saliendo del auto.

-Espero por tu bien que no. Si no, usaras la camisa de nuevo.- Rodee los ojos recordando viejos tiempos. Solo porque le pedí que me comprara un sostén, mi papá mando a hacer una playera con su rostro enfadado en todo el pecho y las letras de "si quieres conservar tu hombría, aléjate de mi. Este es mi papá y sabe boxear". Como solo nos teníamos el uno al otro, se ponía muy celoso en cuanto yo comenzaba a fijarme en los chicos. Aunque eso no me detuvo a salir con ellos. Y no me hagan hablar cuando tuve mi primer periodo.

-Te quiero, papá.- Y me aleje del auto escuchando su respuesta y viendo como apagaba la radio que yo siempre prendía. Solo había tenido el fin de semana para mentalizarme en un nuevo instituto y yo necesitaba todo un año. No había salido de casa todo el fin de semana por andar doblando mi ropa y no es que yo tuviera mucha pero doblaba una blusa y tomaba un descanso de media hora mirando los mosquitos y matándolos. Mis antiguos amigos no me habían mandado ni siquiera un mensaje y me dolía saber que probablemente ya se habrían olvidado de mí. No podía culparlos, ¿quién se iba a acordar de mí teniendo enfrente la playa y chicos guapos? Exacto, ni yo lo haría.

Me adentré a los concurridos pasillos donde todos vestían ropa de invierno, incluida yo, a pesar de estar en agosto, una de las tantas desventajas de vivir en Portland. Ni siquiera sabía dónde rayos estaba la dirección pero seguí caminando por los pasillos que parecían laberintos y más bajo esas miradas de los alumnos por ser yo la nueva. Seguí caminando fingiendo seguridad en mi misma hasta que vi que un pasillo estaba prácticamente desértico y arriba estaba él letrero que me indicaba que esa era la dirección que tanto buscaba. Sentí que un gran peso caía en encima cuando ya no sentí las miradas en mi cuerpo. No es que yo fuera presumida....vale, quizá si lo sea, pero definitivamente me sentía bajo una lupa.

Toque tres veces la puerta hasta que escuche una voz rasposa decirme qué pasará, así que como buen angelito obediente que era hice caso. Me inundó el olor a café las fosas nasales y arrugue la cara en desaprobación; detestaba el café. Había un adorable ancianito detrás de un monitor. Me aclare la garganta enfrente de él pero ni siquiera me miro. Saque la papelería de mi mochila y se la puse sobre el escritorio.

Alas y sangre (Editando)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora