31: Atrapada

42 7 0
                                    

Tenía de almohada algo duro y frío, pero sorprendentemente suave.

La luz del día no se filtraba en la habitación gracias a las cortinas gruesas y negras en las ventanas. Supongo que como precaución por si el sol salía.

Termine de despertarme dándome cuenta de que alguien me rodeaba completamente y mis piernas se enredaban con otras, estaba arriba de Allen, con mi cabeza sobre su pecho.

Sonreí somnolienta por el cosquilleo que esta escena me estaba produciendo. Levanté la vista y ví que entre sombras, él aún seguía dormido.

La verdad era que todo esto me tenía tan confundida y estaba al filo de la locura.

Mi mejor amiga era una vampiresa, alguien que no era humano (se desconocía su especie) me quería muerta y Allen...¿volvíamos a ser una especie de amigos? Porque los amigos no se besan y no se acuestan.

¿Eso en que nos convertía?

Aspire profundo por la nariz llenándome de su aroma. Olía tan delicioso, era como una exótica combinación de pino, tierra mojada y algo muy masculino.

Frote mi nariz contra su camisa y me estire hasta llegar a su cuello.

¿Que tan raro era esto?

No me importaba, sólo sabía que se sentía genial.

Mire su cara durmiendo y me derretí como mantequilla ante lo tierno que lucía.

Estábamos tan cerca, si quisiera podía besarlo y no se daría cuenta. Porque después de que ayer me dejará de esa forma, no volvería a besarlo hasta aclarar unas cuantas cosas.

Una señorita no se dejaba besar por cualquiera.

Claro, yo no era una, pero...

Fruncí los labios y estire mi cuello lo más que podía, probablemente me veía como uno de esos dinosaurios con el cuello más largo que un tren.

Ya casi llegaba a su boca, tan suave y feroz que se había sentido ayer. Un poco más, sólo un poco...

-¿Que estás haciendo?- Abrió los ojos de golpe y me miro como si me hubiera salido un tercer ojo.

Me congele, ahí, con los labios fruncidos a centímetros de los suyos.

¿Que hacía? Bueno, creo que era bastante obvio. Sentí mi cara calentarse más que un horno y dejé de fruncir la boca.

-¿Que haces tú? Intentó salir de esta camisa de fuerza en la que me haz metido. Hazme el favor de soltarme, ¿quieres?- Me removí moviendo las manos y los pies sin hacer contacto visual con él.

No pienses en nada, recuerda que el escucha todo.

-No me tienes que violar mientras estoy dormido para que te besé.- Dijo burlón y quería que le tierra me tragara viva.

-No te estaba violando.- Aunque ganas no me faltaban.

Mire como sus labios se empezaron a curvar hacia arriba y eso lo hizo diez veces peor.

-¿Ah si? ¿Que hacías entonces?- ¿Ya mencioné que seguía abrazándome?

Me estaba calentando y no solo la cara.

Quería que dejara de verme así, si no quiere en ahora si en verdad lo viole.

-Tenías una mancha.- Quite a duras penas mi brazo de su agarré y quite una mancha imaginaria de su mejilla. -¿Ves? Ya no está.- Algo me decía que no me estaba creyendo para nada.

-¿Recuerdas que escucho lo que piensas? Te dije que sabría si estás mintiendo.- Dijo burlón con una sonrisa dormilona.

Se veía tan violable, tierno, guapo...

Alas y sangre (Editando)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora