CAPITULO XXIII

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—Sí. Oí que Raquel tragaba saliva y nos quedamos mirándonos un momento sin saber qué decir. Sabía que debía seguir animándola, pero la intensidad de su miedo me obligó a prestarle atención.

—Aquí siempre tengo la sensación de que me observan —comentó

—. A todas horas. Incluso cuando estoy sola. Sé que parece de locos, pero es verdad. A veces tengo la sensación de que las pesadillas continúan aunque esté despierta. Oigo cosas ya entrada la noche, arañazos y golpes en el tejado. Cuando miro por la ventana, te juro que a veces veo una sombra adentrándose en el bosque. Y las ardillas... Las has visto, ¿no? Hay ardillas muertas por todas partes.

—He visto un par. Tal vez fuera el frío otoñal del ventilado y antiguo baño lo que hizo que me estremeciera, pero también pudo haber sido el miedo de Raquel.

—¿Alguna vez te has sentido segura aquí?

—No me siento segura, pero no creo que sea nada raro —contesté entre balbuceos. Aunque, claro, «raro» significaba cosas distintas para según quién

—. Es esta escuela, este sitio. Las gárgolas, el edificio de piedra, el frío... Y el ambiente. Todo eso me hace sentir fuera de lugar. Sola. Y asustada.

Medianoche te chupa la vida. —Raquel se rió débilmente

—. ¿Lo ves? Chupar la vida. Como los vampiros.

—Lo que tú necesitas es descansar —dije con firmeza, recordándome a mi madre

—. Algo de descanso y cambiar de lecturas.

—Lo de descansar no suena mal. ¿Crees que la enfermera de la escuela me daría pastillas para dormir?

—No creo que aquí haya enfermería. —Raquel arrugó la nariz, contrariada

—. Pero seguramente podrás comprarlas en el drugstore cuando vayamos a Riverton — sugerí.

—Supongo. En cualquier caso es una buena idea. —Hizo una pausa y luego me sonrió, con los ojos llorosos

—. Gracias por escucharme. Ya sé que parece de locos. Sacudí la cabeza.

—En absoluto. Como ya te he dicho, Medianoche pone los pelos de punta.

—El drugstore —dijo Raquel en voz baja, recogiendo sus cosas para volver a su dormitorio

—. Pastillas para dormir. Así dormiré a pesar de todo.

—¿A pesar de qué?

—Aunque continúe habiendo ruidos en el tejado. —Estaba muy seria, había adoptado la expresión de una persona mucho mayor de lo que correspondería a su edad

—. Porque de noche hay alguien ahí arriba. Lo oigo. Eso no forma parte de la pesadilla, Rose. Es real. Bastante tiempo después de que Raquel regresara a su cama, yo seguía sola en el lavabo, temblando.


MEDIANOCHE |BTS y Tu|Where stories live. Discover now