CAPITULO XXI

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La señora Bethany enarcó las cejas. Nadie parecía saber a qué me refería salvo Jimin, quien era evidente que se estaba mordiendo el labio para no echarse a reír.

—Otra vuelta de tuerca. La novela de Henry James sobre fantasmas, al menos en un principio.

—No iba a iniciar el viejo debate sobre si el personaje principal estaba loco o no. Los fantasmas siempre me habían parecido aterradores, pero eran más fáciles de afrontar en la ficción que a una señora Bethany de carne y hueso

—. Los fantasmas son incluso más universales en el folclore que los vampiros. Y Henry James es mejor escritor que Bram Stoker. —Señorita Olivier, cuando sea usted quien programe las clases, podrá empezar por los fantasmas.

—La voz afilada de la profesora podría haber cortado el cristal. Tuve que reprimir un estremecimiento al verla cernerse sobre mí más imperturbable que una gárgola

—. Aquí se empezará por los vampiros. Aprenderemos de qué modo los han percibido diferentes culturas a lo largo de la historia, desde tiempos remotos hasta el día de hoy. Si lo encuentra aburrido, anímese, no tardaremos mucho en llegar a los fantasmas, avanzaremos bastante rápido, incluso para usted.

Después de eso aprendí a estarme calladita. Al acabar la clase, ya en el pasillo, temblorosa por culpa de esa extraña debilidad que siempre acompaña a la humillación, fui abriéndome paso lentamente entre los bulliciosos alumnos.

Parecía como si todo el mundo tuviera un amigo con quién pasar el rato menos yo. Raquel y yo podríamos habernos consolado mutuamente, pero ella ya había desaparecido.

—Otra lectora de Henry James —oí que decía alguien. Me volví y vi a Jimin, que había apretado el paso para darme alcance. No estaba segura de si se había acercado para transmitirme su apoyo o para evitar a Courtney, pero en cualquier caso me alegré de ver una cara amiga.

—Bueno, yo solo he leído Otra vuelta de tuerca y Daisy Miller, nada más.

—Pues lee Retrato de una dama, creo que te gustará.

—¿De verdad? ¿Por qué? Supuse que Jimin diría algo sobre lo bueno que era el libro, pero me sorprendió. —Va de una mujer que quiere definirse a sí misma en vez de permitir que otra gente la defina a ella.

—Se iba abriendo paso entre la gente sin ningún esfuerzo y sin apartar la vista de mí. El único chico que en algún momento me había mirado con aquella intensidad era Taehyumg—. Tuve el presentimiento de que te interesaría el tema. —

Puede que tengas razón —dije—. Lo buscaré en la biblioteca. Y... gracias. Por la recomendación. Y por pensar tanto en mí.

—De nada. — Jimin sonrió de oreja a oreja, luciendo ese hoyuelo de la barbilla, pero entonces ambos oímos reír a Courtney, no demasiado lejos, y él puso una cara de pánico fingido que me hizo reír

—. Hora de salir corriendo.

—¡Rápido! —le susurré al tiempo que él se escabullía por el pasillo que le quedaba más cerca. Aunque el apoyo de Jimin me había levantado el ánimo, seguía sintiéndome fatal después del enfrentamiento con la señora Bethany, así que decidí dar un paseo cortito por los jardines en busca de un poco de aire fresco y tranquilidad antes de comer.

Tal vez podría disfrutar de unos minutos a solas. Por desgracia, no fui la única a la que se le había ocurrido la misma idea: fuera había varios alumnos paseándose mientras escuchaban música o charlaban. Reparé en un grupo de chicas sentadas a la sombra. Por lo visto ninguna de ellas volvía a su dormitorio para comer y, mientras las veía cuchichear entre las sombras proyectadas por uno de los viejos olmos, se me ocurrió que seguramente estarían a dieta, pensando en el Baile de otoño. Solo había una persona allí fuera a quien me apetecía ver.

Lo recordé del primer día y lo reconocí por la descripción de Taehyung. —J-Hope—lo llamé. J-Hope me sonrió. —¡Eh! Cualquiera diría que éramos viejos amigos en vez de ser la primera vez que hablábamos. Su suave cabello de color castaño dorado asomaba por debajo de la gorra de los Phillies y llevaba un mp3 con una carcasa estampada de espirales de color naranja y verde.

—Hola, ¿has visto a Taehyung? —le pregunté, cuando se acercó a mí al trote y se quitó los auriculares

—Ese tío es un zumbao. —En el mundo de Vic, «estar zumbado» por lo visto era un cumplido

—. Iba a pirárselas de la sala de estudio cuando voy y le digo: «¿Oye, qué haces?». Y él va y me dice que si le puedo cubrir y eso, ¿no? Bueno, pues eso hacía hasta ahora, pero tú no vas a delatarlo, tú eres legal. Teniendo en cuenta que J-Hope y yo nunca habíamos hablado antes, ¿cómo podía saber si yo era legal o no? Pero entonces me pregunté si Tae no le habría hablado de mí, y la idea me hizo sonreír.

—¿Sabes dónde está? —Si me lo preguntara un profe, no sé nada, pero ya que eres tú... Yo miraría por la cochera.

La cochera, que quedaba al norte, cerca del lago, era donde antaño se guardaban los caballos y las calesas. Con el tiempo se había transformado en las oficinas administrativas de la Academia Medianoche y en la residencia de la señora Bethany. ¿Qué estaría haciendo Tae allí?

—Creo que voy a darme un paseo por allí —dije—. Solo voy a caminar un rato, ¿eh? No voy a hacer nada en particular.

—Tope —contestó J-Hope, asintiendo con la cabeza como si yo hubiera dicho algo realmente inteligente

—. Lo has pillado. Mientras me dirigía con toda parsimonia hacia la cochera, como quien no quiere la cosa, iba pensando en que J-Hope no era precisamente un lumbrera, aunque parecía un chico majo. Por lo menos no era el típico alumno de Medianoche. Nadie se fijó en mí cuando me alejé de los demás; eso era lo bueno de parecer invisible, que podías desaparecer como si lo fueras. En aquella parte no había bosque en el que poder cobijarme, solo el extenso césped de los prados, lleno de tréboles y varios árboles dispuestos a intervalos regulares que seguramente fueron plantados mucho tiempo atrás para proporcionar sombra. Atisbé entre la maleza el cuerpo de una ardilla muerta, apenas un testimonio marchito de lo que había sido; el viento le erizaba la cola tristemente. Arrugué la nariz e intenté ignorarla para concentrarme en lo que andaba buscando.

Aminoré el paso y presté más atención con la esperanza de oír a Tae. La cochera era un edificio alargado y blanco, de una sola planta. Supuse que un segundo piso no habría tenido sentido si los inquilinos iban a ser unos caballos.

Estaba rodeado por árboles altos que lo envolvían todo en unas sombras tan densas que casi parecía de noche, y solo unos cuantos rayos vacilantes de luz alcanzaban el suelo.

Me acerqué a la parte trasera de puntillas, asomé la cabeza al llegar a la esquina y vi a Tae saliendo por la ventana de la señora Bethany. Aterrizó con ligereza y cerró los batientes con cuidado detrás de él. En ese momento, se volvió y me vio.


MEDIANOCHE |BTS y Tu|Where stories live. Discover now