CAPITULO X

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Nunca había prestado demasiada atención al modo en que la pareja se abrazaba: el hombre se inclinaba hacia ella, desde lo alto, como si una fuerza inexorable lo empujara hacia la mujer.

Ella tenía la cabeza echada hacia atrás, como en un desvanecimiento, abandonándose a la fuerza de la gravedad. Los labios resaltaban sobre la palidez de la piel ruborizada. No obstante, lo más bello de todo era que el fondo rutilante había dejado de parecer algo ajeno al hombre y la mujer, era como si se tratara de una cálida y densa bruma que su amor hacía visible y que convertía en oro el mundo que los rodeaba.

El cabello del hombre era más oscuro que el de Taehyung, pero de todos modos estaba intentando imaginarlo en el cuadro. Sentí las mejillas encendidas, había vuelto a ruborizarme, aunque con un rubor distinto. Regresé a la realidad de golpe: era como si me hubiera quedado dormida y hubiera empezado a soñar. Me arreglé el pelo rápidamente y respiré hondo un par de veces.

En ese momento oí el String of Pearls de Glenn Miller en el equipo de música. Cuando sonaba jazz era señal de que mi padre estaba de buen humor. Sonreí a mi pesar. Al menos a uno de nosotros le gustaba la Academia Medianoche.

Ya casi era hora de comer cuando por fin acabé de hacer la maleta y salí al comedor, donde todavía sonaba la música. Me encontré a mis padres bailando abrazados, haciendo el tonto: mi padre fruncía los labios en una mueca que supuestamente debía hacerle parecer seductor y mi madre se sujetaba el borde de la falda negra con una mano.

Mi padre la hizo girar entre sus brazos y luego la inclinó hacia atrás. Mi madre ladeó la cabeza casi hasta el suelo, sonriendo y me vio

. —Ya estás aquí, corazón —dijo, todavía boca abajo. Mi padre la enderezó

—. ¿Ya has acabado de hacer la maleta?

—Sí. Gracias por echarme una mano. Y por la lámina, es preciosa. Se sonrieron, aliviados de haberme hecho al menos un poquitito feliz.

—Menudo festín que te ha preparado tu madre.

—Mi padre hizo un gesto con la cabeza en dirección a la mesa—. Esta vez se ha superado. Mi madre no solía cocinar grandes platos, por lo que era evidente que se trataba de una ocasión especial. Había preparado mis favoritos, más de lo que podría comer nunca de una sentada. Me había saltado la comida, así que descubrí que estaba muriéndome de hambre, razón por la que mis padres tuvieron que entretenerse el uno al otro durante la primera parte de la cena. El apetito voraz me impidió colar ni una sola palabra con la boca tan llena.

—La señora Bethany dijo que por fin habían acabado de reacondicionar los laboratorios —dijo mi padre entre sorbo y sorbo

—. Espero encontrar el momento de echarles un vistazo antes que los alumnos, no fuera a ser que el equipo sea tan moderno que no sepa utilizarlo.

—Por eso enseño historia —contestó mi madre

—. El pasado no cambia, solo se alarga.

—¿Os tendré de profesores? —pregunté, con la boca llena.

—Con la boca llena no se habla —me reprendió mi padre de manera automática

—. Tendrás que esperar a mañana, como los demás.

—Ah, vale. No era propio de él cortarme de esa manera y me quedé un poco desconcertada.

—Tenemos que acostumbrarnos a no darte demasiada información extra —se explicó mi madre con delicadeza

—. Cuantas más cosas tengas en común con el resto de los alumnos, tanto mejor.

No lo dijo con mala fe, pero me sentí herida.

MEDIANOCHE |BTS y Tu|Where stories live. Discover now