Capítulo XXIII Chibs

33 1 0
                                    

1 de Junio. Charming. 12:00 a.m

Los miembros del club se reunían un día más entorno a aquella mesa, todos a excepción del novato, que seguía en Oregon protegiendo a Chuckie y Venus de sus respectivas operaciones. El abogado les había dicho que Quinn estaba en aislamiento, sin acceso a él y sin fecha para el juicio. Sin embargo el motivo por el que esa mañana se reunían en torno a la mesa era muy diferente, la hija de Tig se había presentado esa misma mañana con intención de poner fin a la guerra en la que estaban envueltos.

Sentada en el otro extremo de la mesa acaparaba todas las miradas, Tig había pedido al resto de miembros que no fuesen duros con ella, que no la presionasen. Fawn tenía un aspecto realmente horrible, el pelo despeinado, la ropa sucia y el poco maquillaje que se había puesto días atrás difuminado, parecía no haber pasado por su casa en varios días.

— ¿Cómo piensas poner fin a esta guerra? — Chibs fue el primero en pronunciarse.

— Os contaré todo lo que sé. A cambio de que prometáis no hacer daño a ninguno de nosotros. Dejaréis que Abel y Thomas se marchen de la ciudad. Y Ellie, Kennie y Pipper regresen con su madre.

Se cruzaron las miradas entre los miembros del club, ninguno parecía querer oponerse a aquello, así que Chibs asintió y realizó la primera pregunta de aquel interrogatorio.

— ¿Quién es el señor X?

— Nadie. No existe. —Respondió de inmediato. Parecía saber que aquella sería la primera pregunta.

— ¿Estás segura? — Preguntó Emma.

—No, no puedo estarlo. Es la sospecha que todos tenemos. Nadie lo ha visto jamás.

— ¿Qué sabes de ese señor X? —Volvió a preguntar la única mujer que era miembro del club.

— Poco, muy poco. Sé que es poderoso, que tiene dinero, armas y soldados como para declarar la guerra a todas las bandas de California. Nos paga todos los meses un buen sueldo, nos ha dado armas y un dosier con información acerca de vosotros.

— ¿Un dosier? — Cuestionó Tig frunciendo el ceño.

Fawn elevó la mirada hasta su padre, parecía tener miedo de confesar todo aquello que estaba confesando, parecía temer una reacción de la gente que estaba traicionando. No se sentía segura, pero era lo que debía hacer para poner fin a aquella guerra sin lamentar una nueva perdida.

— Son más de cinco mil páginas. También hay una memoria USB con fragmentos de vídeo relacionados con vosotros. No lo he leído entero, así que no sé todo lo que dice. Pero lo poco que he leído explica la historia del club desde sus inicios. Habla de vuestros negocios, vuestras guerras, vuestras alianzas. También hay información sobre cada uno de vosotros.

Todos comenzaron a dudar tras las palabras de la hija de Tig, asustaba pensar en un dosier tan extenso que hablaba sobre la historia y los pecados del club, eso les podría hundir si acababa en las manos equivocadas.

— ¿Cual es el plan? —Happy preguntó aquello. Tenía marcas por toda la cara de la paliza recibida, hacía tan solo unas horas que había abandonado el hospital en contra de la recomendación de los médicos.

— Ni siquiera yo lo sé. Solo Abel sabe cual es el siguiente paso, yo solo sé que el resultado final es acabar con SAMCRO y con el resto de filiales de los hijos de la anarquía. A vosotros os quiere muertos.

— ¿De qué conoce a Rosa Gellar? ¿Tiene más contactos? — Esa vez fue Chibs quien preguntó. 

Fawn suspiró antes de sonreir con tristeza, aquello que iba a confesar le dolía realmente.

— Se la folla. De eso estoy segura.

Las miradas se cruzaron una vez más y T.O, Tig y Happy mostraron una sonrisa que terminó en carcajada de todos los miembros.

—Sé que tiene muchos contactos. Se ganó a la familia Pirelli en un par de semanas, también tiene contactos con la triada en Las Vegas, tiene a Rosa de su parte y se ganó el favor de los negros cuando mató a tres pirados de una banda de paletos en el sur de Nevada.

—¿Cómo es posible que tenga a tanta gente de su lado?

— Llevo días pensándolo y por fin he dado con la clave. Tiene mucha labia, puede resultar encantador y encandilar a cualquier persona con una sonrisa y unas pocas palabras. Su plan es siempre el mismo, sin que nadie lo sepa, crea un problema. Y después se gana el favor de cualquiera cuando él le pone solución. Apaga fuegos que él mismo crea y todos le siguen como corderitos.

Era una estrategia realmente buena, eso es lo que pensó el presidente. Veía en él un reflejo claro de lo que fue su padre y sintió nostalgia. Echaba de menos a Jax, él habría solucionado aquella crisis con liderazgo y mano dura, pero a él le resultaba complicado enfrentarse a los hijos de gente tan querida.

— Os paga un buen sueldo, tiene acceso a armas y ha conseguido cortar todas nuestras relaciones. Estoy convencido de que el señor X existe. —Aseguro el presidente del club.

— Yo también lo creo. —Dijo Emma.

G y Tig asintieron, pensaban lo mismo. El resto no se pronunció. Resultaba complicado librar una guerra contra una persona que no conocían. No sabían sus puntos débiles ni su poder, ni siquiera sabían su nombre. Luchaban contra un fantasma que podía atacarles en cualquier momento.

— ¿Qué tipo de armas tenéis? — Happy quería saber más.

—Cada uno de nosotros tenemos una glock 9mm con bastante munición. Cuando hemos dado algún golpe como en Diosa o cuando os asaltamos en mitad de la carretera, utilizamos armas largas. Mp5, Uzi, algun M16. Sé que en su garaje tiene una ametralladora M249.

— Uzi, mp5 y M16 son armas del ghetto. Se las puede haber comprado a cualquier negrata.

— Sí, pero una m249 es armamento militar. Ni siquiera el IRA tiene acceso a esas armas. Las ha tenido que conseguir de oriente medio.

— O de un militar retirado.

— Sea como sea, tiene contactos y armas suficientes para ganar esta guerra.

Chibs golpeó la mesa con la parte inferior de su puño haciendo tamblar la desgastada madera en la que tallada estaba la muerte.

—¿Y cómo pretendes poner fin a esta guerra? —Su tono de voz fue demasiado alto, estaba enfadado.

— ¡Eh! —Recriminó Tig ante el tono que había usado contra su hija. El presidente se calmó.

—Tiene armas y contactos, pero nos necesita a Pipper, Kennie, Ellie y a mí. Y sobretodo necesita a su hermano. Thomas no sabe nada del doble juego de su hermano y si se entera, con total seguridad quiera abandonar esta guerra. Sin soldados está solo. Confía en nosotros para librar esta batalla, de lo contrario no nos habría ido a buscar a nuestras casas.

—¿Ese es tu plan?

— Le envío un mensaje diciéndole que estoy aquí, que quiero una reunión sin armas. También hago venir a Pip y sus hermanos. Cuando estemos todos aquí se ponen las cartas sobre la mesa y que cada uno decida lo que quiere hacer. Estoy convencida de que ellos tres se querrán ir a casa, no están seguros de hacer esto. Thomas se enfadará con su hermano. Y si Abel decide continuar con esta guerra, lo hará solo.

— Hazlo.

Concluyó el presidente antes de golpear con el mazo sobre la desgastada mesa.

Sons of anarchy Next Gen.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora