Capítulo XXII Thomas

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1 de Junio. Charming. 4:32 p.m

Los días en aquel pueblo se sucedían sin ninguna novedad, su hermano le había advertido que los Rusos entrarían armados y dispararían sin preguntar contra los hijos de la anarquía, pero no había sucedido. Tampoco había vuelto a ver a Fawn, ni a Ellie, kennie o Pipper. Abel no hablaba, era la segunda vez en su vida que le veía tan enfadado, la primera había sido años atrás, cuando Wendy les abandonó.

Thomas había abierto el maletín, sin atreverse a descubrir qué escondía en su interior, Abel tampoco lo había hecho, tan solo había guardado aquel objeto tan preciado en un lugar seguro y no había vuelto a mencionar el tema.

Estaban siendo los días más tensos desde su llegada a Charming y también los días que más calor hacía en aquel pequeño pueblo. Thomas se encontraba en el jardín, disfrutando del sol y tratando de que su pálida piel se broncease cuando apareció Abel y se sentó a su lado. Era extraño, desde hacía días trataba de estar solo.

— ¿Y ahora qué? — Preguntó Thomas tratando de hacer algo que hacía días que no hacía con su hermano, matener una conversación.

— Debemos esperar, Thomas. Todo va según lo previsto.

—¿Y Fawn o Pipper? ¿Cuando van a volver?

— Les he pedido que se escondan. — Mintió Abel. — Tendremos que estar separados un tiempo.

Thomas se inclinó sobre su hermano para quitar las gafas de sol de la zona de sus ojos y dejarlas sobre el cesped, así podía mirarle a los ojos.

— Cuando mientes, aprietas la mandíbula. Y ahora lo acabas de hacer.

—¿Qué demonios quieres saber?

Thomas se puso en pie y Abel le imitó, su hermano era mucho más alto así que para poder mirarle a la cara tenía que elevar la mirada.

— Quiero saber cómo sigue el plan. Quiero saber quién demonios es el señor X. Quiero saber dónde está el resto. Quiero saber que pasa por esa cabeza. Y sobretodo, quiero saber qué tienes pensado para que esa panda de moteros no nos metan un tiro en la cabeza.

El tono de Thomas era duro, se había atrevido a hacer aquellas preguntas a su hermano. No lo había hecho antes por respeto y confianza, pero todo parecía desmoronarse y era el momento de saber qué iba a pasar y tomar el mando si era necesario.

— El siguiente paso del plan es esperar. Fawn y el resto no dan señales de vida. Por mi cabeza pasa mantenernos con vida. Y lo que tengo pensado para que no nos metan un tiro en la cabeza es meterselo nosotros antes.

— Hay una pregunta que no has respondido.

Abel alzó el dedo índice de su mano derecha para recriminar aquellas palabras, pero antes de poder hablar sonó su teléfono móvil. Un gesto de enfado se dibujó en su rostro, pero cogió el teléfono. Un par de respuestas cortas antes de colgar.

— ¿Quieres saber dónde está el resto? Están en el club. Piden una reunión sin armas.

— ¿Y te fías de ellos?

Su hermano no respondió. Se metió en el interior de la casa con gesto serio. Thomas pensó que todo aquello se le estaba llendo de las manos y que debía poner un fin, sin duda debía pensar en algo.

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