14 de Mayo. Charming. 1:02 p.m
Tig llevaba un par de días siguiendo a su hija, no había logrado saber dónde estaba viviendo, era demasiado inteligente y él no era un experto en camuflaje, por lo que era consciente de que su hija sabía de su presencia.
Esa mañana había localizado a su hija en el centro de aquel pequeño pueblo y la había seguido hasta la casa de Abel y Thomas. Había tenido varias opciones de acercarse a ella para hablar pero no se había atrevido, le faltaba el valor suficiente para sentarse frente a su hija y explicarle que había sido un mal padre, que lo sentía y disculparse de forma honesta.
Fawn salió de aquella casa en dirección al coche de Tig, no iba a hacer el esfuerzo de disimular que no estaba allí, pues sabía que desde el primer momento que empezó a seguirla, su hija se había percatado. Sin pedir permiso, Fawn entró en aquel coche por la puerta del copiloto y sin mirar su padre se sentó sobre el asiento soltando un suave suspiro.
— Vete a casa, Papá. — Pidió con una voz cariñosa.
Tig notaba a su hija afectada, pero no sabía el motivo. Ella acababa de romper la relación que tenía con Abel y lo único que quería era llorar, se sentía una estúpida y sentía que la había engañado.
Pasaron varios minutos en silencio en aquel coche, Tig no había respondido a la petición de su hija, escuchar su voz y su tono hacia él le había relajado, además se sentía muy tranquilo de aquella forma, con su hija al lado como hacía años que no estaba.
— Cuando era pequeña me encantaba este coche ¿Te acuerdas?
— Sí. —Sonrió él al recordar la infancia de su hija. — Te peleabas con tu hermana por sentarte justo donde estás ahora.
— Ella lloraba y se sentaba justo detrás para dar patadas sobre el asiento y que yo me enfadase.
— Después se le pasaba cuando sabía que ibamos a tomar helado.
— Creo que en el fondo solo queríamos llamar tu antención, te veíamos muy poco.
—Sí, no he sido un buen padre. — Confesó él por fin. —
Ella ladeó su rostro para poder observarle, era la primera vez que le miraba, sus ojos brillaban ligeramente.
— Cuando todo esto termine tienes la oportunidad de enmedarlo. Necesito un padre en mi vida.
— ¿Crees que puedo llegar a ser un buen padre? Soy un delincuente que vive con un travesti y que tiene unos fetiches bastante extraños.
Aquello pareció animar a Fawn, que se rió a carcajadas por la forma de definirse que había tenido su padre.
— Yo soy una neurótica adicta al amor que duerme con un revolver debajo de la almohada
— ¡Sí! —Sonrió Tig ante aquellas palabras.
Ambos sonrieron, se miraron y guardaron silencio pensando en todo lo que debían decirse. Tig llevó la palma de su mano sobre el dorso de la mano de Fawn y apretó con suavidad para sentir el tacto de su piel, echaba de menos a su hija.
— ¿Por qué haces todo esto? — Preguntó él al fin.
— Porque soy idiota, Papá. Me acabo de dar cuenta de que me ha engañado. He sido una ilusa que se ha creído todas sus mentiras, creía que me quería y en realidad me ha utilizado. Le acabo de decir que quiero terminar con lo nuestro y no ha dicho nada, no ha intentado arreglarlo, ni me ha preguntado cómo estoy.
Fawn había roto a llorar, era justo lo que necesitaba para desahogarse, las lágrimas corrían por su mejilla hasta caer sobre su regazo y su padre la miraba con lástima mientras ella seguía hablando.
— Apareció de repente ¿Sabes? Una noche en un bar como aparece cualquier otro. Me llevó a la cama, me contó quien era de verdad, lo que quería y me hizo unas promesas que me creí como una estúpida.
—¿Y por qué sigues con esto? Ven a casa, te prepararé una habitación y podrás vivir conmigo.
— No lo entiendes, papá. Si hago todo esto no es por sus promesas o por todo lo que le quiero, es porque echo de menos a mi hermana. No puedo dormir imaginandome su muerte y cada vez me parece más descabellada. Bebo hasta caer para poder dormir y cuando lo consigo, sueño con sus gritos, me pide ayuda.
Tig también comenzó a llorar, era el culpable de aquella desgracia, su impulsividad hacía tantos años le había costado la vida de una de sus hijas y en ese momento la desgracia de la otra.
— No te devolverá a tu hermana seguir con lo que estás haciendo. Si quieres castigar a alguien, mátame a mí. Solo yo fuí el culpable de su muerte.
— Le he prometido a mi hermana llegar hasta el final y ya no puedo dar marcha atrás.
A pesar de que sus palabras parecían decir que iba a seguir con el plan establecido, sus gestos parecían arrepentirse y querer salir corriendo del pueblo, del condado y del país.
— Cariño, te ha metido en un plan suicida. No hay nadie detrás protegiendo vuestros intereses. Le hemos pegado un tiro, le hemos dado una paliza a su hermano y casi logramos secuestrarle. ¿Crees que si hubiese alguien detrás protegiendoos hubiese permitido esto?
Tig hizo una pausa, estaba cumpliendo con su misión y parecía estar convenciendo a su hija de aquello, sus tono de voz era suave y seguro.
—Fawn, tienes que escucharme. El señor X no existe, lo hemos comprobado. ¿Crees que de saber que hay alguien que le protege hubiesemos mandado a Emma a matarle? No.
— No digas tonterías, sí existe.
Parecía tratar de convencerse a sí misma con aquellas palabras.
— Os está engañando a todos. ¿Sabes lo que le hizo a los hijos de Oppie?
Fawn negó a la espera de que su padre se lo explicara.
— Pagó a un padre y su hijo para que grabaran un vídeo porno casero con Lyla, después se encargó de difundirlo por el barrio y cuando todos les dieron la espalda, él apareció para hacer desaparecer el vídeo, protegerles y ganarse su confianza. Les tiene engañados igual que a ti y a su hermano.
—¡No! ¡No! — Se había puesto furiosa y había golpeado la guantera con la palma de su mano en repetidas ocasiones, hasta terminar golpeando con el puño cerrado. —Es mentira. Dime que es mentira.
— Os ha engañado a todos, y os va a llevar de cabeza a una misión suicida. Va a conseguir que os maten.
— No puede ser.
Terminó por decir ella entre lágrimas. No había dejado de llorar y la noticia de lo que Abel había hecho no logró que se detuviera, más bien todo lo contrario.
—Consigue el maletín, entregamelo y toda la guerra habrá terminado. Ni un muerto más, te lo prometo.
—Necesito pensar. —Espetó ella con furia y decepción antes de abrir la puerta y bajar de aquel coche.
— Fawn, si no consigues ese malentín en menos de dos semanas, todos estaremos muertos.
Ella cerró la puerta de aquel coche sin responder a su padre y caminó en silencio hasta verla desaparecer cuando giró al final de la calle. Había plantado una semilla que debía crecer y esperaba que lo hiciese rápido.
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Sons of anarchy Next Gen.
FanfictionDieciseis años después, Thomas y Abel regresan a Charming con un objetivo claro, encontrar su hogar al mismo tiempo que acaban con el club que causó la muerte de toda su familia. Pero no estarán solos. Apodado el señor X, un misterioso personaje...