Capítulo XXI Tig

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14 de Mayo. Charming. 1:02 p.m

Tig llevaba un par de días siguiendo a su hija, no había logrado saber dónde estaba viviendo, era demasiado inteligente y él no era un experto en camuflaje, por lo que era consciente de que su hija sabía de su presencia.

Esa mañana había localizado a su hija en el centro de aquel pequeño pueblo y la había seguido hasta la casa de Abel y Thomas. Había tenido varias opciones de acercarse a ella para hablar pero no se había atrevido, le faltaba el valor suficiente para sentarse frente a su hija y explicarle que había sido un mal padre, que lo sentía y disculparse de forma honesta.

Fawn salió de aquella casa en dirección al coche de Tig, no iba a hacer el esfuerzo de disimular que no estaba allí, pues sabía que desde el primer momento que empezó a seguirla, su hija se había percatado. Sin pedir permiso, Fawn entró en aquel coche por la puerta del copiloto y sin mirar su padre se sentó sobre el asiento soltando un suave suspiro.

— Vete a casa, Papá. — Pidió con una voz cariñosa.

Tig notaba a su hija afectada, pero no sabía el motivo. Ella acababa de romper la relación que tenía con Abel y lo único que quería era llorar, se sentía una estúpida y sentía que la había engañado.

Pasaron varios minutos en silencio en aquel coche, Tig no había respondido a la petición de su hija, escuchar su voz y su tono hacia él le había relajado, además se sentía muy tranquilo de aquella forma, con su hija al lado como hacía años que no estaba.

— Cuando era pequeña me encantaba este coche ¿Te acuerdas?

— Sí. —Sonrió él al recordar la infancia de su hija. — Te peleabas con tu hermana por sentarte justo donde estás ahora.

— Ella lloraba y se sentaba justo detrás para dar patadas sobre el asiento y que yo me enfadase.

— Después se le pasaba cuando sabía que ibamos a tomar helado.

— Creo que en el fondo solo queríamos llamar tu antención, te veíamos muy poco.

—Sí, no he sido un buen padre. — Confesó él por fin. —

Ella ladeó su rostro para poder observarle, era la primera vez que le miraba, sus ojos brillaban ligeramente.

— Cuando todo esto termine tienes la oportunidad de enmedarlo. Necesito un padre en mi vida.

— ¿Crees que puedo llegar a ser un buen padre? Soy un delincuente que vive con un travesti y que tiene unos fetiches bastante extraños.

Aquello pareció animar a Fawn, que se rió a carcajadas por la forma de definirse que había tenido su padre.

— Yo soy una neurótica adicta al amor que duerme con un revolver debajo de la almohada

— ¡Sí! —Sonrió Tig ante aquellas palabras.

Ambos sonrieron, se miraron y guardaron silencio pensando en todo lo que debían decirse. Tig llevó la palma de su mano sobre el dorso de la mano de Fawn y apretó con suavidad para sentir el tacto de su piel, echaba de menos a su hija.

— ¿Por qué haces todo esto? — Preguntó él al fin.

— Porque soy idiota, Papá. Me acabo de dar cuenta de que me ha engañado. He sido una ilusa que se ha creído todas sus mentiras, creía que me quería y en realidad me ha utilizado. Le acabo de decir que quiero terminar con lo nuestro y no ha dicho nada, no ha intentado arreglarlo, ni me ha preguntado cómo estoy.

Fawn había roto a llorar, era justo lo que necesitaba para desahogarse, las lágrimas corrían por su mejilla hasta caer sobre su regazo y su padre la miraba con lástima mientras ella seguía hablando.

— Apareció de repente ¿Sabes? Una noche en un bar como aparece cualquier otro. Me llevó a la cama, me contó quien era de verdad, lo que quería y me hizo unas promesas que me creí como una estúpida.

—¿Y por qué sigues con esto? Ven a casa, te prepararé una habitación y podrás vivir conmigo.

— No lo entiendes, papá. Si hago todo esto no es por sus promesas o por todo lo que le quiero, es porque echo de menos a mi hermana. No puedo dormir imaginandome su muerte y cada vez me parece más descabellada. Bebo hasta caer para poder dormir y cuando lo consigo, sueño con sus gritos, me pide ayuda.

Tig también comenzó a llorar, era el culpable de aquella desgracia, su impulsividad hacía tantos años le había costado la vida de una de sus hijas y en ese momento la desgracia de la otra.

— No te devolverá a tu hermana seguir con lo que estás haciendo. Si quieres castigar a alguien, mátame a mí. Solo yo fuí el culpable de su muerte.

— Le he prometido a mi hermana llegar hasta el final y ya no puedo dar marcha atrás.

A pesar de que sus palabras parecían decir que iba a seguir con el plan establecido, sus gestos parecían arrepentirse y querer salir corriendo del pueblo, del condado y del país.

— Cariño, te ha metido en un plan suicida. No hay nadie detrás protegiendo vuestros intereses. Le hemos pegado un tiro, le hemos dado una paliza a su hermano y casi logramos secuestrarle. ¿Crees que si hubiese alguien detrás protegiendoos hubiese permitido esto?

Tig hizo una pausa, estaba cumpliendo con su misión y parecía estar convenciendo a su hija de aquello, sus tono de voz era suave y seguro.

—Fawn, tienes que escucharme. El señor X no existe, lo hemos comprobado. ¿Crees que de saber que hay alguien que le protege hubiesemos mandado a Emma a matarle? No.

— No digas tonterías, sí existe.

Parecía tratar de convencerse a sí misma con aquellas palabras.

— Os está engañando a todos. ¿Sabes lo que le hizo a los hijos de Oppie?

Fawn negó a la espera de que su padre se lo explicara.

— Pagó a un padre y su hijo para que grabaran un vídeo porno casero con Lyla, después se encargó de difundirlo por el barrio y cuando todos les dieron la espalda, él apareció para hacer desaparecer el vídeo, protegerles y ganarse su confianza. Les tiene engañados igual que a ti y a su hermano.

—¡No! ¡No! — Se había puesto furiosa y había golpeado la guantera con la palma de su mano en repetidas ocasiones, hasta terminar golpeando con el puño cerrado. —Es mentira. Dime que es mentira.

— Os ha engañado a todos, y os va a llevar de cabeza a una misión suicida. Va a conseguir que os maten.

— No puede ser.

Terminó por decir ella entre lágrimas. No había dejado de llorar y la noticia de lo que Abel había hecho no logró que se detuviera, más bien todo lo contrario.

—Consigue el maletín, entregamelo y toda la guerra habrá terminado. Ni un muerto más, te lo prometo.

—Necesito pensar. —Espetó ella con furia y decepción antes de abrir la puerta y bajar de aquel coche.

— Fawn, si no consigues ese malentín en menos de dos semanas, todos estaremos muertos.

Ella cerró la puerta de aquel coche sin responder a su padre y caminó en silencio hasta verla desaparecer cuando giró al final de la calle. Había plantado una semilla que debía crecer y esperaba que lo hiciese rápido.

Sons of anarchy Next Gen.Where stories live. Discover now