Así como cerró la puerta, la abrió, sin darle tiempo siquiera de reaccionar al Pokémon que lo esperaba, ya que estiró su brazo hacia él, en señal que debía subirse al mismo para irse de una buena vez del departamento.

De un brinco el eléctrico asintió y llegando a posarse en su hombro no dejaba de mirarlo, sorprendido por la actitud positiva que había recuperado su entrenador, representada por la sonrisa y la respiración jadeante pero alegre con que corría por la ciudad, rumbo al hospital.

Dobló por una esquina y ya llevaba consigo un ramo de rosas azules, tal y como las que ella siempre compraba para su hogar. Su apartamento cuyas paredes tendrían una y mil historias que retratar sobre ambos.

Lo había logrado, corriendo desde su apartamento hasta el hospital que quedaba alrededor de 4 calles hacia arriba de él. Se detuvo frente a la entrada, apoyando las manos en las rodillas, mientras se doblaba sobre si mismo, tratando de recuperar el aire.

—¿Ash? —la voz un tanto coqueta que se había acostumbrado a escuchar, llamó su atención, por lo que volteó, tras erguirse de nuevo.

—Hola Miette... —inhaló profundo por última vez, antes de sonreírle.

—¿Por qué parece que te venía persiguiendo un ser del inframundo?... —Parpadea.

—Pues... me tardé un poco más de lo esperado... el doctor me dijo que hoy mismo podía llevarme a Serena a casa, fui por un poco de ropa, pero... digamos que había un poco de desorden. —se encogió de hombros.

—Típico de los hombres... —se cruzó de brazos. —No puede ser que Serena esté ausente por un par de días y tú te mueras en el desastre. —Lo mira juguetona, pero a él, el comentario no le pareció para nada con gracia.

—Sí... ¿Es patético no?... —bajó la mirada.

—¿Sucede algo?... —se acercó un poco más al verlo así, tanto que le colocó la mano en el hombro preocupada.

—¿Ah?... —la miró al sentir el contacto. —No... ¡No, para nada! —trató de mostrar la habitual sonrisa. —¿Subes? —señaló la entrada al recinto médico.

—¡Claro! Sí a eso venía... a ver como seguía ella. Y... a traerle un par de noticias... —bajó la mirada, preocupada por cómo lo tomarían ambos.

Al ver el rumbo de la conversación, Ash empezó a caminar, al lado de la chica de cabellos azules. —Si... son asuntos de la Clase Maestra... por favor no le digas nada... no aún...

—Yo también pienso lo mismo... a decir verdad... el certamen entero lo piensa. —le sonrió medianamente.

—¿El certamen? —abrió grandes los ojos sorprendido, mientras entraban al elevador y programaba el tercer piso.

—La Clase Maestra quedará suspendida hasta nuevo aviso.

—¡¿Qué?!

—Nadie se siente con ánimos de celebrar cuando su Reina está así... creo que es comprensible... —explica tranquila.

—Wow... no sé qué pensar al respecto... Por una parte, me parece maravilloso ese apoyo hacia ella, pero por otro... —entrecerró los ojos y apretó el puño libre. —No estoy seguro que ella esté conforme con eso... Seguramente dirá que para eso está el segundo lugar de la Clase Maestra... —dirigió su mirada de reojo hacia ella, al momento que bajaron del elevador.

—¿Osea yo?... —sonrió con sarcasmo. —Créeme que no tengo intenciones de ser abucheada por tomar el lugar de su amada Reina lastimada. —Terminó su comentario, justo cuando llegaron a la habitación, para esos momentos cerrada y custodiada por dos guardias.

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