Anécdota 81

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Anécdota de @LoveGissel-3

Estaba yo en clases cuando de pronto comenzó a llover. Me encontraba en el piso superior y aun así, alcanzamos a escuchar un estruendo tremendo proveniente de afuera. Todos los alumnos saltaron de sus asientos cual resortes, seguidos de la profesora, a husmear por el ventanal que daba a una linda fuente, lo que había sucedido.

Aquí es cuando confieso que soy la amargada del salón, así que continué haciendo mi trabajo. En realidad no me interesaba.

De pronto todos mis compañeros giraron sus cabezas hacia mí al estilo del exorcista y algunos me mostraron sonrisas cómplices. Por alguna extraña razón la profesora me miraba también, aunque conmovida. Hasta ahí llegó mi resistencia; tuve que acercarme a ver qué sucedía más allá del ventanal.

La fuente tenía flores, y había personas sosteniendo letras de papel que se estaban llenando de agua. A decir verdad, se veía lindo. Tuve que fruncir el ceño y entrecerrar los ojos para leer el mensaje que éstas formaban.

¿Quieres ser mi novia, Cami?

El estremecimiento que me recorrió de pies a cabeza me hizo pegar un salto, para después correr fuera del salón como si no hubiera mañana

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El estremecimiento que me recorrió de pies a cabeza me hizo pegar un salto, para después correr fuera del salón como si no hubiera mañana. Fue tanta mi emoción que no recordé que todo estaba mojado.

Al pisar el primer escalón, mi pie patinó en el piso de cerámica y caí peor que un árbol. Casi puedo imaginar a los chicos a lo lejos que sostenían las letras, intercambiando miradas mientras rodaba escalera abajo. Sin embargo, ese día la suerte estaba de mi lado, pues no me lastimé, o por lo menos así pareció en un primer momento.

El caso es que apenas me recuperé (del golpe y de la vergüenza), volví a correr en dirección a la fuente. Es bien sabido que los humanos, a diferencia de los animales, nos equivocamos en lo mismo dos veces, sólo para... ya saben, afirmar que la primera vez sí fue un error.

Unos metros antes de llegar a Alex, una oleada de tambaleos provocó que resbalara y me llevara en la caída a él también

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Unos metros antes de llegar a Alex, una oleada de tambaleos provocó que resbalara y me llevara en la caída a él también. Caímos en la fuente y ahí volvió a formular la pregunta de las letras con una sonrisa. La respuesta fue sí. Pero pocos segundos después, nuestra burbuja mágica se vio pinchada por la presencia de mi hermano grabándonos y mi madre junto a él. Incluso la directora estaba ahí.

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