Anécdota 63

13.3K 2.3K 294
                                    

Anécdota de @IlseMar15

Una vez cuando era pequeña (debía tener alrededor de siete años), íbamos viajando mis padres, mi hermano y yo en un bus urbano. Hasta ahí todo marchaba tranquilo.

Llegó el momento de bajarse, y yo, como muy centrada que soy, me quedé embobada frente a la puerta de la parte trasera, pensando en quien sabe qué. Toda mi familia ya se había bajado... y yo seguía allí. Entonces, el chófer comenzó a cerrar la puerta.

Así que, para no quedarme ahí dentro, salté. Existen las malas decisiones, y existen los brincos desde autobuses. Volé unos segundos hasta que... mi pie se quedó atorado. ¡La puerta se cerró en mi pie! ¡Y todo el resto del cuerpo quedó colgando hacia afuera! 

 ¡La puerta se cerró en mi pie! ¡Y todo el resto del cuerpo quedó colgando hacia afuera! 

¡Ay! Esta imagen no sigue nuestras pautas de contenido. Para continuar la publicación, intente quitarla o subir otra.

Por suerte, mi mamá estaba lo suficiente cerca para atraparme. Y aun así, yo estaba en plan: MADRE SANTA, el camión avanzará y me arrastrará por la calle.

Mi papá tuvo que correr hacia el chófer para decirle —gritarle, en realidad— que abriera la puerta. Él lo hizo y mi bello pie fue liberado. Los pasajeros del autobús me miraban como: "Qué niña más estúpida"

Después de mi escena, nos fuimos a sentar, y yo me largué a llorar por la vergüenza y el susto gratis, mientras mi dignidad me miraba desde una esquina. Y mi familia, aunque también se llevó un buen susto, sólo se echó a reír. Ahora parecen no recordarlo, o al menos no lo mencionan.

Desde entonces me apresuro a bajar de cualquier transporte. Ustedes también deberían hacerlo.


Anecdotario PúblicoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora