- Vamos a desayunar, se nos hará tarde. - volvió a besar su frente antes de separarse, tomó su periódico y comenzó a hojearlo, se produjo un silencio, ambos estaban avergonzados, no era común en Axel decir expresiones tan dulces sin hacer algún movimiento astuto.

- Por cierto, ¿Conoces al nieto de Doña Rosa? Dijo que se iba a venir a vivir con ella.

- No lo conozco.

- Pues dice que tiene mi edad, ¿Me preguntó cómo será? Quizás nos volvamos amigos. - el periódico de Axel descendió hasta colocarse sobre la mesa, sus ojos marrones se posaron sobre su esposa, alzó una ceja, no estaba seguro de cómo reaccionar, le agradaba la idea de verla feliz por tener amigos con quienes compartir el tiempo, pero el hecho de que su compañía fuera varón y de su edad, no le causaba mucho placer.  Podría ser su rival.

- Espero que solo sean amigos y que desde el inicio le digas quien soy yo.  No es broma Yuki, si me siento amenazado por él te voy a amarrar a la cama y no te voy a dejar salir.  Ya te lo había dicho, soy bastante celoso.  Además no creas que me simpatiza mucho ese tal Eduardo del que tanto hablas.  Solo lo tolero porque siempre está Silvia cerca.

Volvió a alzar su periódico para retomar su lectura, veía la bolsa de valores, si bien no tenía nada que ver con su trabajo, era importante ver que tan mal iban las cifras, siempre que la bolsa de valores caía, comenzaban las demandas y después de eso, comenzaba su trabajo.  Debía mantener los ojos puestos en aquella compañía que ensamblaba electrónicos, había mucha gente exigiendo cosas de manera absurda; si bajaban sus acciones, era momento de comenzar a buscar, ya sea víctimas de la opresión o víctimas del sistema.

Yuki sabía que Axel no sería capaz de hacer semejante cosa, él era un caballero y lo había demostrado muchas veces, tenía su temperamento y lo sabía, pero ella no tenía dudas en su corazón, solo amaba a una persona y esa persona se encontraba frente a ella, con las mejillas rojas por la vergüenza por lo que acababa de decir, escondido tras el periódico, el único sonido que los acompañó durante el desayuno, fue el cantar del canario que se encontraba en el patio y el sonido de los cubiertos cuando chocaban entre sí.

Yuki llegó a la escuela como era costumbre, en el coche de Axel y despedida con el siempre beso en la mejilla y uno más en los labios que se había vuelto un ritual para su buena suerte, sentía que si Axel no besaba de forma tierna sus labios no podría continuar en el día, ese pensamiento realmente se le hacía banal y tonto, pero no se sentía bien si no lo hacía.

- Yuki confiesa. - cuando llegó al salón Silvia ya se encontraba sentada en su lugar, delante de Yuki.  Le miraba con un rostro de desaprobación, sus perfectas cejas se juntaron sobre su nariz, arrugándola un poco.

- ¿Te fugaste de casa? 

La pregunta le sacó de su centro, no sabía a que se estaba refiriendo, nunca había escapado y no pretendía hacerlo.  Su rostro lo demostraba, no sabía cómo responder a aquello, no había escapado y mucho menos, no sabía de donde había sacado semejante idea.

-¿De qué me hablas?

- No estás en tu casa, he hablado  a tu casa pero siempre me dicen lo mismo, que estás en el baño o cualquier cosa.  Te conozco, no eres de las que evitan a la gente, además no hemos discutido como para que estés ocultando a mi.  Así que solo  hay una explicación, te escapaste.

- Tanto como escapar... - Yuki rodó los ojos, era cierto que ya no se encontraba en su casa, pero no había sido por una pelea con sus padres o algo por el estilo, era más bien porque no tuvo más elección.

- Entonces no estás con tus padres.  ¿Con quién te fuiste? ¿Es con el chico lindo que te trae diario? ¿Es tu novio? - de manera inconsciente Yuki tomó su anillo de matrimonio que colgaba de su pecho, protegiéndolo entre sus manos.  Cosa que no pasó desapercibida para Silvia.

Un reemplazoWhere stories live. Discover now