01. Amber

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ENERO, 1997

Muchas veces en la vida te pones filosófico, pensativo y extraño, y no puedes negar que en algún momento te preguntas, ¿Cómo terminarán mis días? ¿En una cama cuando sea anciana, en un accidente aéreo como en Lost?

¿Cuando moriré? ¿Será en una año? ¿En dos? ¿En 70?

¿Cuánto tiempo tengo para vivir mi vida?

O lo más común y aterrador que todos se preguntan alguna vez...

¿Cómo moriré? ¿Dolerá? ¿Me daré cuenta? ¿Que habrá después?

Yo me pregunté todo eso muchas veces. Y si, es común que la gente muera y nazca a diario, ese es el hermoso ciclo de la vida... Polvo eres y en polvo te convertirás.

Siempre me asustó saber las respuestas a todas esas preguntas. Y eso era lógico; a nadie le gusta tocar esos temas y hacerse preguntas que imposiblemente podrán responder, porque si; ese cuestionario que aparecía en una revista y que completé asustada cuando tenía 10 años y que supuestamente predecía como terminaría mi vida se equivocó rotundamente. No morí a los 64 años por un ataque al corazón, morí a los 20... y por una mala decisión.

Mi nombre era Amber, Amber Moreau. Y si, tenía 20 años, solo 20 malditos años. Estaba en mi tercer año de universidad, escogí estudiar medicina y rayos, si que me iba bien.

Cuando estaba viva, nunca pensé que la vida después de la muerte fuera algo real. Si, cuando niña iba a la iglesia porque mi mamá me obligaba cada domingo y ahí nos enseñaban que algún día iríamos al cielo si nos portábamos bien o al infierno si habíamos sido malos. Yo me había portado bien... o eso creía. ¿Por qué había terminado así?

Tenía tantas cosas que hacer... tanto por hacer.

Quería recorrer el mundo, quería comprarme una camioneta para recorrer todo Estados Unidos y comer la pizza más grande del país. Quería tener un perro que se llamara Pi y quería vivir en New York.

Quería terminar mi carrera, ser una importante cirujana, quería casarme y tener hijos algún día. Quería verlos crecer y enloquecer cuando fueran a su primera fiesta. Quería tener una casa grande con una gran patio donde pudiera leer todos mis libros de novelas cursis y tocar el césped con mis pies descalzos cada tarde de verano.

Quería encontrar el amor verdadero, quería tener a alguien que me amara. Quería envejecer junto a él y cumplir todos los sueños anteriores junto a ese hombre ideal.

Quería volver a hablar con mi mejor amigo, Ben. Él idiota que dejó de hablarme cuando empecé a salir con Liam y del cual nunca más supe. Lo extraño... y supongo que él a mi, aunque eso ya nunca lo sabré.

Quería que mis papás terminaran sus vidas tranquilos, no envueltos en esa horrible tristeza y desconsuelo que ahora de seguro vivían. Quería que me vieran crecer, no quería que me enterraran primero... dicen que perder un hijo es aún más doloroso que todo lo demás.

Quería que fueran felices, quería devolverles todo lo que ellos me dieron a lo largo de mi vida. Quería que estuvieran orgullosos de mi, pero no pude hacerlo.

Ni quiera alcancé a hacer parte de todo esto.

Y fue mi maldita culpa, yo sentencié mi final. Yo fui la culpable que esta noche, esta fatal noche, mis pulmones terminaran llenos de agua.

Ahora se preguntarán ¿Amber se suicidó? ¿Se ahogó en la bañera con las muñecas cortadas?

Y la respuesta a eso es no.

Save him [Dean Winchester]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora