Tiempo.

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De repente me di cuenta de que el tiempo es otra mentira. Que los relojes solo son la pista de baile de unas agujas que invitan a danzar a números indiferentes,

Que alguien decidió que un segundo dura lo que tardas en contarlo, y que alguien llamó "minuto" al conjunto de sesenta segundos en vez de cien. O tres. ¿Alguien se pregunta por qué? El tiempo no existiría si no fuéramos a envejecer. Tal vez así no nos mataríamos añorando y odiando el ayer. 

El tiempo es una excusa para encerrarnos en una organización hecha de estrés.

Somos prisioneros del tiempo, esclavos del qué hacer. Y lo peor es que somos nuestros propios amos, renunciando a la libertad para degradarnos a ser los carceleros que odiamos pasivamente. 

Incluso calculamos el tiempo libre que tenemos para correr a aprovecharlo bien. Parece que dedicarte tiempo para estar bien, no es aprovecharlo.

 ¿No olvidáis en verano el día que es? Del tiempo nos libramos cuando nos olvidamos de él.


Pero sabemos que hay un futuro inexistente, como el niño que sabe que un día veinticinco vendrá Papá Noel. Aunque en verdad lo creamos nosotros, convencidos de que pasará. Pero si no hacemos lo que creemos que el futuro nos depara, lo cambiaremos. Nosotros vivos el futuro en modo de presente y así lo vamos cosiendo. 

Aunque manejar las agujas nunca se me ha dado bien. 

Y no, no conseguimos coser lo que hubiéramos querido, como buenos artistas que se frustran porque toda fantasía llevada al plano real se difumina. Porque el futuro siempre será presente, incluso pasado, y no elegimos qué vivir. Pero sí como vivirlo. 

El tiempo no acabará con nuestras vidas. Seremos nosotros quienes, corriendo en círculos sobre una esfera numerada, nos clavaremos la tuercas hasta que el cuco de la muerte salte. 

Mi rincón oscuro.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora