[Capítulo 4] |Una flor para cada encuentro|

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Rakan contempló su reflejo mientras peinaba su mechón rojizo. Una sonrisa cínica se asomó por sus labios mientras soltaba una tierna risa. Amaba ver su perfecto atractivo. Quizás sonaba algo demasiado arroragante, pero el vastaya no podía hacer nada para cambiar su personalidad, además de que hacer eso sería como traicionar a su propio ser.

La habitación estaba en completo silencio, no deseaba irse de allí, pues aunque su corazón deseara encontrarse con Xayah, su cerebro le exigía que no, que sería peligroso acercársela. Y prefería seguir los consejos de su mente, pues quería conservar su cordura, la cual parecía desaparecer cuando estaba junto a la chica de cabellos escarlatas.

Una vez Rakan acabó de observar el pequeño espejo colocado en un medallón dorado, fue a la terraza que conectaba con su habitación, dispuesto a observar el paisaje para entretenerse un tiempo, pues aunque amaba su cuerpo, no podía simplemente pasar todo el día delante de un espejo.

Con agilidad, se movió a través de la estancia hasta llegar enfrente de unas puertas de vidrios tapadas con unas cortinas azules. Las abrió y se halló en la terraza, desde la cual se podía observar un gran jardín lleno de flores de colores vistosos y algunos árboles exóticos. Ese parte llena de flora era parte de un jardín botánico que comunicaba con el hotel.

Soltó un suspiro profundo, mientras pensaba en el bello rostro de Xayah. Quizás se había enamorado de verdad, pero solo rogaba con que si algún día se confesaba, que su amor fuera correspondido, pues temía de que Xayah se burlara de sus sentimientos.

Una suave brisa empezó a despeinar al vastaya, mientras que éste se sentaba en una silla que había en esa pequeña terraza, bostezando, aunque todavía era demasiado temprano como para irse a dormir. ¿Pero qué podría hacer? No lo sabía, y quería divertirse. Entretenerse con cualquier cosa, pero si salía de su habitación tenía una pequeña probabilidad de encontrarse con Xayah.

— Una pequeña probabilidad...— Se repitió Rakan mientras se levantaba, dispuesto a ir al jardín botánico, pues la probabilidad de volver a encontrar de nuevo a la joven era bastante baja. Pero contando con la suerte que había tenido que soportar aquellos días no le inspiraba confianza salir a cualquier lugar. ¿Y si cuando llegaba al jardín botánico se la encontraba allí? Parecería como si él quisiera acosar a Xayah, cuando él no tenía la culpa de nada, él solo quería pasear por su 'hogar'.

Al peinarse una vez más en el baño, Rakan salió de su habitación, mientras con paranoia miraba hacia cualquier lado, solo para comprobar de que Xayah no estaba por ningún lugar. Por suerte no estaba, así que pudo tomar el ascensor, que estaba vacío, también por suerte, y fue a la primera planta. Allí, habían un montón de personas entrando y saliendo del hotel, la mayoría con maletas.

Rakan amaba vivir en Runaterra, le parecía un excelente lugar donde vivir y viajar, donde vivir la vida al límite, cambiando de aires. Pero siempre pensó que le faltaba compañía en sus viajes, por lo que quizás ese era el motivo del que se había interesado en Xayah.

Al salir del hotel, se encontró en una calle llena de personas paseando con tranquilidad, cosa que calmó un poco a Rakan, dándole más ánimos para ir al jardín botánico. Pensó en hacer algún picnic, pero luego recordó que sus ingresos habían disminuido, a causa de no haber ido a la taberna de siempre hacía dos días, así que no podía gastar más dinero antes de volver al local y conseguir un poco más de monedas.

En pocos minutos llegó a la entrada del jardín y se halló al frente de un montón de turistas. Su corazón se estrujó al no ver entre ellos a Xayah. Y aunque su cerebro quería evitar a esa joven, su corazón deseaba verla y aclarar sus sentimientos.

Rakan entró al jardín, y contempló con entusiasmo la gran cantidad de flores que decoraban la entrada. Un aroma exquisito se hizo presente del lugar, el aroma de unas rosas amarillas que llamaron la atención de Rakan. Esas rosas amarillas estaban al costado de unas rosas de un color rojizo escarlata.

— Una coincidencia más.— Murmuró Rakan mientras pensaba que esas rosas le hacían volver a pensar en él junto a Xayah como pareja normal. Un sonrojo se reunió en sus pómulos mientras sonreía con felicidad. Por una vez en su vida se sentía en completa tranquilidad, y no se sentía el centro del universo como siempre hacía. Se sentía libre.

Quizás el amor sí que es el sentimiento más poderoso que hay en el planeta, la mayor fuerza, cuyo te controla y no te deja pensar bien. Rakan lo estaba aprendiendo a la fuerza, y nunca pensó que el amor podía ser tan increíble y extraño a la vez, pues siempre tuvo relaciones pasajeras, y la mayoría fueron con jóvenes humanas. Nunca con otras vastayas, pues habían muy pocas por la zona en la que vivía él.

Con una sonrisa en el rostro, Rakan empezó a caminar por los extensos senderos del jardín botánico, contemplando maravillado cada planta, sintiendo como su estómago emitía un gruñido cada cierto tiempo. Tenía hambre, no había desayunado bien, o bueno, no le había sentado bien la comida.

En una hora, Rakan había acabado con todo el jardín botánico, que por desgracia no era demasiado grande, así que tendría que ingeniárselas para poder entretenerse.

Cuando estaba a punto de darse la vuelta para regresar lo más rápido posible al hotel, un establecimiento dispuesto al costado de la entrada del jardín botánico le llamó la atención. Una floristería. Rakan no contuvo sus ganas y entró en el local, viéndose envuelto en un aroma parecido al que había en el interior del parque botánico, pero éste era más leve.

En uno de los estantes del establecimiento, había una gran cantidad de semillas que llamaron la atención de Rakan, quien se acercó a unas semillas de rosas, que por la imágen del paquete, eran amarillas. Rakan suspiró, y se prometió a sí mismo que aquella misma noche iría a conseguir más dinero, por lo que podría permitirse aquel capricho.

Tomó el paquete de semillas entre sus manos y fue a pagarlas. Había tenido una ocurrencia, algo estúpida, algo romántica, algo demasiado demente. ¿Qué le estaba haciendo Xayah?

Una vez pagadas las semillas, Rakan volvió al hotel, con aires de grandeza una vez más, y corrió hasta llegar al ascensor y poder llegar a su habitación. Junto a las semillas, también había comprado un tiesto, un saco de abono y tierra, y una regadera para poder plantar las semillas.

Al entrar en su habitación, Rakan encendió las luces para ir a buscar un poco de agua que luego pondría en la regadera. El vastaya empezó a tararear una canción mientras tomaba la tierra y el abono para después abocarlos en el tiesto. Acto seguido derramó tres semillas en el interior del tiesto.

Una semilla por cada encuentro con la vastaya que le había robado el corazón. El primero, fue en el bar. El segundo cuando entró en el ascensor del hotel. Y por último, cuando encontró a Xayah en el restaurante, y fue allí cuando descubrió sus verdaderos sentimientos.

Y cuando llegara a las doce semillas plantadas tendría que confesarse ante Xayah. Ese era su plan, y lo cumpliría al pie de la letra, pues al fin, se había enamorado de verdad, y haría todo lo posible para tener entre sus brazos a Xayah.

CONTINUARÁ

[Rakan x Xayah] Un nuevo despertar [League Of Legends]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora