[Capítulo 3] |Si el mundo te odia... sonríe|

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Rakan enrojeció cuando supo del ridículo que acababa de hacer, sintiendo como el mundo caía sobre sus hombros. Además de quedar mal en frente de Xayah, tendría que pagar el costo de los platos que había roto.

— Creo que hoy el mundo no está de mi parte.— Murmuró algo arrepentido mientras se agachaba para recoger los restos de tarta de chocolate que se habían derramado por todo el suelo, junto a los pedazos de plato.

Pero por desgracia, en un movimiento en falso, Rakan se hizo un tajo entre su dedo meñique. El vastayano soltó un quejido de dolor mientras se limpiaba la sangre del corte con la lengua, sintiendo un agudo dolor recorrer su cuerpo.

Mientras tanto, delante de él, estaba Xayah con posado serio, aunque por dentro quería reír por la mala suerte del vastaya que se hallaba en frente a ella. Y una carcajada salió de sus cuerdas vocales.

Rakan la miró, asombrado por la cristalina voz que salió de las carcajadas de Xayah, y sintió como su corazón empezaba a martillear en su pecho. ¡Había conseguido hacerla reír, y sonreír a la vez! Quizás no era algo del otro mundo, pero para él fue un gran logro. Sonrió, pero el dolor todavía seguía presente, y bastante doloroso todavía.

— Ven.— Murmuró Xayah mientras dejaba el plato donde estaba su desayuno en una de las encimeras, para después dirigirse a Rakan, quien se levantó con los trozos de vidrio entre sus dedos, intentando no herirse más.

Rakan la siguió como si fuera una oveja ante su pastora, saliendo de la cafetería. El vastaya miró confundido a la chica que le guiaba. ¿A dónde se supone que iban? No lo sabía, pero pronto lo averiguaría.

En pocos minutos, llegaron al pasillo que conectaba con el ascensor que les permitiría acceder al pasillo de las habitaciones del segundo piso.

— ¿Dónde vamos?— Preguntó Rakan, haciendo que el rostro jovial de Xayah desapareciera y volviera a convertirse en un semblante frustrado.

— No preguntes. Solo camina.— Ordenó con tono imperioso la chica de cabellos escarlatas mientras seguía caminando, entrando en el ascensor y haciendo un gesto para que Rakan la acompañara. Éste obedeció al instante, colocándose al lado de Xayah, quien se mostraba incómoda, pues a diferencia de Rakan, ella era bastante baja.

Al final, el ascensor llegó a su destino, y Xayah siguió con su rol de pastora, guiando con sabiduría a Rakan hacia la entrada de una habitación, y Xayah extrajo de uno de sus bolsillos una tarjeta, por lo que Rakan pudo deducir que se hallaban delante de la habitación de Xayah. ¿Pero qué hacían allí?

Miles de pensamientos se cruzaron por la mente de Rakan, pensamientos de una mente demasiado sucia, pero pronto se disiparon al ver que la puerta ya estaba abierta, y Xayah le estaba invitando a entrar allí.

El vastaya observó todo lo que había a su alrededor, encontrándose con la mirada severa de Xayah.

— ¿A caso siempre eres tan curioso en las 'casas' de los demás?— Preguntó mientras desaparecía tras una puerta, dejando a Rakan solo, incómodo y con curiosidad. Quería ver cómo era el 'apartamento' donde vivía Xayah, pero lo que le acababa de decir la joven parecía más una amenaza para que no curioseara que no una advertencia.

En menos de un minuto, Xayah regresó hacia donde se encontraba Rakan, sujetando entre sus brazos unas cuantas vendas y agua oxigenada. Rakan se sobresaltó, sabiendo de las intenciones de Xayah. ¿Cómo era posible que fuera a tratar su herida? No lo entendía, ya que esa chica se había portado borde con él siempre que la veía, y encima, ella lo aborrecía.

Xayah se sentó en un sofá, mientras indicaba a Rakan que se sentara junto a ella, y éste volvió a obedecer, como si algo en su interior le obligara, pero no sin voluntad, lo hacía porque quería, pues le parecía que Xayah en realidad era alguien bastante simpática, pero que escondía sus inseguridades en una capa de insensibilidad para no ser dañada por el mundo. Rakan conocía muy bien los tipos de personas que habían en Runaterra.

Con delicadeza, Xayah tomó la mano herida de Rakan, y con sutileza, tomó una venda, empeñándola con algo de agua oxigenada y se la colocó en el tajo, haciendo que Rakan sintiera un escalofrío por el dolor, pero no duró mucho.

Mientras Xayah le rodeaba la herida lo mejor posible, Rakan aprovechó para ver su rostro. Los ojos ámbar de la muchacha estaban enfocados en su mano, y su cabello escarlata se había alborotado un poco, además de que sus labios esbozaban una mueca que parecía ser de concentración. Se veía muy bella, lástima que solo le estaba ayudando por educación. O eso es lo que creía Rakan.

— ¡Ya está!— Exclamó Xayah, limpiándose las manos con un trapo que había traído. Rakan la miró, pues quizás debería irse ya de la habitación de su 'pastora' y volver al restaurante del hotel para pagar los costes de los platos que había fragmentado.— Ahora que ya estás curado, vete de aquí.— Ordenó.

— ¡Sí!— Gritó Rakan al ver en los ojos de Xayah un poco de furia, una furia que él no se podía explicar, no encontraba la razón. ¿Por qué Xayah le odiaba tanto? Quizás tenía buenos motivos, pero no podía saberlo con exactitud hasta que no la conociera por completo, pero parecía que sería demasiado difícil poder hablar con ella.

Rakan, al salir de la habitación del hotel perteneciente a Xayah volvió al restaurante del hotel, donde habían unos cuantos encargados de la limpieza recogiendo los trozos de vidrio esparcidos por el suelo, el vidrio de los platos.

— ¿Por qué los humanos fabrican los platos de un material tan fino? Bueno, aunque hay algunos platos de porcelana... Bueno, pero sería lo mismo.— Divagó Rakan, yendo como si nada a coger otra vez su desayuno, pues nadie le había prestado atención a lo que había pasado con los platos, y los pocos que lo habían visto lo habían tomado como un accidente propio de un despiste, así que no tuvo que pagar los costos, por suerte. Y no iría a decir de que él rompió los platos sin querer.

Rakan se sentó al fin en una de las mesas, tomando pequeñas cucharadas de un flan y una tarta, mientras cerraba los ojos de vez en cuando para dejar pequeños suspiros salir por su boca. No entendía sus propias emociones, pero lo único que sabía era que esa chica le había cautivado, cuando sabía que ella nunca se fijaría en él por cosas obvias.

El vastaya sonrió, nostálgico, aquello le recordaba a cuando todavía era un adolescente y se había enamorado. En ese entonces era un pequeño niño que no sabía nada sobre el mundo, y claramente salió perjudicado de su enamoramiento. Pues ahora se sentía igual que en aquel entonces.

Al acabar de desayunar salió del restaurante, intentando aclarar sus sentimientos, hasta que decidió poner en práctica sus nuevos pasos de baile, y aunque muchos contaran con la presencia de Xayah por sus estúpidos pensamientos de enamorado, le daba igual. Tarde o temprano encontraría alguien que suplantara a Xayah. Tarde o temprano, pensaba.

¿Pero qué sería de él si el mundo le empezara a odiar de aquel día en adelante? Lo único que le quedaría sería sonreír, no había más opción.

Y pronto, las cosas a las que Rakan estaba acostumbrado cambiaron por completo. Si es que no habían cambiado desde la llegada de Xayah a su vida.

CONTINUARÁ

[Rakan x Xayah] Un nuevo despertar [League Of Legends]Where stories live. Discover now