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Arath y yo mantenemos una conversación ligera mientras avanzamos entre los árboles, damos con un pequeño arroyo. El agua se ve azul, debido a las rocas que hay debajo. Las plantas alrededor tienen una tonalidad aqua con franjas amarillas. Se mira exótico.

—Me gustaría volver aquí cuando acabe todo esto —confieso—. Es hermoso.

—Cuando termines la escuela, quizás podríamos organizar un viaje. Es hasta septiembre, ¿no?

—Sí, con el inicio del otoño.

El calendario escolar del Instituto es diferente al del resto de las escuelas, cursamos cuatrimestres dos veces año. Le dan opción al estudiante y a los padres de elegir en qué estación prefieren acudir. Otoño y primavera son mis estaciones favoritas, así que alterno entre verano e invierno para las clases. Este es mi último cuatrimestre, me graduaré como una estudiante normal. No habrá menciones especiales ni ceremonia de culto porque sigo siendo aprendiz.

—He visitado algunos lugares que rivalizan con la belleza de este paisaje. Me encantará mostrarte el mundo. —Seguimos con la exploración, dos hileras de árboles frondosos forman una V invertida, al final, dos troncos se juntan con sus ramas en lo alto, pareciendo gemelos—. Mira allí, ¿notas eso? —Señala la notoria apertura entre los árboles, luce como una especie de cortina transparente. Me acerco y puedo rozarla con los dedos, es como si moviera agua, excepto que no moja.

—Esta debe ser la entrada a la Tierra de los Dragones. Localicemos a los chicos.

—No será necesario, ya vienen.

Kyanna es la primera en dejarse ver, trae puesta la chaqueta de Braden, dejándolo a él en camiseta sin mangas; debo pensar en un hechizo para que Kyanna pueda transformarse cada vez que quiera sin terminar desnuda.

—Arath me informó que encontraron el lugar, no estábamos muy lejos —comenta Braden al notar mi sorpresa, creí que se hallaban a una mayor distancia, hace media hora que nos separamos. Lo miro con los ojos entrecerrados, ¿cómo pudo haberle dicho cualquier cosa?

—Tenemos un vínculo mental —dice Arath en voz baja, adivinando mis pensamientos—. Más tarde te contaré sobre ello.

Sin más preámbulos, atravesamos la barrera, uno detrás del otro, es como entrar a un mundo totalmente diferente. Incluso el aire que se respira aquí es distinto.

Animales de todos los tamaños se asoman a darnos la bienvenida, no parece haber peligro. Avanzamos hasta dar con un enorme claro, el azul del agua y el cielo es casi el mismo, son tan profundos y atractivos los colores.

—¡Wow! —Asombrada, Solangel se adelanta. Dragones de todos los colores están esparcidos en un radio que no alcanzo a acertar. El vasto suelo verde y marrón se extiende por kilómetros y kilómetros.

Algunas de las gigantes criaturas levantan sus cabezas, se hallan descansando bajo el cálido resplandor del sol. Otras vuelan en lo alto, decorando el cielo con nubes de colores que escupen de sus hocicos puntiagudos. Observamos maravillados cómo un puñado de ellos cambia a su forma humana.

—Solangel. —La voz grave viene de un hombre alto, con el pelo rubio y los ojos turquesas con destellos verdes, a pesar de su tez oscura, como chocolate con leche. Mi hermana ciertamente heredó sus mejores rasgos y solo la piel de porcelana blanca de su madre—. ¡Cuánto has crecido! Te ves hermosa... —Se para frente a nosotros el único dragón que ha invadido nuestro espacio.

—Conde Lorian. —Mi hermana y yo nos inclinamos a la vez, haciendo una reverencia.

—No, por favor. Lorian está bien, lo de Conde es solo un título fuera de aquí. Además, soy quien debería inclinarme, princesa del Atlántico.

Diosa de La LunaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora