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Es nuestra última noche en Francia. Durante el día, estuvimos yendo de aquí para allá, entrando a cada lugar que nos pareció interesante. Logramos pasar un buen momento entre amigos, Solangel se comportó extrañamente bien, lo cual agradecí internamente.

—¿Te apetece dar un paseo? —pregunta Arath, los chicos se fueron a la cama hace unos minutos, dejándonos a solas en la terraza. El clima es fresco, el cielo está pintado con miles de estrellas, es una noche hermosa y, en compañía de este vampiro sexy, es aún más especial.

—¿Qué sugieres? —inquiero, lo cierto es que no me opongo a pasar más tiempo con él.

—Te prometí una visita guiada al Château D'Amboise.

—Pero es tarde, estará cerrado.

—Podrías... transportarnos allí.

—Eres una mala influencia, Arath Cerati —acuso con una sonrisa.

—Te aseguro, ma lune, que no te he mostrado cuán malo puedo ser, todavía. —Me guiña, elevando una esquina de su boca.

—¿C-cuándo me enseñarás...? —balbuceo, excitada.

—Pasa esta noche conmigo, y te daré un pequeño vistazo.

No tiene que repetirlo, tomo su mano y, en un parpadeo, estamos en el castillo. Vi fotos del interior antes de dejar Londres; cuando Arath me dijo que podíamos venir, quise saber por qué le gustaba este sitio.

—Eres una cosita curiosa, ¿no es así? —musita, atrayéndome a su cuerpo, mis manos reposan en su pecho vestido con una camisa negra.

Me sonrojo furiosamente, no quiero parecer desesperada.

—¿Eso te molesta?

—Todo lo contrario. —Noto el brillo rojizo en sus ojos—. ¿Vamos? —Toma mi mano y me guía a través de los pasillos.

—¿Qué tiene este lugar de especial?

—Su estructura —comenta—. Ha habido cambios con el pasar de los años, sin embargo, aún posee ese toque antiguo que me resulta atractivo.

—¿Te gusta la historia?

—Estoy obsesionado con el origen y evolución del mundo —admite, sus mejillas tienen un leve rubor, es tierno—. ¿Sabías que los humanos implementaron la monarquía a raíz de un encuentro con Jahistbel?

—¿El romano de los libros de historia? —inquiero, sorprendida.

—Él no era romano de nacimiento —aclara—. Según mis investigaciones, Jahistbel era hijo ilegítimo del segundo Rey de Las Tinieblas, desterrado de sus tierras por insubordinación. Vagó durante décadas alrededor del mundo. Bueno, tanto como se podía en aquel entonces. Desesperado por hacerse un lugar en su nuevo hogar, motivó a las personas correctas y poco a poco, nacieron los reiks, emperadores, entre otros. Su idea original era ser él quien gobernara. No obstante, las brujas y los cambiaformas, que eran las facciones con mayor poderío en esa época, no iban a permitirlo.

—Entonces se metió con la criatura equivocada —añado, al rememorar esa parte de la historia—. Fue una batalla con otro de su clase.

—Su sobrina, de hecho. La heredera al trono. A quien ahora conoces como la Reina.

—¡Vaya!

—Sí, la enviaron a poner orden, en resumidas cuentas. Destruyó a Jahistbel y, al darse cuenta de la baja influencia que tenían los vampiros en la superficie, posicionó y nombró a su hermano pequeño como el nuevo Rey.

—Y así surgió la Asamblea —termino por él—. Espera, ¿eso quiere decir que estás emparentado con la Reina?

—Podrías decir eso. Bronthiel, nuestro fundador, tenía una compañera de vida, una humana. —Jadeo, completamente asombrada. ¿Mezcla de especies sobrenaturales? Confirmado. ¿Una criatura mágica con un humano? Nunca había escuchado tal cosa. Eludimos relacionarnos con ellos, lo que sea por evitar que sepan de nuestra existencia. Habrá sus excepciones, no lo dudo. Tendría que ser un alma pura, sin maldad alguna. Nuestro secreto en las manos equivocadas... causaría un desastre universal.

Diosa de La LunaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora