17

2.4K 262 17
                                    

Los dragones son escasos y son considerados abominaciones.

No entiendo el porqué, si son criaturas hermosas, tan poderosas y llamativas. Supongo que en ese sentido somos más parecidos a los humanos de lo que me gustaría admitir.

—Por supuesto, encontré extraño que el famoso y temido Conde Lorian estuviera allí y me acerqué aún más, hasta que pude escuchar lo que decían. —Desvía sus ojos al suelo, sus dedos se mueven con nerviosismo—. Él es mi padre.

—¡¿Qué?! —Alzo la voz, sin poder creer lo que ha dicho, me pongo de pie y camino de un lado a otro. Lo ha dicho tan segura, realmente lo cree—. No es posible... —Detengo mis pasos y me arrodillo ante ella—. Solangel, mírame. —Sus ojos llorosos se clavan en los míos y puedo ver que dice la verdad, pero, ¿cómo?

—No lo creía tampoco, me quedé allí el tiempo suficiente para confirmar lo que decían, pensé que había escuchado mal y que en cualquier momento se retractarían. No lo hicieron. —Empieza a sollozar, lágrimas caen de sus ojos y no hago otra cosa que llorar con ella.

«¿Por qué nada de lo que creí es cierto? ¿Qué otras cosas no son lo que parecen?».

—No soy tu hermana, nunca lo fui. Y te quería tanto, me desquité contigo. Tu vida era perfecta a pesar de no tener a tu madre. Braden te adora, eres la luz de los ojos de tu padre y mi madre... mi madre no es más que una vil mentirosa. Aún después de todos estos años, no me cuenta la verdad.

—¡Dioses! No sé qué decirte, Sol. —Hago una pausa—. ¿Lo sabe mi padre?

—No lo sé, nunca me ha tratado mal, pero no siento esa conexión que compartes con él, ¿crees que se haya dado cuenta? ¡Dioses! ¿Cómo reaccionaría si se enterara ahora?

—Papá es un buen hombre, te querría de todas formas. En cuanto a Braden, tampoco tiene esta conexión con mi padre —menciono con el ceño fruncido.

—Pero contigo sí —refuta—. ¿Y conmigo? Ni una sola chispa —dice dolida, en eso tiene razón—. Soy un monstruo igual que mi padre y me convertí en una embustera tal cual mi madre. Si Craven no sabe que no soy su hija, mi madre estará en serios problemas, y si lo sabe... es igual a ella.

—No, no. Si mi padre no lo sabe y lo supiera en este instante, nada cambiaría, él te quiere. Braden te quiere. Yo te quiero —ratifico—. Y si papá lo sabe y no ha dicho nada, será porque no quiere causarte ningún daño. Si no, ¿por qué estarían tú y tu madre aquí? En todo caso, quien te debe explicaciones es ella.

—No soy tu hermana, no soy como tú ni tu padre —continúa, haciendo oídos sordos a mis palabras.

—¿De qué hablas?

—Eres una sirena, igual que tu padre. Si estuviera emparentada con él, también sería como tú. —No tenía idea de que mi hermana supiera mi secreto.

—¿Cómo...?

—Esa noche en el campamento no fue la última vez que espié a escondidas. Te seguía a todas partes, incluyendo al jardín oculto.

—Madre de los Dioses —musito, esta niña es increíble.

—¿Sí sabes que es muy raro que una criatura herede ambos rasgos de sus padres?

—Pero tú lo hiciste...

—Tú y yo no somos iguales, no...

—Tienes razón —me corta—. No eres mi hermana. Ustedes no son mi familia, no encajo aquí. —Llora otra vez.

—Te equivocas, cada uno de nosotros tiene un lugar especial y, si sientes que no encajas, será porque no lo has intentado. La familia no la hace la sangre... —Alguien se aclara la garganta e interrumpe mis palabras. Ambas miramos a nuestro padre, que se encuentra de pie en el umbral de la puerta, tiene los ojos vidriosos y me pregunto cuánto habrá escuchado.

Diosa de La LunaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora