· XXV · Parte 2

1.4K 194 21
                                    


            Silencio y oscuridad. Oscuridad y silencio. Aunque parezca no existir temperatura alguna, sudo por el terror que estoy viviendo ahora mismo.

No sabría decir si poseo brazos, piernas o incluso cabeza, pues no siento mi cuerpo sin embargo puedo escuchar mis pensamientos.

Me noto ligera, como si de una pluma se tratase aun así esta sensación no puedo disfrutarla al no saber de mi extraño paradero.

El suponer que estaré aquí eternamente está haciendo que comience a hiperventilar. Tengo miedo, tengo miedo, tengo miedo...

Una melodía sin letra, pero cantada por lo que parece por una mujer hace que me dé la vuelta de golpe. Juraría que hasta hacía un momento estaba inmersa en plena oscuridad, pero ahora diría que hay un punto blanco justo por donde procede ese cantar.

Me desplazo con lentitud, no estando segura a donde me iba a llevar no obstante, cada vez que me aproximo el punto se hace más grande y a su vez escucho la canción más clara y alta. Ahora me aferro a la idea de que yendo allí será mi salvación y comienzo a correr.

La oscuridad se ha quedado atrás y con la luz que ha surgido al haberme acercado puedo apreciar mis brazos y mis piernas, estoy entera pero parece que haya encogido.

El silencio se ha transformado en la melodía y en este momento ya no podría decir de donde procede, ya que ahora ha llenado todo el lugar.

Al encontrarme en un sitio totalmente opuesto, ruedo sobre mis pies por si veo algo que me pueda decir donde me encuentro. Me detengo cuando veo a una mujer en blanco y negro, cuyo rostro no puedo observar pues está tapado por el pelo, en frente mía a unos pocos pasos.

Al principio no la reconozco y me pongo a la defensiva, sin embargo cuando veo su sonrisa caigo en la cuenta.

-¿Ma... Mamá? –Me atraganto con mis propias palabras al no creer lo que estaba diciendo.

De pronto se llena de color, su piel blanquecina más que la mía, su largo cabello azul del que yo había heredado y el último vestido beige con la que la vi en vida.

No dice nada, solo sonríe más ampliamente dándome a entender que afirmaba mi pregunta.

Mis ojos se agrandan al prepararse para llorar, alargo mi mano para poder tocarla, lo necesitaba, después de tantos miles de años ya casi había olvidado su apariencia.

-Mio –me llama una voz masculina que suena detrás de mí.

Al girarme, me percato que veo en distinta altura, como si hubiera crecido casi el doble de repente, sin embargo no me reparo a observar los cambios al ver a quien tenía en frente.

-Hiryuu... –Digo en un suspiro.

Ya me había pasado otras veces, el tener alucinaciones sobre él y los otros Dragones, aun así el saber que tenía a mis espaldas a mi difunta madre, cosa que nunca me había pasado, me daba a entender que ahora era diferente.

-Has actuado bien todo este tiempo –me felicita mientras se va acercando a mí.

Esas palabras no ayudan a que paren mis ganas de llorar.

-Te has mantenido fuerte, esperando mi llegada con otro cuerpo y mente durante muchísimos años. Abandonaste la idea de formar una familia, que era lo que tanto deseabas sólo para cumplir tu promesa... –Me estrecha contra sus brazos– Te has comportado muy bien...

ℓα ℓσвα ףυє αмαвα α ℓσѕ ∂яαgσиєѕ · AKATSUKI NO YONAOù les histoires vivent. Découvrez maintenant