· XXII ·

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Soo-Won pasea por los pasillos del Castillo sin ninguna prisa hasta llegar a su habitación. De camino se ha topado con gente y él les saluda amablemente con una sonrisa.

Cuando por fin entra al habitáculo, cierra la puerta y apoya su espalda en ésta. Con la mirada perdida observa el suelo y su mente rememora su juventud junto aquellas dos personas que le marcaron tanto.

-Hice lo que debía... –Se dice a sí mismo para justificarse.

De pronto siente algo, como si le estuvieran acechando. Se aproxima a la ventana con sigilo, saca la cabeza y mira de un lado a otro, no hay nadie.

Suponiendo que son imaginaciones suyas por estar tan cansado, decide dejarlo estar y se cambia de ropa para irse a dormir, ya que era muy tarde.

Una vez vestido con el pijama se sienta en el borde de la cama mirando la puerta donde antes se había apoyado mientras sujeta con las manos su cara. Cierra los ojos y pega un gran suspiro, deseando que sus planes dieran su fruto cuanto antes.

-Buenas noches... –el rubio se gira para encontrarse a una chica en su ventana– Su majestad –hace una reverencia con una sonrisa maliciosa.

Soo-Won se levanta de golpe, coge una espada que tenía escondida y le apunta con ella.

-¿Cómo has conseguido entrar... –Achica los ojos– Loba Elemental?

-Hm...

La peliazul de un salto toca el suelo, unifica sus manos a la vez que se las coloca detrás de la cadera y comienza a observar el lugar, como si olvidara que le está amenazando.

-Y como no, duermes en la misma que la de Hiryuu...

-¿A qué has venido? –Pregunta sin apartar la vista de la joven.

Ella se para y gira sobre sus pies para mirarle a la cara.

-No vengo a separarte la cabeza de tu cuerpo, puedes calmarte.

Mantienen la mirada durante un rato en silencio hasta que él decide bajar el arma. Es entonces cuando ella saca un sobre y se lo muestra.

-¿Qué es?

-Cógelo y lo sabrás.

El rubio observa con total detalle lo que sujeta la chica, no debía confiarse tan a la ligera.

-Como se nota que ya han intentado matarte más de una vez, ¿eh? –Lo abre, saca una hoja, la olisquea y se la enseña– No está envenenada –él achica los ojos–. Que sea inmortal no quiere decir que no me afecte.

La lanza a sus pies y dudoso la recoge. Comienza a leerla mientras que de vez en cuando alza la vista para vigilar a la bicolor.

-¿Una carta de guerra?

-Así es –ella se sienta en la cama y estira los brazos–. Queremos que sepas lo que vamos hacer, para que no te pille de improvisto y ganemos de forma sucia... –le echa una mirada acusadora– No como tú.

Soo-Won siente un pequeño pinchazo al escuchar sus últimas palabras, sabía a lo que se había referido con eso.

Mio se tumba, llevándose las manos detrás de su nuca. Al notar la mirada del rey, abre su ojo azul.

-¿No piensas irte? –Interroga él.

-No he acabado contigo.

-¿A qué te refieres? –Frunce el ceño.

ℓα ℓσвα ףυє αмαвα α ℓσѕ ∂яαgσиєѕ · AKATSUKI NO YONAWhere stories live. Discover now