Capítulo 16

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—¡Olivia Esquivel Castro! ¿Eso que veo en tu cuello es un chupetón?

¡Mierda, se está sacando la chancla!

Ahora mismo mi madre está en plan: "quiero una explicación pero no quiero oírte".

Vale, sí, tengo un chupetón en el cuello. Después de que Axl, mi novio (qué bien suena), formalizara lo nuestro, nos vinimos a casa a curarme la mano. No sé cómo pasó, pero antes de que me diera cuenta nuestros besos pasaron a mayores. Normalmente nos liamos en el sofá, hacerlo en mi cama me asusta, pero esta vez no, así que lo llevé a mi habitación y nos enrollamos en la cama.

No solemos pasar de unos besos y manoseos inocentes, pero la cosa se puso muy caliente y acabamos ambos en ropa interior. No llegamos a más (aún no estamos listos), pero, al parecer, el chico me ha hecho un chupetón en un lugar visible. ¿Lo más gracioso? ¡Ni siquiera me había dado cuenta de que lo tenía! ¡Ni se me ocurrió maquillarlo o ponerme una bufanda! Bueno, es verano y sería algo raro, pero cualquier cosa es mejor que la cara de mi madre ahora.

Imaginaos por un momento la escena: yo en guardia pero sabiendo que no puedo tocarla porque es mi madre, ella con las fosas nasales abiertas lo máximo posible y respirando fuertemente con una chancla en la mano y lanzándome una mirada que congelaría el mismísimo infierno.

Tengo miedo. Mucho miedo.

—A ver, mami, puedo ex...

—¿Quién te ha hecho eso, Olivia? ¿Tienes novio? ¿A los quince años? ¿Qué habíamos acordado?

Solo podrás tener novio cuando acabes el instituto, repito mentalmente. Mira que es pesada...

—No, mami, es que...

—Ah, no es tu novio. ¿¡No ves que solo te está utilizando para desahogarse!? ¿Crees en serio que te quiere? ¡Si te quisiera ya habría venido a presentarse! ¡Te asumiría! ¡Si él te deja preñada mañana se hará el loco y si te he visto no me acuerdo! ¿Lo entiendes?

Hala, ni conoce al chico y ya se ha montado la película.

—¿Acaso quieres acabar como yo? ¿Quieres acabar trabajando trece horas al día y comiéndote la mierda de los jefes y de los clientes? ¿Eso quieres?—Está relajando la mirada. Ha pasado de la fase te voy a matar, a la fase intentaré llegar a ti mediante el diálogo y mis dotes de vidente—. ¡Te lo he dado todo! ¡He hecho todo lo que ha estado en mi mano para que estudies y tú lo echas todo por la borda por un chico que vete a saber qué pieza es!—He aquí el chantaje emocional.

Ahora pasa a la temida fase de tengo que desahogarme. Y es cuando empiezan las chancletadas.

***

Después de unos cuantos chanclazos, unos sermones y un "ya hablaremos cuando llegue tu padre", me encuentro en mi habitación con el culo tan dolorido que tengo que estirarme apoyando la espalda en el colchón. Mi madre me ha quitado el móvil, el ordenador (que, en realidad, poco me importa teniendo libros) y me ha obligado a pasar las vacaciones en casa de tía Ana (eso sí me jode un poquito. No podré ver a Axl) desde que ella salga a trabajar hasta que vuelva. Solo podré estar en casa si hay alguien.

Genial. Ha sido un día cojonudo.

—¡Hola, cariño!—oigo que saluda mi padre desde abajo. Acaba de llegar. Oigo el mua del pico que le da a mi madre siempre y luego le susurra algo—. ¡¿QUÉ?!

Empieza la fiesta.

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