Capítulo 1

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Es como si Mandy viviera aquí. En serio, es empezar el verano y olvidarse de que tiene casa. ¡Se pasa todo el puto día en la mía molestando! Ahora mismo, por ejemplo, mientras intento leer, ella pone una canción de Lana Del Rey a todo volumen.

—Mandy—Ella me ignora mientras teclea en el móvil y canta la canción en voz baja. Lo bueno es que hace caras y la canta con emoción—. ¡Mandy!—llamo nuevamente, pero ésta vuelve a ignorarme y sube el tono de voz para cantar su parte favorita. Comprarle un altavoz a esta chica fue la peor idea que sus padres pudieron tener. ¿A quién coño se le ocurre comprar un aparato que puede llegar a un volumen tan alto a una yonqui de la música a quien le gusta ponerla al máximo mientras los demás intentan concentrarse?—. ¡MANDY, JODER, BAJA EL PUTO VOLUMEN DE UNA PUTA VEZ, COÑO!—Se asusta y deja de teclear al instante para bajar el volumen del altavoz.

—Malhablada—masculla y devuelve la atención a su móvil. Por fin yo puedo regresar a mi lectura, pero no logro ni terminar la línea que ya llamaban a la puerta—. Debe ser Isa—Se levanta del sofá y va a abrir mientras yo respiro hondo.

Olivia, cálmate. No deseas pasar el resto de tu vida en la cárcel a pesar de lo satisfactorio que sería darle una codazo en toda la nariz a tu prima y hacerle saltar el piercing por el impacto. Cálmate.

No es que Isa me caiga mal, de verdad, ella es casi tan amiga mía como de Mandy, pero mi queridísima prima tiene la puta manía de invitar a gente a mi casa sin mi puto permiso. Un día llegué y me encontré con el tocapelotas de Axl y el bombón de Alex gorroneándome el WiFi por invitación de Mandy. Encima, justo volvía de kickboxing, así que estaba bien guapa (sarcasmo on) para impresionar al rubio. Encima apestaba a más no poder. Creo que las plantas que la vecina tiene al lado de la puerta se marchitaron al pasar yo, ¡y eso que son de plástico!

—¡Hola, cariño!—saluda Isa acercándose a darme un besazo en la mejilla y un abrazo.

Isa es extremadamente cariñosa y alegre. No sé cómo lo hace, pero en mi puta vida la he visto de mal humor. ¿¡Cómo coño lo hace!? ¡Yo no consigo pasar ni dos horas sin cabrearme con alguien y mandar al mundo a la mierda!

—¡Hola!—saludo intentando corresponderle con el mismo amor.

—Déjalo, Via, lo tuyo no es el romanticismo—Fulmino con la mirada a la bocazas de Mandy mientras Isa se ríe. ¡Joder, encima que me esfuerzo!

—Tranquila, cariño, aún así te quiero—Me da otro beso y se acomoda en el sofá junto a Mandy mientras yo intento volver a mi lectura—. Oye, he convencido a mi madre de hacer una fiesta para mi cumpleaños-Mandy y ella saltan emocionadas en el sofá—. Será el día 2 en mi casa y será de pijamas. A las ocho iremos a cenar al restaurante de Mei y luego iremos a la discoteca hasta la hora que queramos. Volveremos a casa para dormir y os podréis ir a la hora que queráis.

—¡Será la hostia!—grita Mandy mientras choca los cinco con Isa.

—¡Ya ves! Pídele ya permiso a tu madre, y tú a la tuya, Via—Hago un gesto afirmativo con la mano.

—¿Y quién va a ir?

—A ver, van Nat, Carol—Mandy no puede evitar hacer una mueca de asco al oír el nombre de Carol. Hubo un tiempo en el que eran amigas y Mandy le contó quién era su crush, pero ésta fue y se lió con él. Desde entonces Mandy la odia y cuando Mandy odia a alguien no se molesta en ocultarlo—, Kat, M...

—¡Eh, mira esto!—Mandy le acerca el móvil a Isa para enseñarle algo y, al ver que se ponen a hablar de la vida de alguien a quien no conozco, desconecto de su conversación para volver a sumergirme en mi lectura.

***

Mandy viene a mi casa para que vayamos juntas a casa de Isa. Se trae una mochila grande con todas sus cosas dentro. Mi prima es una chica a quien le gusta arreglarse, así que le encanta sacarle partido a sus ojazos marrones y a sus exuberantes curvas.

Mi mochila, a diferencia de la suya, es más pequeña y está prácticamente vacía.

—¿Con qué pretendes ir a la discoteca?—pregunta revisando mi mochila. ¿Es gilipollas o qué? ¡Está sujetando la ropa con la que voy a ir y me lo pregunta!

—Con lo que tienes en la mano, estúpida—Ella mira mis shorts de salir (que son los que en mejor condiciones están) con asco. Me mira, me da una mirada de profunda tristeza y, de repente, se arrodilla delante de mí y me coge ambas manos.

—Olivia Esquivel Castro, yo, Amanda Gómez Castro, te imploro que, por una vez en tus quince años de vida, accedas a dejar que yo te arregle. Te ruego que confíes en mí para la elección de tu conjunto y para el maquillaje. Por favor.

No puedo evitar reírme. A mi prima le encanta maquillar a gente, pero adora maquillarme a mí. Creo que solo lo hace porque soy la única que se opone. No me gusta maquillarme.

—Si me lo pides de ese modo, me comprometo a hacer un esfuerzo y a dejarlo todo en tus manos—Ella sonríe como una niña a la que le regalan una piruleta. Me acerco al armario y abro las puertas—. Todo tuyo.

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