Capítulo 15

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Necesitaba de Sophia más que nunca; lo cual me asustaba. Necesitarla no era ni sano ni seguro. Parecía más sensato de vuelta a California, pero no podía hacerlo.

Casi no dormí la noche anterior. Llame a mi abogado a su casa para concertar una entrevista a primera hora de la mañana; para eso todavía faltaban unas horas. Pase la mayor parte de la noche buscando pasajes en las Escrituras que hablasen de la verdad y la esperanza. En una ocasión, Sophia me había comentado que le gustaba leer los salmos en busca de seguridad y esperanza. El Salmo 18 me brindo un gran bienestar.

Tome mi Biblia de la mesa de noche y busque el salmo. El versículo 1 me lo sabía de memoria: "Te amo, Señor, fortaleza mía". Amo a Dios, siempre lo había amado. Por eso mi culpa llevaba más peso de la que podía cargar.

Recordé una vez, siendo niño, le había hecho una promesa a Jesucristo. El padre de Sophia había hablado de como el pecado separa al hombre de Dios, y que Jesús era el puente para cruzar la brecha. En mi corazoncito, sabía que había cometido errores y necesitaba pedirle a Jesús que me perdonara y que entrase a mi vida para ayudarme a tomar mejores decisiones. Ese mismo día lo había hecho.

Ahora le clamaba nuevamente a Dios de rodillas. Señor se mi fuerza cuando me reúna con mi abogado, Dame fuerza para tratar a Sophia con bondad y caballerosidad sin dejarme llevar por mis sentimientos hacia ella. Dame fuerza para luchar por mis hijos los meses venideros.

Leí el resto del salmo y encontré paz y esperanza en las palabras escritas por David. El versículo 19 llamo mucho mi atención: "También me saco a un lugar espacioso; me rescato, porque se complació en mi". Con la visión nublada leí nuevamente el versículo: "me rescato por se complació en mi".

En ese momento la verdad se me hizo clara. Dios se deleitaba en Henry Crawford Dios no solo me había perdonado mis pecados, ¡también se deleitaba en mí! Me encontré llorando frente al santo y todopoderoso Dios. El peso del pasado se desvaneció al darse cuenta de que Dios me amaba tanto como antes de cometer los pecados con Regina.

Me puse de pie sintiéndome querido por Dios por primera vez en años y sabiendo, así como sabia mi nombre, que mis problemas con la señora Hatton y con Sophia iban a solucionarse. Tenía la certeza de que Dios me guiaría en mi batalla; como lo había hecho con David hace miles de años antes.

Ese mismo día llegue tarde a la casa. Llame a Sophia y le dije que no llegaría a la hora de la cena, pero que quería verla a las nueve en punto en mi despacho para comentarle la reunión con mi abogado. Al llegar, la encontré esperándome.

— ¿Cenaste? —pregunto Sophia.

Sonreí al darme cuenta de cuanto me cuidaba.

—Más o menos.

Me acomode detrás del escritorio y me afloje la corbata. Estaba muy cansado; Sophia también parecía estarlo.

— ¿Puedo traerte algo?

—Tal vez después que hablemos—suspire y me frote el cuello—. El abogado me aseguro que no tiene caso, pero que igualmente debemos pasar por el procedimiento.

— ¿Qué significa?

—Tendremos entrevistas, investigaciones y un juez. Pueden asignarles a los niños un abogado especial designado por los tribunales. Esa persona pasara algún tiempo con los niños y evaluara su vida en casa. Es muy importante que la corte vez un ambiente estable, por lo que necesito que te quedes. No se vería bien que los cuidase una segunda niñera después de la muerte de su mamá, hace tres meses y medio.

Sophia asintió; estaba de acuerdo.

—Entiendo.

—Espero que tú y yo seamos lo suficientemente adultos como para poner nuestros problemas y penurias a un lado. Me hago responsable de todo eso y... me arrepiento, más de lo que te imaginas, por haberte besado...espero no tener que lidiar con esto al mismo tiempo que con la señora Hatton.

—Nos esforzaremos para volver a estar como antes. Si nos comportamos como si todo estuviera bien, finalmente lo estará. Ven a la cocina y déjame prepararte un emparedado—se puso de pie y se encamino a la cocina—Dime, ¿cuándo y cómo supiste que querías ser piloto? —sabía que ella trataba de sacar algún tema sencillo de conversación.

La seguí a la cocina y me senté en una banqueta junto a la mesada mientras ella buscaba la heladera.

—Tenía siete años. Siempre me fascinaron las aves, los cometas y los aviones. Fue un sofocante día de verano. Yo estaba acostado de espaldas mirando al cielo, observando los pájaros volar; y en ese momento lo supe. Supe que quería estar ahí arriba con ellos y no ser un espectador desde abajo.

Sophia me acerco un emparedado de jamón y me pregunto:

— ¿Por qué yo no puedo saberlo? Pienso y pienso, y no encuentro nada que me guste ser excepto... —se le pusieron coloradas las mejillas—. Lo siento, no es un buen tema de conversación. Disfruta tu emparedado, creo que me voy a dormir-se encamino a la puerta trasera.

Excepto esposa y madre. Parecía cruel que pudiera yo hacer realidad sus sueños pero no lo hice.

"Señor-susurre-por favor, ayúdala a comprender que yo no soy la respuesta a sus pedidos. Puede estar un poquito deslumbrada conmigo, pero seré una sombre comparado con el hombre de su vida".

Sabía que cuando ella conociera a ese hombre, mi corazón se partiría en mil pedazos.

No te dejaré©Opowieści tętniące życiem. Odkryj je teraz