Capítulo 3

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Baje cansadamente la escalera hacia mi oficina haciendo una lista mental de todo lo que tengo que hacer esta mañana. Llamar a mis padres, a los padres de Regina, a la funeraria, a los Harris. Decírselo a Thomas y Andrea... este último pensamiento me trajo dolor en el corazón al imaginarme a mis hijos tratando de entender la muerte.

Me senté en la silla de cuero detrás del macizo escritorio. Todo en mi casa irradiaba elegancia y costo; para Regina no podía ser de otra manera. Revise mi agenda hasta encontrar el teléfono de mis padres.

Jhon y Ashley Crawford, de seguro estarían despiertos ya que en Sudáfrica era el mediodía. Se me hizo un nudo en el estómago al levantar el teléfono y marcar el código internacional, seguido por el numero telefónico.

— ¡Hola mamá!

— ¡Hola querido! ¿Cómo estas en este hermoso día de mayo? Sabes que mayo sigue siendo mi mes favorito.

Menee la cabeza, dándome cuenta de que algunas cosas no cambian, una de ella seguía siendo el entusiasmo de mi mamá por la vida.

—Estoy bien. ¿Papá está contigo?

—Por lo general, no está a esta hora, pero debe ser tú día de suerte, un momento cariño.

¿Mi día de suerte? Suspire por las palabras escuchadas, sabiendo que de pronto se arrepentiría de las mismas.

—Hola hijo, ¿cómo estás? —las palabras de mi papá retumbaron en el teléfono.

—Papá, ¿puedes poner también en la línea a mamá? Necesito contarle algo a ambos.

—Tenemos solo un teléfono, pero lo compartiremos. Ashley, Henry quiere hablarnos a los dos—luego de una breve pausa me dijo mi padre que continuara.

—Regina murió anoche en un accidente automovilístico a causa del alcohol. El conductor del vehículo en el que viajaban chocó contra un árbol y ambos murieron instantáneamente— no pude admitir que mi mujer estaba con otro hombre.

— ¿Y los niños? —pregunto mamá.

—Están bien. Estaban en casa conmigo. —escuche a mi madre exhalara al escuchar mi respuesta.

—Hijo, lo sentimos mucho. Regresaremos a Estados Unidos tan pronto como podamos.

—Sabía que lo harían. Estoy arreglando para el funeral sea la semana entrante y darles tiempo a que vengan.

— ¿Estas bien? —pregunto preocupada mi madre.

—Estoy paralizado.

—Hijo después sentirás el dolor.

¿Cómo podría decirles que había estado sufriendo la pérdida de mi esposa por casi cuatro años? El único sentimiento que presentía vendría después, sería la culpa por la libertad que sentía ahora.

—Estaremos orando, cariño. Te llamaremos en cuanto tengamos novedades.

—Henry, te amamos.

—Lo se papá, gracias. Yo también te amo. Hablamos pronto.

Colgué el teléfono y descanse la cabeza entre mis manos. Había desilusionado a mis padres al casarme con Regina, sin embargo, ellos nunca dejaron de quererme. Gracias a Dios no preguntaron detalles sobre el accidente. Sabía que en la visita venidera no podría esconder a la verdadera Regina. Por lo menos tendrían la delicadeza de no contestarme "te lo dijimos".

Fui hasta la cocina a prepararme un café. Levantaría a los niños por la mañana y me ocuparía de ellos antes de ir a la casa de los Hatton para darles la noticia de la muerte de su hija. De alguna manera las oraciones de mis padres me ayudarían a sobrellevar el día.

La ceremonia de graduación se nublaba con las lágrimas que insistían en parecer en mi rostro

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La ceremonia de graduación se nublaba con las lágrimas que insistían en parecer en mi rostro. Dos de mis hermanas habían tomado un vuelo para celebrar el evento, así toda la familia estaría conmigo en el campo de fútbol después de la ceremonia.

Cuando llegamos a casa estaba sonando el teléfono.

—Lo atenderé en el estudio—dijo mi padre—luego comeremos pastel y repartiremos los regalos—me guiño un ojo al salir de la habitación.

Mi estado de ánimo se alivió considerablemente al conversar con mis hermanas y ponerme al día con sus vidas. Las quería a todas; siempre habíamos sido una familia muy unida. Marissa la mayor, nos hacia reír a todas con sus preciadas historias de otros estudiantes de medicina.

Finalmente papá volvió. La fría expresión de su rostro, bajo el ánimo de los demás.

— ¿Que pasa papá?-pregunte.

—Esta mañana, en un accidente, murió la esposa de Henry Crawford. Me pregunto si asistiría al funeral.

—Ay, papá, cuanto lo siento—sentí una profunda tristeza por el viejo amigo.

— ¿No vivió en Nashville? —pregunto Marissa.

—Sí, pero no conoce ningún pastor allí. Creo que sería difícil que un extraño dirigiera el funeral.

— ¿Como que no conoce a ningún pastor del pueblo? ¿No ha vivido allí seis u ocho años? —como de costumbre, Marissa necesitaba que le explicaran todo.

—No creo que vaya a la iglesia. Cuando se casó con Regina desplazo a Dios de su vida.

—Sus padres estaban destrozados debido a su casamiento—dijo mamá y volvió la atención a papá— ¿Puedes hacerte tiempo para volar allí?

—Creo que debo hacerlo. Su papá es mi mejor amigo. Daré el servicio religioso mañana, organizare todo en la oficina el lunes y volveré a mitad de semana. Sophia ¿por qué no vienes conmigo y con tu mamá? Podrías ayudarme con sus hijos.

—Claro— ¿por qué no? Después de todo, todos sabían que no tenía proyectos ni futuro. Podría serle útil a alguien.

— ¿Cuantos hijos tiene? —la curiosidad de Marissa mantuvo la conversación en pie.

—Dos—respondió mamá—un niño y una niña.

— ¿Recuerdas cuando tú le gustabas? —le pregunte a Marissa.

—Sí, y creo que a ustedes seis, él les agradaba—respondió—era guapo.

—Sí, y un buen niño también—dijo mamá—adoraba venir a Estados Unidos con sus padres y compartir el tiempo con nosotros, ya que no tenía familiares.

—Papá, ¿recuerdas la feria misionera, cuando decidí ser médica misionera? ¿No se había comprometido el a ser piloto misionero en ese mismo momento? —pregunto Marissa.

Papá asintió con la cabeza, mostrando una triste expresión en su cara.

—Sí, pero al involucrarse con Regina abandono esos proyectos. Bueno, ¿qué les parece si ahora partimos el pastel y repartimos los regalos?

Sonreí, dándome cuenta del tacto que tuvo papápara cambiar de tema antes de que se tomara chismorreo.

No te dejaré©Where stories live. Discover now