capitulo 12 -deseo-

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La noche se acercaba, y eso se notaba mucho detrás de la cortina blanca del enorme ventanal del apartamento de Abner.

Solo éramos él y yo. Estábamos enfrentados, sentados en distintos sillones. Solo nos mirábamos. Abner estaba descalzo con sus brazos entrelazados en sus piernas, llevando su pulgar a los labios. Esa imagen era más que provocante para mí. Sus ojos clavados en mi cuerpo.

Mi corazón latía mil por segundo, mi respiración era profunda para esconder mis pensamientos, dos por tres nuestros suspiros se sincronizaban haciéndolo notorio.

Mi cuerpo y mi mente pedían a grito ser asaltados por aquel hombre, ¡que vaya! Desde hace tiempo deseaba. Pero superficialmente estaba expuesto a un nerviosismo encantado, no estaba seguro de cuan reservado y creíble parecía. Pero no podía evitarlo.

Abner se puso de pie, estirando sus piernas para pasar sobre la mesita ratonera y sentarse a mi lado. Contemplo mis ojos en silencio, llevando su mano a mi cuello y arrastrándola hasta mi mejilla. Paso su dedo menique suavemente sobre mis labios. En ese momento mi cuerpo ya no lo resistía. Acerco sus labios lentamente hacia los míos, deposito un beso rápido, más parecido a un roce repentino. Llevo sus manos a mis piernas, y el muy maldito las acomodo para recargar su cabeza en ellas.

Mi rostro ardía de vergüenza hacia su acto, mi actitud y mis pensamientos. Y eso, era algo que muy claramente el notaba. Se acomodo con sus ojos cerrados y una mueca divertida en sus labios. Lo había hecho a propósito.

Sus ojos se abrieron, dejándome pasmado. No estaba acostumbrarlo a verlo por mucho tiempo a los ojos. Entre la vergüenza, los nervios y en posible enojo por su actitud, acerque mi cabeza golpeando muy fuerte su frente contra la mía.

-¡eso dolió!- aun se atrevía a burlarse de mí.

Entre jugueteos y cosquillas, se escucho el timbre de la puerta sonar. Nos miramos extrañados y se dirigió hacia ella. Como no podía ver de quien se trataba, lo espere impaciente sentado en el sillón. Al rato, vino con Drake sujetándolo de la mano.

-¿Qué hace el aquí?- dijo el niño. Desde entonces no comprendía si le disgustaba o le daba igual mi existencia, era un niño muy extraño y seguramente reservado.

-vino de visita. No sea informal y saluda- Abner le dio un leve empujoncito por la espalda.

-hola- solo movió su mano y se dirigió, seguramente, a su habitación con su mochila. Luego volvió.

-ya es tarde- mire el reloj en mi muñeca. –Creo que ya debo irme- el niño miro a su padre.

-espera... ¿no cenaras con nosotros?- mire al niño. -¿Qué comeremos?- Abner me miro a mi, lo note por el rabillo de mi ojo.

-¿pastas?- una sonrisa, ¡el niño había sonreído! Eso me hizo sentir más aliviado. Asentí imitando la sonrisa del pequeño.

Éramos tres personas en medio de una catástrofe dentro de la cocina.

-¡así no!- dijo el pequeño cocinero apartándome para amasar. –Así debes hacerlo- con su sonrisa victoriosa, muy parecida a la de su padre.

-está bien, está bien. Ya entendí- dejo que lo intentara, mientras Abner se dedicaba a hacer la salsa.

-¿así?- suspiro indignado. De hecho, aunque era terriblemente malo para la cocina y posiblemente el niño tendría razón, lo hacía mal a propósito. –Pequeño mocoso- pinte su pequeña nariz con harina. Su padre al verlo rio a carcajadas y se burlo sacándole la lengua. Drake tomo un puñadito de harina para arrojárselo a su padre. Este lo persiguió por toda la sala. Abner tomo un gran puñado exagerado. El niño se escondió detrás de mi desesperado.

-el no te protegerá- y la desparramo por todo nuestros cabellos.

Terminamos comiendo pastas con la deliciosa salsa que había preparado Abner y llenos de harina en nuestros cuerpos. Y así es como me despedí luego que el exhausto niño se durmiera.

-siento haberte ensuciado. ¿Quieres tomar una ducha antes?- negué.

-gracias por la cena- entre cerré mis ojos siendo gracioso. –Creo que esta fue una cita estupenda- Abner sonrió. (No era ironía, de verdad fue estupendo).

-eso me alegra- deposito un suave beso en mis labios, dejándolos por un breve tiempo quieto. Luego abrió su boca e intensifico un poco sus besos. ¡Dios! Este hombre si sabía cómo ponerme.

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Vi a Eren. Sentado en unas de las mesas, el sol de la mañana reflejando sobre su intensa piel blanca, dio un suspiro y luego una sonrisa. Antes de hablarle espere que el hombre con el que siempre estaba con él, se fuera. Me acerque a Eren apenado. El noto mis pasos lentos y dudosos. Se giro a verme sorprendido, con aquellos cristales lagrimosos.

-esta ley de hielo creo que debe llegar a su fin. No lo soporto mas- enseguida se levanto de su silla para darme un fuerte abrazo. –Lo siento tanto- mis lagrimas comenzaron surgir.

-Ezra, lo siento, no puedo hacerte caso. No sé qué pensar realmente. Solo sé que no quiero volver a pelearme contigo- ese momento se sintió como el día en el que me volví a reencontrar con el después de años. Creo que habían sido los tres días más largos de mi vida.

Aprovechando en el café que todavía nadie aparecía ya que era muy temprano. Nos pusimos al día. Creo que jamás hablamos de la forma en la que hablamos aquella mañana. Eren demostraba sus sentimientos, emociones, todo, fue liberado por sus labios. Tan niño que se veía, descubrí que mi chanchito era todo un hombre. Me conto sobre Kalel. Este se comportaba de una manera amable con Eren, de vez en cuando podía notarse que nunca se olvidaría de su orgullo, no podría renunciar a ello de ninguna forma.

-¿una cita?- suspire ahogando mis pensamientos. Eren era muy maduro en ese caso y sabia lo que hacía.

Asintió.

-bueno, no lo llamaría una cita. Pero si, vamos a ir al cine- entrecerré mis ojos con una sonrisa.

-¿Cómo no va a ser una cita? Si vas al cine con él. Es muy obvio. ¿Qué usaras para tu cita?- pude notar su rubor.

-no es obvio ¿o sí?- asentía repetitivamente. –no lo sé. Esto seguro- traía pantalones de jeans más grandes que él, con una remera negra común y un pullover blanco bajo el delantal.

-¿es enserio?- al terminar el turno laboral, tome a Eren de la mano y lo lleve hacia mi departamento. Revolví todo mi armario buscando lo ideal para vestirlo.

-no, eso no. ¿No tienes algo más simple?- busque y busque, y seguí buscando. –así. Perfecto- abulto sus labios gruesos de manera juguetona. Eso lo hacía ver cada vez mas niño.

-sí, me gusta- era cierto, se veía genial. Pero alguien como él, daban ganas de convertirlo en maniquí y vestirlo de manera más arreglada, o de manera que pueda resaltar todo su verdadero encanto.

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hola lectoit@s!!!!!  

pasen un lindo fin de semana.

zai es lo mas!!!!!!!

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adelanto:

-¿horas extras?- le pregunte a Josh quien me llevo la información de Eren al instante. Eren trabajaría doble turno.

-sí, no le digas que te acabo de decir. Lo escuche hablando con el dueño- su voz baja, nos encontrábamos en la sala de almacenamiento.

-hablare con el- di media vuelta para dignarme a buscar a Eren, pero Josh me detuvo del brazo y negó con su cabeza.

-Ezra. No le manejes la vida a tu primo- Josh. Siempre podía hacerme entrar en razón. Por más que sus palabras me molesten, de sus labios salían de una forma amable, consiente y cuidadosa, como la de una madre. Creo que es por eso que me siento muy familiarizado con Josh, por su amabilidad interminable.

Dejaría mi dignidad por ti (Gay - Yaoi)Where stories live. Discover now