—No hablé con ella desde la muerte de Julianne. Cada vez que voy a la Fortaleza evito mirarla —admite con dolor —. Me cuesta olvidar el hecho de que quiso matarte. Apoyó a Julianne a pesar de que era una asesina.

¿Qué diablos puedo responder a eso? No hay nada que pueda justificar a esa mujer. Yo estuve molesta con mi madre por ocultarme secretos. Entiendo perfectamente a Asher.

—Tu madre conoce mejor que nadie la historia de este pueblo —Le recuerdo —. Antes no lo comprendía, pero ahora sí. Ella quiere protegerte.

Me da una sonrisa amarga y llena de incredulidad.

—No puedo creer que la justifiques.

—Una madre hace cualquier cosa por sus hijos. Te ama, no de la mejor manera, pero te ama.

Su mandíbula se tensa, así como su puño.

—Ella es una egoísta que no le importa mi dolor. Si tú mueres, yo también. No olvides eso, Arianne. Quiere vernos muertos.

Ay, no. Lo que menos deseo es discutir por culpa de esa mujer.

—Soy inestable, casi un demonio sin control. ¿Qué madre querría alguien como yo para su hijo?

Asher no cede.

—Cualquier madre querría la felicidad de su hijo.

—Pero no a costa de su vida.

Suelta un gruñido frustrado.

—Ya no hablemos de ella, no tengo ganas de discutir.

Un breve silencio llena la cocina.

—Iremos a verla hoy.

Rueda los ojos.

—Como quieras, pero tú hablarás con ella. Yo no tengo ganas.

Acorta el centímetro de distancia que nos separa y besa mi oreja. Me gustaría que me arranque la ropa y me ayude a olvidar que el mundo existe a nuestro alrededor. Asher es experto haciendo eso.

—¿Eso es lo que quieres? —pregunta él con diversión.

Suelto un suspiro agotador.

—¿Qué sucede con la privacidad?

—Te he visto desnuda y gritaste mi nombre hasta perder la razón —Se burla y lo golpeo con mi codo en el estómago —. ¿Crees que la privacidad existe entre nosotros?

Sacudo mi cabeza.

—No somos una pareja normal, por lo tanto, no existe tal cosa.

Escucho su risa.

—¿Qué tipo de pareja somos?

—Somos cualquier cosa menos normal —mascullo, apartándome de su cuerpo —. Se supone que debemos estar en la universidad, ir al cine o jugar bolos. Ya sabes, escuchar música juntos hasta tener nuestra propia canción. En cambio, estamos muy ocupados tratando de destruir a una bruja maligna.

Asher me mira con una expresión suave.

—¿Eso es lo que quieres? ¿Hacer cosas de humanos?

¿Para qué mentir? Todo lo que he querido en mi vida es ser normal.

—Sí —musito y exhalo —. Quiero disfrutar a mi novio sin preocupaciones. Eso es todo, Asher. No sucederá hasta que Abigail muera.

Me atrae hacia su cuerpo y besa mi pelo.

—No tengo idea de cuánto tiempo nos tomará matarla, pero te prometo algo —Toma mi mejilla con ambas manos —. Una vez que todo termine, nos iremos de este pueblo y comenzaremos una nueva vida.

Dulce Perdición [En librerías]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora