A quien intento proteger. Si así lo quiero, así lo haré. Por la Luna...

Por el Sol. —Solangel sigue mi ejemplo—. A quien intento proteger...

—Si así lo quiero, así lo haré. Por la Luna...

—Por el Sol, a quien intento proteger, si así lo quiero...

—Así lo haré. —Poco a poco las auras se fusionan y nos rodea un haz de luz verde que se expande más allá de nosotras, acaparando todo el lugar, recorriendo cada rincón y liquidando la maldad. Repetimos el mantra una y otra vez, noto cuando otras voces se nos unen haciendo que el conjuro sea más poderoso y logre extenderse más allá de los terrenos que pertenecen a mi familia. No nos detenemos hasta que la presencia maligna se esfuma, estoy cansada para cuando me separo de Solangel, siento que voy a caer. El cuerpo firme de Rey me sostiene y Braden detiene la caída de Solangel. Agradezco a mi amigo con una sonrisa e intento mantenerme en pie

—Lo hicimos —declaro con un atisbo de sonrisa—. Realmente lo hicimos, Sol.

Las demás brujas se aproximan, temo que se avecina una reprimenda.

—Las órdenes deben seguirse, que esto no se repita —sentencia South Hellen.

—Debemos admitir que lo han hecho bien —añade Elianna.

—Es un hechizo muy antiguo, ¿cómo saben de él? —pregunta Cassandra.

—Lo leí en un libro de la biblioteca, me pareció interesante y lo anoté para examinarlo. —Solangel habla, cubriéndome. Si alguien se entera de que tengo acceso al Libro de las Sombras, daría lugar a muchas preguntas y mis planes se irían al desagüe.

—Bien hecho, pero recuerden hacer caso a sus mayores. Hoy han tenido razón, no obstante, en nuestro mundo, estas acciones pueden salirse de control y ponernos en una situación más complicada. Las reglas están para seguirlas, ¿estamos claras? —South Hellen luce seria y no hacemos más que asentir, aunque sabemos que, si se da otra situación similar, actuaremos de la forma en que creamos mejor para salvaguardar la mayor cantidad de vidas.

—No hace falta purificar los alrededores, el conjuro se ha encargado de todo —comenta Cassandra sonriendo a su hija, creo que por primera vez no me molesta que sea Solangel quien se lleve el mérito.

Los siguientes minutos, los dedicamos a curar a los heridos; con magia dejamos el lugar tal y como estaba antes del altercado. Me pregunto dónde está Arath, qué tan lejos se habrá ido que no supo lo que pasaba y, por lo tanto, no ha venido a ayudar.

La nueva presencia que inunda la estancia me da una idea, un estremecimiento me recorre y mis ojos se dirigen el centro del salón. Una joven de pelo oscuro y tez morena, cubierta con encaje negro que apenas cubre sus atributos, se ha manifestado y nos observa con suficiencia.

¿Cómo pudo traspasar un hechizo tan poderoso y que no nos diéramos cuenta?

—Braden Xenakis, preséntate ante mí en este instante —ordena, veo cómo mi hermano se aleja de nosotros y en un segundo está arrodillado frente a quien asumo, es la Reina.

—Mi Reina. —Mi hermano hace una reverencia, se me ponen los vellos en punta.

Por culpa de esa mujer no conocí a mi madre. Voy a dar unos pasos con intención de encararla, pero una mano firme me detiene, mi padre está ahora a mi lado y no deja que actúe según mis impulsos.

—No, no puede saber quién eres —me recuerda—. Yo me encargo de esto —asegura, empujándome para que quede oculta detrás de Solangel y Kyanna.

—Maldita sea, ¿cómo se atreve a venir aquí? —masculla mi mejor amiga, sus colmillos crujen por lo apretados que están.

Diosa de La LunaWhere stories live. Discover now