05:30am - 09/08/45.

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Escuchaba los relatos de mis amigos en medio de la noche, me reía con ellos saboreando la comida que me había entregado Jungkook, pero guardando un poco para mí familia, quienes tenían la misma hambre que yo desde los últimos meses.

El sabor del arroz eran el mejor que había probado, su textura suave y su calidez, me hicieron sentirme muy agradecido por un bocado de esa comida. Después de unos días de no tener nada en el estomago... una pequeña comida así termina siendo un festín de reyes.

Sonreí al darle la última cucharada a mi plato.

- ¿Te gustó? – preguntó Jungkook con emoción desbordándose en sus ojos. – Mi madre siempre tuvo el mejor sazón de Corea.

- Siempre creí lo mismo... - respondí, sacándole una sonrisa más grande al menor.

- Lo sabía. – dijo triunfantemente.

Hoseok se había quedado en silencio, solo limitándose a observarme y sonreír levemente en uno que otro chiste que Jimin contaba. Me pregunté que le ocurría, parecía triste en sus ojos.

Me acerqué a él, recostando mi cabeza sobre su hombro y suspirando, llenando de su aroma mis pulmones. Recordar su olor me haría extrañarlo menos cuando tuviera que irse.

- ¿Por qué no has hablado ni comido nada? ¿Te sientes bien? – bajó sus ojos a mí, y negó con la cabeza. - ¿Qué tienes?

- Es el tiempo... no es suficiente. – habló después de unos segundos, en donde, pareciera, pensara bien sus palabras. – Quisiera quedarme toda una vida solo para verte, Tae. Pero no puedo, no podemos, quedarnos.

- Y-Yo podría ayudarlos. Mi nueva casa no es muy grande... - admití tristemente- tampoco tenemos mucho dinero, ni comida... pero haría hasta lo imposible por hacerte quedar conmigo. ¿lo sabes, verdad?

Sin decir más, se levantó de su lugar, jalándome con su mano para caminar atrás de él, dejando a mis amigos desconcertados sentados cerca de la fogata. Caminamos hasta alejarnos lo suficiente de su pequeño campamento, en donde habíamos sido acorralados por arboles a nuestro alrededor.

El cielo poco a poco iba aclarándose, haciendo que un poco más de luz entrara a aquel bosque que jamás había visto. Con grandes arboles, y pequeñas luciérnagas a su fondo. En medio de todo aquello, se detuvo, Hoseok, girándose para quedar frente a mí. Sus ojos estaban puestos sobre los míos, cargados de tantas palabras por decir, sentimientos que tenía que confesar...

- ¿Sabes que te puedes quedar, cierto? Trabajaré cien veces más fuerte, lo prometo. – Quería, moría, por convencerlo, lo necesitaba a mi lado para volver a ser el chico de antes... el chico feliz.

- No hables, Tae... - se acercó hacia mí, acariciando tiernamente mi mejilla con la punta de sus dedos. – Déjame llenarme de ti, déjame mirarte...

Al tenerlo así de cerca, observé aquellos ojos negros, intentando descifrar que es lo que habían visto y vivido en todos esos años que yo no había estado con él. En ellos, era como si todo estuviese vacío, y mi reflejo fuera lo único en ellos.

- ¿Te hicieron algo, Hobi? – con mi mano izquierda contorné sus cansadas facciones, logrando que cerrará los ojos por un minuto y soltara un leve suspiro. Verlo de esa forma hizo que mi corazón se encogiera, parecía un niño asustado.

- E-Ellos me quitaron todo lo importante en mi vida. – su voz quebrada salió de su boca. – Me quitaron a mi padre... me quitaron a mis amigos... y ahora a ti.

- Yo estaré aquí, lo prometo. – le aseguré, soltando una cristalina lagrima por mi mejilla.

Me abrazó muy fuerte, hundiendo su rostro en mi cuello.

With the universe upon us.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora