11:30pm - 08/08/45.

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Estaba despierto, con mis ojos fijos en las estrellas y con una respiración calmada, disfrutando de la primera noche de verano en mi olvidado pero hermoso jardín, donde las flores crecían a mi alrededor tornando de color los secos arbustos.

El húmedo pero suave pasto hacia que todo se llenara del distintivo olor a tierra mojada que había sido por siempre mi favorito, refrescando el ambiente y sintiéndose tan suave ante el tacto de mis manos, quienes jugaban pacíficamente con él.

Las estrellas que brillaban en mis pupilas parecían lejanas luciérnagas, quienes se encontraban perdidas en el misterioso universo, buscando su camino de regreso a casa... en un constante viaje de aventuras, paisajes nuevos y atardeceres dorados.

- ¡Taehyung! – gritó mi hermana desde el otro lado de la ventana. – Entra a la casa ahora...

Cerré mis ojos, llenando por última vez mis pulmones de aquel delicado aroma particular. Toqué la tierra, y me levanté, despidiéndome en silencio de las luces que seguían brillando arriba de mí...

¿Qué se sentiría ser parte de ellas por una vez?

Mi hogar era difícil, las paredes asfixiaban y los constantes gritos las atravesaban fácilmente, había hambre y frío por las noches.... Los sueños se olvidaban al despertar.

- Niñato... - me habló mi padre cuando pasaba por el pasillo . - ¿Has encontrado algo afuera?

- No, señor... - respondí en voz baja, mirando mis desgastados zapatos azules. – Mañana saldré temprano.

Su mirada cortaba peor que mil cuchillas, resaltando aquel gesto que hacía cuando se enojaba. Necesitaba salir de ahí si no quería salir con un golpe más en el abdomen.

- Deja en paz al niño, Yon. – Mi madre salió de la cocina con una pequeña lata de frutas en dulce que habíamos recolectado hace unos días. – Aún tenemos comida, ¿qué no ves? Hoy toca el postre.

Lo que más me gustaba de mi madre era su voz, suave y delicada, que sonaba igual que las olas al chocar con la arena, como una palabra de amor recién dicha.... Como una promesa por cumplir. Sus ojos se posaron en mí, café chocolate acompañado con una sonrisa pequeña.

- Vamos a cenar, cariño... - me invitó a la mesa, en donde toda mi familia se reunía nuevamente, con dos velas en su centro, y una lata golpeada por compartir.

La cera de la vela poco a poco se fue extinguiendo, haciendo que la oscuridad reinara las esquinas del lugar, en donde poco a poco caminábamos a nuestras camas, en medio de la sala, para caer dormidos. Yo junto a mi hermano menor, Suk, nos acurrucamos en el viejo colchón de la esquina, alejados de las respiraciones pesadas de los demás.

- ¿Hermano Tae? – le escuché decir en un susurro bajo, con la voz de un niño con una curiosidad innata. - ¿Estás dormido? – su respiración golpeaba mi rostro, haciéndome sentir su cercanía.

- No... - abrí los ojos, para encontrarme con su cara. - ¿Quieres un poco de agua? – negó con la cabeza, bajando su mirada hasta sus pequeños dedos que jugaban entre sí.

- ¿Cuándo podré ir a la escuela?

- Bueno... - en realidad no sabía como responderle. – eso depende de cómo te portes en las siguientes semanas.

- Quiero aprender a leer, me gustan muchos tus libros.

- Puedo enseñarte yo si quieres, así... - Imaginarme a mi hermano menor dentro de un salón de clases me rompió el corazón. – cuando llegues con tus amigos puedas leerles tú.

With the universe upon us.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora