12:30am - 09/08/45.

742 142 46
                                    

La forma en la que sus ojos se posaron sobre mí hizo que mi cuerpo reaccionara nerviosamente, colapsando todos mis sentidos e impidiéndome ver algo más que su sonrisa perfecta dibujada en su rostro.

Jung Hoseok estaba parado frente a mí, con el cabello despeinado y su particular brillo que él desprendía. Parecía un poco mayor a como lo recordaba hace unos años atrás cuando aún me encontraba en Corea, su altura también había aumentado junto con sus rasgos que ya no parecían más de un niño.

Bajé mi mirada nerviosamente, reconociendo aquel sentimiento extraño que había estado dormido todo ese tiempo y que únicamente él me provocaba, era hermosamente diferente a todo lo demás, tan diferente como una flor de cerezo en pleno invierno.

Si pudieras ir a cualquier lugar, sin importar las distancias o el tiempo, Taetae, ¿a dónde irías? Recordé sus palabras de aquella tarde, la última que pasaría en mi hogar, la última vez en donde lo observaría alejarse de la puerta de mi casa, la última sonrisa y despedida que le di antes de partir. "Bueno... yo, creo que me iría muy lejos, tal vez, a una galaxia diferente" le respondí sin medir mis palabras, sin saber que aquello se haría realidad esa misma noche.

Pero después de todo y de tanto, había aparecido en mi jardín, en medio de la noche, como una sombra perdida, como un cometa fugaz en mi horizonte.

- H-Hoseok... - la voz me temblaba como respuesta a los nervios y sentimientos encontrados que dominaban mi cuerpo, había dicho su nombre y parecía la primera vez que mis labios llamaban a su nombre, sintiéndose en mi pecho algo parecido a una pequeña flama en medio de un bosque. – Oh, Hoseok.

Me eché a llorar, sin importarme nada ni nadie, me podrían oír mis padres, mis hermanos, las estrellas y Hoseok, mis lagrimas podrían desplazarse por mis mejillas siendo libres por primera vez, haciéndome sentir frágil y asustado.

Los brazos del mayor me envolvieron rápidamente, estrechándome fuertemente en su pecho que albergaba ahogadamente el sonido de su corazón, bajo su cabeza hasta esconderla sobre mi cuello, haciendo que su aliento chocara con mi piel y produjera más luz en mi interior.

Lloré y lloré, sacando todo lo que había vivido, pensado e imaginado, liberándome del peso del mundo y de un futuro incierto, lloré, lloré, por haber extrañado a Hoseok más que a nadie, por haber querido regresar a mi hogar con mis amigos, por haber escapado sin despedirme...

En medio de mi jardín estábamos los dos, y encajábamos perfectamente. Creo... que somos almas gemelas, Tae. Me confesó mientras bajamos las calles de la ciudad con nuestras bicicletas a los costados. He leído un libro acerca de eso, y creo... sonrió al verme, y creo que tú eres la mía.

- Te extrañé tanto, pequeño... - me dijo después de un rato, paseando sus delgados dedos sobre mi cabello, gesto que hacía antes de dejarme entrar a mi casa. – No sabes cuanto...

- ¿Q-Qué haces a-aquí? – logré responder después de unos segundos en los cuáles intentaba llenar de aire mis pulmones y controlar mi pulso cardiaco. - ¿Porqué llevas uniforme?

- Yo... es una larga historia. He venido de paseo. – su voz no sonaba muy convincente, hacía aquella mueca que decía que mentía. - ... o algo así.

- O algo así... - repetí, limpiando los restos de mis saldas lagrimas con la manga vieja de mi suéter.

- Quiero caminar contigo, Tae. – Hoseok volteó para ver de nuevo hacia las luces del horizonte, que salían del suelo, con sus tonos rojizos. - ¿Qué dices?

- Es media noche, y hace frío... además mi familia...

- Regresaremos antes del amanecer, te lo prometo. – sus ojos seguían fijos en el horizonte. - ¿Vamos?

With the universe upon us.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora