04:30am - 09/08/45.

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Verano del 42'

Lo esperé pacientemente bajo las luces de las desgastadas lámparas en medio del festival de verano, con una carta escrita nerviosamente en mi bolsillo derecho, esperando a ser entregada, esperando decir todo lo que en mi pecho había empezado a crecer desde años atrás, cuando poco a poco fui encontrando en Taehyung algo diferente, algo nuevo y emocionante, algo demasiado hermoso y natural.

El sonido de los grillos, las voces familiares hablando tranquilamente, el río que corría a unos metros del festival... todo parecía perfecto, la noche no era demasiado fría, y el aroma de la comida casera, dulce y cálida, me sacó una leve sonrisa.

Yo, Jung Hoseok, estaba terrible y completamente enamorado de aquel chico, el cuál seguramente vendría caminando con su mirada fija en las constelaciones que brillaban más de lo habitual.

Aquel chico amante de las estrellas se había convertido en un universo en el cuál yo quería perderme totalmente, explorarlo, conocerlo... ser parte de él, como una vieja estrella.

Busqué a mis alrededores, esperando encontrarlo con la mirada, y correr a saludarlo, preguntarle como había sido su tarde, hablar y hablar con él....

- ¡Hoseok! – gritaron a mis espaldas, pero no era su voz... no era aquella voz suave la cuál había esperado. - ¡Jung Hoseok!

Voltee, viendo como Jungkook y Jimin corrían hacia mí a toda velocidad, frenando secamente al llegar a mi posición.

- ¿Qué están haciendo? Por dios.... ¿Qué les pasó? – Estaban completamente sucios, de pies a cabeza, llenos de barro y restos de pasto.

- E-Es... T.. – Jungkook intentaba recobrar un poco de su aliento, jalando aire con desesperación. – Es Taehyung. – logró decir finalmente.

La luz cambió instantáneamente, podía ver sus ojos repletos de lagrimas, y sus zapatos lucían desgastados... como si hubieran corrido con todas sus fuerzas.

- ¡¿Qué tiene?! – respondí alterado. - ¡¿Taehyung, qué?!

- Él no está.... – Jimin me miró de una forma casi rota. – Se fueron, Hoseok, él y toda su familia.

Bastó con esas simples palabras para que saliera corriendo hacia su casa, dejando atrás los gritos de Jungkook y Jimin, dejando atrás el festival, el cuál jamás volví a ver después de esa noche.

Corrí, corrí y corrí, resbalando unas cuantas veces por la tierra mojada, cruzando el puente de la calle de los cerezos, que parecía más triste y fúnebre, como si sus colores se lo hubieran llevado, cayendo un invierno en una sola noche de verano. Mis pulmones quemaban, rogando por un poco de aire, pero seguía en mi mente mi único propósito, llegar a aquella casa color verde al final de calle, tocar el timbre y estrechar en mis brazos a aquel chico con sonrisa cuadrada y cabello castaño. Abrazarle y besarle, tenerlo junto de mí.

Pero me detuve, después de ver las luces apagadas en aquella pequeña casa color verde. Todas sus luces estaban extintas, cortando mis esperanzas como mil cuchillas.

¿En verdad se había ido?

Con paso lento, crucé el jardín el cuál tantas tardes había tenido a Taehyung leyendo sobre su pasto verde, y me quedé frente a frente con la puerta, donde di tres golpes, esperando a que alguien atendiera... pasaron los minutos, y con eso mis golpes se hacían cada vez más fuertes.

- ¡Taehyung! – grité en voz alta. - ¡Taehyung, ábreme, soy yo, soy Hoseok! ¡Taehyung!

Después de esa noche... y las siguientes, aquella casa verde permaneció en oscuridad. Mientras la veía incasablemente por mi ventana, esperando inocentemente, a que sus dueños regresaran, soñando por ver a mi vecino recostado sobre su jardín, leyendo uno de sus tantos libros...

With the universe upon us.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora