Capítulo 23.

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Capítulo 23.

Viernes de nuevo. Faltaba poco menos de una hora para que pudiera marcharme, al fin. Había sido un largo día, debido a una inauguración el cinema estaba a reventar, había largas filas para comprar boletos y alimentos. No tuve descanso, más que diez minutos, y a demás no pude conseguir nada para comer. 

Mis tripas clamaban un poco de piedad y rugían sonoras en busca de algo que pudiera apaciguar sus suplicas. Exhausta suspiré y me dejé caer en el viejo y desgastado sillón verde que se encontraba en la sala de empleados. Sentía que me encontraba en un oasis en medio de un desierto sin piedad. 


—¿Descansado? —una voz interrumpió mi oasis, haciéndome abrir los ojos en un santiamén.

—¡Zac! —exclamé, aliviada.  

—Vaya, hace como cien siglos que no te veía, Ems. ¿Te puedo llamar Ems, no? —una sonrisa coqueta se deslizó sobre sus labios, dedicándome un amplio y cautivador gesto.

—Claro. ¿Dónde te habías metido? —me recorrí un poco, dejándole un espacio para que él se sentara, cosa que hizo gustoso. 

—Mierdas familiares, cosas estúpidas de mis padres...

—Creo que deberíamos volver ahí, era todo un caos...

—Nah, que se encarguen ellos, te he estado observado todo el día, ¡no haz parado! Te mereces este descanso, tanto como yo...o quizás más —se encogió de hombros y me dio un leve empujoncito juguetón. 

—Lo sé, lo sé...¿Qué hora es? —sacudí mi cabeza un poco aturdida, estaba demasiado absorta en mis propios pensamientos desde hace un rato que había olvidado que Zac estaba a un lado mío. 

—Ya nos podemos ir, ¡Ya era hora! —gritó algo eufórico. 

—Al fin —exclamé, sonriendo, mientras me levantaba del sofá. 


Zac y yo caminamos por el solitario centro comercial, de repente él soltaba una que otra broma y yo reí por sus tonterías, era alguien muy agradable y amigable, me caía bastante bien. Al llegar a una puerta escuché un estrépito ensordecedor y salté tomando instintivamente el brazo de Zac y acercándolo a mi cuerpo.


—¡Tranquila! —gritó, intentando ahogar una risa burlona. 

—¡¿Qué demonios fue eso?! —chillé mientras miraba atenta en todas direcciones. 

—¡Un rayo, Ems, sólo eso! 

—Agh, ¡me sacó un susto enorme! —solté el brazo de Zac y tapé mi rostro con mis manos.

—Hey, ¿te regresas a casa caminando? —cuestionó mi acompañante. 

—No...bueno, algo así. Tomo un autobús y después camino unas cuantas calles, ¿por qué? 

—¿No prefieres que te lleve yo? No es ninguna molestia, bueno, para mí no lo es, quizás para ti si lo sea ya que mi coche no es el coche más lujoso de toda la ciudad, pero sirve y es lo que interesa, ¿no?

—Pero ni sabes donde vivo, ¿y si te desvío mucho de tu ruta? —le dediqué una mirada apenada. 

—No seas tonta, vamos, súbete a mi coche. 


Ambos caminamos a través del estacionamiento del centro comercial en busca del auto de Zac. Zac se detuvo frente a un auto gris, que no era feo, a mí me gustó, era bonito y se veía en perfectas condiciones. Me senté en el asiento de copiloto y a los pocos segundos Zac entró y encendió el auto. 

Obsession| h.sDonde viven las historias. Descúbrelo ahora