Capítulo 4.

3.1K 226 63
                                    

Capítulo 4. 


Eddie estaba parado desde el umbral de la habitación, mordía sus uñas frenéticamente y su mirada estaba fija en mí. 

Mis ojos no paran de derramar frías y amargas lágrimas, los latidos de mi corazón eran intensos, e incluso me dolía el pecho, y el sabor amargo que inundaba mi boca me hacía querer vomitar. 


—¡Qué lo hagas! —vociferó exasperado, dio un paso hacia el frente y golpeó brutalmente la pared con su puño derecho, causando un estrépito. 

—N-no...po-por favor...—logré articular a pesar del gran nudo que tenía formado en la garganta.  

—¡Joder! —replicó y dio dos pasos más—, ¡hazlo!, tú muy bien sabes las consecuencias, Tamara. 

—Pe-pero...Eddie, no puedo si tú estás aquí...—lloriqueé con la voz temblorosa. 

—Claro que puedes, ¡no es nada fuera de lo común, princesita! —insistió. 

—No quiero hacerlo...no enfrente tuyo —murmuré y bajé la mirada, no lo podía hacer, no quería que él me viera. 

—Únicamente es ropa, Tamara, ¡ropa! —alegó y alzó sus manos al aire.

—M-me ve-verás...desnuda —tragué en seco y continué llorando. 

—¡Necesitas bañarte!, ¡todo lo que estoy haciendo es por tu bien!, ¡reacciona, princesita! —increpó desesperado, parecía que se volvería loco en cualquier momento. 

—Eddie...basta, ¡por favor! —sollocé juntando las piernas a mi pecho. 

—Vamos, te bañaré —se acercó amenazante hasta mí, instintivamente me encogí y cerré los ojos fuertemente. 

—Puedo hacerlo sola —respondí con un hilo de voz, intentaba ser lo más amable posible, aunque eso fuera lo último que quisiera ser con él, no tenía otra opción, no podía ser grosera con él, me iría peor. 

—Tamara...—pronunció, logré escuchar el tronido de sus rodillas al acuclillarse frente a mí, sentí su inestable respiración y a los pocos segundos comprobé que efectivamente él estaba enfrente mío— ¡mírame cuando te hablo! —exigió, mis ojos se abrieron de golpe y lo vi ahí, a escasos centímetros de mí. 

—Eddie, no quiero...no me obligues, por favor, no me obligues —rogué. 

—¿Estoy obligándote a hacer algo que no quieres, princesita? —preguntó desconcertado, torpemente colocó sus largos y huesudos dedos en mi mejilla y retiró las lágrimas que caían de mis ojos. 

—Sí. Lo estás haciendo, Eddie —repuse, mis pulmones imploraban por un poco de aire, ya que todo el que tenía acumulado se había esfumado en cuanto él puso un dedo encima mío. 

—¡Oh...como lo siento! —alejó sus dedos de mi rostro y jaló su cabello hacia adelante con ambas manos, hacía eso cuando se frustraba o enfadaba, lo hacía con una fuerza sobre natural, se haría daño— ¡soy un animal, soy un idiota, me odio! —balbuceó mientras seguía jalando su pelirrojo cabello sin control alguno— ¡¿Cómo pude intentar obligarte a hacerlo sin tu consentimiento?! —me miró con sus grandes y penetrantes ojos, inyectados en rojo. 

—Eddie, ya...—pronuncié, tenía que hacerlo parar ahora—está bien, no pasa nada, ¿me ves? ¡estoy bien! 

—Yo lo único que quiero es mantenerte a salvo, Tamara, es lo único que quiero —«Y yo lo único que quiero es mantenerme a salvo de ti» pensé.

Obsession| h.sDonde viven las historias. Descúbrelo ahora