Capítulo 21.

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Capítulo 21.


El frío que estaba sintiendo mi cuerpo en ese momento era brutal, me dolían los huesos y me temblaban ligeramente los labios. Una brisa gélida logró penetrar la ventana, causándome un escalofrío, mi cuerpo se retorció en respuesta y ahogué un chillido.

Podía escuchar perfectamente como las gotas de lluvia llenas de furia se golpeaban violentamente contra el cristal de la ventana. Uno que otro rayo lograba iluminar por escasos segundos la oscuridad de la habitación donde permanecía cautiva, y seguido de estos los truenos inundaban e interrumpían el ahogante silencio de la madrugada.

No podía —quería— dormir, no soportaba la idea de continuar despierta, sin embargo el solo pensamiento de dormir y permanecer más vulnerable de lo que ya era me causaban unas náuseas tremendas.

Mis ojos pedían a gritos un descanso, mi cabeza palpitaba con dolor y mis músculos que se encontraban en constante tensión necesitaban con urgencia un respiro.

Recapacité mi situación por varios segundos, él no solía venir acá de noche y mucho menos con este clima, ¡debería estar loco de remate para hacer una locura así! La mala noticia es que estamos hablando del raro Dankworth, ese pelirrojo de lentes cuadrados con una mente muy retorcida y enferma, él podría hacer cualquier cosa.

Vale, necesitaba descansar y con urgencia, podría dormir una o dos horas más, quizás hasta tres antes de que amanezca y después con mis sentidos agudizados y descansados podría seguir alerta e intentar planear algo para salir de este agujero.

¿Cuánto tiempo llevaba metida aquí? ¿Diez días? ¿Quince? Quizás más de un mes, yo ya había renunciado a la noción del tiempo aquí dentro.

Todo se sentía tan malditamente irreal, tan asfixiante y jodido, parecía una broma, de esas que graban con equipos y producciones baratos que después suelen salir en programas estúpidos como MTV. "Tamara Rivers la idiota que sueña con que esto sea un Reality-show" , y esa era la palabra exacta: soñar, porque era todo lo que me quedaba.

Mis esperanzas se desvanecían cada vez más, día tras día una parte de mí me era arrancada y enterrada en este lugar.

Las paredes, el piso, la ventana y el pequeño baño...todo era justo como mi casa de muñecas, hecho a la medida.

¿Qué clase de enfermo logra hacer algo como esto? ¿Cuánto dinero gastó haciendo todo esto? ¿Qué mierda tiene en la cabeza? Bueno, la realidad es que tiene mierda en su cabeza.

De pronto escuché un ruido lejano, un motor, cada vez más y más cerca...¿era un coche? Se estacionó o simplemente desapareció, pero dejé de escucharlo.

Crujidos, maldiciones y una puerta abriéndose. Él estaba aquí.

No, no, no, no, no...¡No!

Venía hacia acá, lo podía escuchar subiendo las escaleras.

¡Cierra los ojos, maldita sea Tamara! ¡Ciérralos ya!

Intentaba cerrarlos, pero no podía, mis ojos habían dejado de obedecer cualquier orden que mi cerebro les mandaba, el pavor y el pánico comenzaron a fluir por mis venas y el sonido de la puerta de la habitación donde me encontraba se abrió de golpe ocasionando que mi cuerpo se paralizara y mis ojos se cerraran ágilmente.

Su respiración entrecortada me afirmó su presencia, más cercana de lo que yo podría desear.

La madera crujió tras su peso y de un instante a otro el colchón estaba hundiéndose al contacto con su cuerpo.

Obsession| h.sDonde viven las historias. Descúbrelo ahora