Capítulo 10.

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Capítulo 10.


—Así que en realidad eres Tamara Rivers —la voz de Harry hizo eco en todo el auto y no pude evitar la sensación de comodidad al escucharlo pronunciar mi verdadero nombre.

—Sí —contesté y posé mi vista en un punto lejano, en medio de la noche, justo en medio de la nada. No podía evitar que mis lágrimas se acumularan, tampoco podía evitar sentirme asfixiada por todo lo que me estaba pasando, todo era tan irreal y duro.

—Nunca tuviste cara de Emily, me gusta más Tamara —no podía mirarlo, pero estaba segura que estaba sonriendo.

—Extraño ser Tamara —murmuré sin pensar muy bien lo que decía.

—¿Y por qué mentiste entonces? —cuestionó.

—Olvídalo —respondí sin ganas, era casi impresionante la capacidad que tenía de cambiar de estado de ánimo.

—¿Tan difícil es de explicar?

—¡No quiero hablar de eso, Harry! ¡No tengo ganas, ni ánimos, ni intenciones de hablar de eso! —aclaré desesperada.

—Sabes...no deberías de alejar a las personas que tienen intenciones de ayudarte.

—Lo entenderías si tan sólo supieras...

—¡Entonces dímelo, así podré entenderlo! —rogó él.

—No es tan fácil como tú lo crees, no lo es...

—Bien, si no me quieres decir no lo hagas —Harry se movió incómodo en su asiento y no despegó sus esmeraldas ojos del camino.


El resto del camino continuó con un reconfortante y ligero silencio, no podía concentrarme en una sola cosa, pero el ruido del auto en marcha y la oscuridad del ambiente me traían cierta clase de paz, algo que necesitaba desde hace tiempo. 

Mi mente divagaba en todos mis recuerdos, en todas mi experiencias y en todo lo que he vivido hasta ahora, y una pregunta vino a mí, una pregunta que hace bastante tiempo no me la formulaba: ¿Por qué a mí? 

Siempre —o la mayoría del tiempo— fui una buena hija, una buena estudiante y una buena ciudadana, incluso iba a la iglesia los domingos con mi familia. 

¿Qué fue lo que hice mal? ¿Acaso lo merecía? 

Lo peor de todo no es haber estado cautiva por tres meses, lo peor de todo es ser únicamente una espectadora de mi vida, la sensación impotente que me llena por completo es tan enferma que me dan ganas de vomitar. 

Yo gritaba y lloraba con todas mis fuerzas, con la esperanza de que alguien me escuchara, pero sabía que nadie iría a ayudarme, eso era tan injusto. 

Un sonido rompió el silencio y mi mirada viajó fugazmente en busca del causante. Era el teléfono de Harry. 

Harry se llevó una mano al bolsillo de su pantalón y sacó su móvil en cuestión de segundos, antes de contestar observó su pantalla e hizo una mueca, que rápidamente sustituyo al apretar su mandíbula con fuerza y fruncir sus cejas, casi uniéndolas, se podría decir que estaba muy tenso. 

Justo cuando pensé que dejaría saltar al buzón contestó. 


—¿Sí? —preguntó furioso, nunca lo había escuchado así. 

—¡Ya te lo he explicado hombre! Dan, es fin de semana, déjame descansar un momento...¡pues consíguete a alguien más, dudo que alguien en su puto sano juicio acepte ayudarte! —Harry estampó su mano libre contra el volante en un acto agresivo y mordió su labio inferior con fuerza. 

Obsession| h.sDonde viven las historias. Descúbrelo ahora