Capítulo 10

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*Druella*

Esos besos en el baño derivaron a caricias, esas caricias en deseos, y esquivando la fina línea del riesgo, corremos entre risas por el pasillo en busca del baño de los prefectos donde el agua caliente y la espuma nos esperaban con los brazos abiertos. Entramos con ansia, y sin esperar un segundo más comenzamos a deshacernos de la ropa, la una de la otra, sin separar nuestras bocas que jugaban al ratón y al gato. Mis manos recorrían el cuerpo de Hermione con desenfreno, quitando las capas de ropa que molestaban en ese momento. Primero la corbata gryffindor y después su camisa, perdiendo así la vista cada vez más en la desnudez de su cuerpo que iba asomándose botón tras botón. Ella hacia lo propio, bajando mi falda hasta caer al suelo. Cuando nos tuvimos desnudas una frente a la otra, nos sumergimos en la gigantesca bañera, sin parar de besarnos, como si nos fuera a ocurrir algo si dejáramos de hacerlo. Mordí su cuello con vehemencia a la vez que ella apretaba con fuerza mis pechos. Las piernas, bajo el agua, se entrelazaban uniendo nuestros cuerpos. El agua jugaba a encontrar resquicios alrededor del cuerpo por donde colarse, pero nosotras le deteníamos el paso pegándonos más si se podía. Hermione bajó sus manos hasta mi sexo donde comenzó a darme suaves caricias. Yo suspiraba de puro delirio mientras besaba su pecho, e introdujo un dedo con el que solté el primer gemido. Hemos tenido tantos momentos apasionados en tan solo un año que ambas sabemos qué tecla tocar para derretirnos en frenesí. Continuamos con más rapidez en nuestros movimientos, más desesperación por llegar al final, pero sin querer acabar nunca. Mi excitación aumentaba por momentos y le pedía más intensidad, quería notarla dentro de mi por completo, quería gritar de plenitud como nunca antes lo había hecho. Entonces, Hermione se detuvo un segundo para contemplarme.

-Estás sudando -comentó jadeando por el esfuerzo.

-Tengo calor -respondo soltando una carcajada llena de doble sentido.

-Vamos fuera -sugiere para respirar un momento.

Ella fue la primera en sacar su cuerpo del baño y dejar caer su espalda sobre el suelo que estaba considerablemente frío. Me tumbé sobre ella y fui descendiendo por su pecho, besando cada poro de su piel. Atrapé entre mis dientes uno de sus pezones mientras que con la otra mano, masajeo el otro seno. Continué el descenso por su vientre hasta llegar a su zona íntima donde me deleité con parsimonia. Me escondí entre sus piernas y pasé la yema de mis dedos por sus labios notando su excitación. Hermione suspiraba y apretaba mi pelo donde tenía enredadas las manos. Sin darle tiempo a reacción, la penetré con dos dedos, ella arqueó la espalda, arañó el suelo con las manos y gimió de placer. Me incorporé lo suficiente como para poder mirar su cara a la vez que le hacía el amor. Hermione sonreía complacida, mordiendo su labio inferior. Mi ritmo era frenético, sin darle si quiera descanso para tomar aire. Ella estaba apunto de llegar al orgasmo mientras que en su interior yo dibujaba círculos, entraba y salia a placer y llegaba lo más lejos que mis dedos me permitían. Sus gemidos me hacían aumentar la intensidad, y cuando logró alcanzar el orgasmo, tapé su boca con la mía para que su grito se perdiera en las profundidades de mi garganta y traspasara todos los sentidos de mi cuerpo.

La dejé unos minutos para que se recuperara, ambas tumbadas en el suelo, absorbiendo el frío mezclado con la humedad del baño. Nos miramos y comenzamos a reír a carcajadas, inundando el silencio del baño con nuestras voces. Hermione se movió para colocarse sobre mi pecho. La abracé por la cintura y me dejó un beso en la clavícula, a continuación en el cuello, subió hasta mi mentón, y por último rozó mis labios con una suavidad que me hizo sentir cosquillas.

-Ojalá el tiempo se parara aquí, ahora mismo, en este instante -dijo en un susurro aterciopelado.

-Podríamos quedarnos si queremos -le sugiero.

-Nos echarían de menos a las pocas horas y se volverían locos buscándonos -rebate al instante.

-Hasta que nos encuentren podríamos quedarnos -continúo con mi genial idea.

-Y cuando nos encuentren, ¿qué decimos?

-Que vinimos a darnos un baño y nos quedamos dormidas -resuelvo provocando su risa.

-Qué tonta -dice mordiendo sin fuerza el lóbulo de mi oreja.

Tras esto guardé silencio, y me quedé contemplando las pequeñas pecas que tiene alrededor de su nariz y el brillo de sus ojos donde llego a verme ligeramente. Acaricio su mejilla con la yema de mis dedos con el deseo de que su piel quede impregnada para siempre en mi huella dactilar. Amo su suavidad, podría pasar toda la eternidad acariciándola sin cansarme nunca de ella.

-¿En qué piensas? -pregunta intrigada.

-En lo preciosa que eres -contesto con una media sonrisa, esa que sé que tanto le gusta.

Su respuesta fue una mirada de lo más nerviosa, sin lograr mantener sus ojos fijos en los míos como estaba haciendo yo. Por las barbas de Merlín, amo su timidez. Entonces se levanta, se acerca hasta el borde de la bañera y deja caer las piernas dentro del agua, haciendo círculos con la punta de los pies. Yo fui tras ella para rodearla por la espalda. Beso su hombro y apoyo mi cabeza en él.

-¿En qué piensas tú ahora? -pregunto intrigada por su silencio.

-En que si esto es un sueño, no quiero que se acabe -responde con un leve suspiro.

-Pues sigamos soñando entonces.

Adivino una sonrisa en el rostro de Hermione, se gira para verme y, como suele hacer su gata cuando ronronea con su hocico, ella rozó su nariz con la mía. Empujó mis hombros hacia atrás para tumbarme de nuevo en el frío mármol y se sentó a horcajadas sobre mi comenzando una senda de besos y caricias por todo mi cuerpo, dejando claro que estaba dispuesta a seguir soñando conmigo. 

Con la sangre no se juegaWhere stories live. Discover now