Capítulo 26: Domina tus emociones

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POV Félix.

– Llegaste tarde.– Susurró Nathalie molesta apartando los ojos de su celular.

Me puse mi saco y caminé a la entrada del evento.

– Fui lo más rápido que pude. –me excusé al momento que comenzó a caminar a lado mío– ¿Ahora me explicarás porqué debo ocupar el lugar de mi padre?

Llegamos a la puerta cuando un hombre con corbata nos detuvo pidiéndonos nuestras invitaciones.

Nathalie las sacó de su bolsillo y se las entregó.

– Tuvo una reunión repentina.

Levanté una ceja sorprendido.

Este evento era de suma importancia para la empresa, y para todas las demás. Nadie tenía derecho a faltar, o Vogue podría considerarlo como una retirada, y era lo que menos necesitábamos.

– ¿Era necesario? ¿No podía posponerlo? –pregunté todavía sorprendido mientras subíamos unos escalones, cruzábamos el pasillo que nos indicó el hombre y llegábamos a la sala llena de personas.

– Era urgente y muy importante. –respondió cortamente dejándome saber que no soltaría ni una palabra más.

Obviamente era un tema confidencial, y a pesar de sentir curiosidad decidí no hacer más preguntas al respecto.

– ¿Cuánto tiempo deberemos quedarnos? –intenté cambiar de tema.

No hacía falta explicar lo incómodo que me sentía cuando debía presentarme en público, ella siempre lo supo.
Sobre todo cuando era más joven. En esos entonces me ayudaba a buscar excusas para convencer a mi padre.
Tal vez lo hacía por la pérdida de mamá.

– Hasta que sea necesario. –Respondió– No debemos ser los primeros en retirarnos.

Mantuve mi rostro sereno evitando hacer una mueca mientras pasaba los ojos por los invitados.

No podía decir que prefería quedarme en casa con Bridgette echada en cama viendo el televisor, pero en definitiva tampoco prefería tener que pasar varias horas con estas personas.

Solté un bufido y miré a Nathalie una última vez.

– Intenta divertirte. –le dije– Yo iré por una copa de vino.

Ella asintió con la cabeza y nos separamos.

Caminé abriéndome paso entre la gente, saludando secamente cada vez que algún "conocido" me pasaba su mano, hasta que pude encontrar a un camarero que repartía copas de vino, y me apresuré a seguirlo.

Pero de un instante a otro una mujer con cabello azabache cruzó la sala caminando hasta la barra.

"Marinette." Suspiré internamente.

A diferencia de todas las mujeres con largos y coloridos vestidos, ella destacaba con su sencillo y negro enterizo, caminando con su cabeza en alto y una seguridad atrayente.

– ¿Desea una copa? –preguntó amablemente el camarero.

Marinette se sentó en la silla junta a la de un señor. Este la miró y disimuladamente puso una mano en el bolsillo ocultando algo para después saludarla.

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