-Hermanita –Zeno se acerca a ella, ignorando lo que acababa de pasar–, ¿quieres que te avise para cuando esté lista la comida? –Mio asiente y entra a la casa.

Nada más adentrarse, apoya su espalda en la puerta y suspira. Si ya tenía bastante que pensar sobre la conversación que había tenido con su enemigo, solo le faltaba recordar el problema de sus sentimientos respecto a los Dragones.

Se tira de golpe sobre lo más parecido a una cama y su cara queda apegada al almohadón de paja.

-Debo olvidarme de ese maldito sueño...

Nada más decir eso, va cerrando los ojos poco a poco hasta quedarse dormida.

· · ·

La sensación de unas caricias sobre su mejilla hace que su descanso sea interrumpido, aunque de una manera suave y dulce.

Al principio pensaba que se trataba de un sueño, pero cuanto más se espabilaba más se percataba de que estaba siendo real.

Abre los ojos de golpe y se encuentra con otros azules que ella tan bien conocía, desde hacía miles de años.

-Zeno –lo nombra con una sonrisa nerviosa–. ¿Ya está la comida? –Pregunta procurando mostrarse normal.

No contesta, su campo de visión está clavada en ella y eso le genera más nerviosismo.

-¿Z-Zeno? –Tartamudea.

-Sí –aparta su mano y sonríe de forma madura.

-¿Y qué es? –Cuestiona la peliazul más tranquila.

-¿Quieres saberlo? –Contesta interrogante.

Le resultaba extraño, nunca había puesto esa voz tan varonil y mucho menos lanzado una mirada... ¿penetrante?

Antes de que se diera cuenta, su eterno compañero había depositado sus labios sobre los suyos y los movía lentamente.

A primeras se sorprende tanto que se queda inmóvil y con los ojos abiertos, pero poco a poco deja de tensarse y cede, hasta que ella también toma iniciativa y enreda sus brazos sobre el cuello del rubio, el cual se había colocado encima suya.

· · ·

Mio se incorpora de sopetón con la respiración agitada y tapa la cara con sus manos. Había sido otro sueño, esta vez solo de Zeno.

-¿Hermanita?

Lentamente va girando su cabeza hacia la procedencia de esa voz y al reconocerle se pone rígida.

-¿Te encuentras bien? –Pregunta el inmortal preocupado.

-S-sí –responde no muy convencida.

-Parecía que tenías una pesadilla, por eso te he intentado despertar sin mucha brusquedad.

-¿Cómo?

-Pues... acariciándote la cara.

Ahora todo encajaba.

-¿Seguro que estás bien? –Se aproxima a ella.

-¡Sí! –Se echa para atrás estampándose contra la pared.

El rubio se queda en silencio observándola por un corto periodo y después ladea la cabeza sonriente.

-Sea lo que sea, ya ha pasado, ¿vale?

ℓα ℓσвα ףυє αмαвα α ℓσѕ ∂яαgσиєѕ · AKATSUKI NO YONADonde viven las historias. Descúbrelo ahora