Cosas así prefería buscarlas yo solita.

Mi parte favorita de esa hora de la tarde era cuando alguno proponía ver una película, entonces el que estuviera de pie iba a por Lupe, normalmente en la cocina, la arrastraba hacia el sofá y allí nos poníamos, a debatir por qué película veríamos.

Roberto y su familia, quienes resultaron vivir bastante cerca, venían mucho a visitarnos, nosotros los visitábamos menos, pero más que nada porque éramos demasiado caseros como para que nos apeteciera ir a casa de nadie.
Una tarde, fuimos a la piscina comunitaria de su urbanización y fue una tarde, podemos decir, entretenida.

Lupe se había quedado en casa, nos dijo que aprovecharía para hacer una fiesta mientras no estuviéramos, cosa que me divirtió bastante a la idea, pero no pude creerme. El sinónimo de fiesta en el vocabulario de Lupe, era: Música de su tierra a todo volumen en el baño, velas aromáticas, baño de espuma y una mini copita de vino. Eso más que fiesta era un spa personal envidiable.

-Meg!! Vamos métete-me llamaron los niños desde el agua. Yo estaba sentada junto con Adele en las toallas que habíamos tendido en el césped. Los hombres habían ido a por algo para comer.

-Creo que me ven como una hermana mayor más que como una mayor a secas-dije haciendo reír a Adele.

-Pero no es por tu edad, ellos ahora mismo no entienden muy bien a cerca de eso, es que quizás hayas sido la persona más simpática que hayan conocido.

-Ohh-noté como al momento el calor me subía a la cara. Adele se echó a reír, contagiándome. Ambas terminamos en el agua con los niños, los cuales aún nadaban con manguitos.

Los chicos vinieron al poco con seis cajas de pizza, su definición personalizada de comida saludable, unas cuantas patatas de bolsa, chuches y dos o tres botellas de refrescos y zumos.

Fuimos sobre las diez de la mañana y aunque no fuera estrictamente temprano, fuimos los únicos allí hasta que dieron las doce. Los primeros en bajar fueron unos adolescentes, dos chicos muy simpáticos y guapos que conocían a la familia. Podía decirse que serían para Becky lo que para nosotros fueron nuestros amores platónicos de la infancia, chicos diez años mayores y que veríamos como pequeños dioses.

-A que son muy guapos?-me preguntó Becky al oído. Estaba enganchada a mí como un monito a pesar de llevar sus manguitos.

-Quiénes son?

-José y Ronaldo, tienen diecisiete años los dos y viven justo al lado nuestra. Son Suuuuuuuper simpáticos con nosotros y a mi madre le caen muy bien porque le dicen que es muy guapa-aquello último me hizo reír.

-Becky, ya no nos quieres?-dijo uno de ellos caminando por el bordillo para acercarse a nosotras. El otro se acababa de tirar a la parte honda.

-Sí, claro que os quiero-respondió ella rápidamente poniéndose toda rígida. Reí por lo bajo.

-Quién es tu amiga?-me miró con simpatía.

-Es Meg, es como mi hermanita mayor-se enganchó a mí aún con más fuerza haciéndome reír.

-Afloja que necesito mis pulmones-el chico rio antes de ofrecerme su mano.

-Ronaldo.

-Meg-le sonreí con amabilidad. Me recordaba un poco a Carlos, así con ese aspecto surfero, rubito... Solo que este tenía los ojos azules, un azul pálido.

-Ese que está atrás mía es tu novio verdad?-Philip lo había visto acercarse, pero justo en ese momento no nos estaba mirando. Sonreí.

-Por qué lo preguntas?

DIECISÉIS PRIMAVERAS (en proceso de corrección)Dove le storie prendono vita. Scoprilo ora