[Capítulo 7]

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—¿Qué sucede?

Amy frotaba sus manos nerviosas. Había llegado la hora.

—He estado hablando con David sobre unos asuntos que él desea atender, cuando de pronto su abuela se hizo presente. —Su madre asintió, pero aún no entendía qué hacía ahí—. Está sentada al lado tuyo.

Su madre abrió los ojos de golpe y observó el cojín vacío a su lado. Se hizo contra el borde, alejándose lo más posible de la figura fantasmagórica.

Lo gracioso de la situación era que nadie estaba allí. Todo era una treta.

—¿Y qué es lo que quiere? —Su voz tiembla al final.

—Le estaba contando a su hija que hace mucho tiempo mi madre me abandonó y dejó a cargo de una familia adoptiva —interviene Logan—. Mi abuela biológica era la única que siempre me visitaba. Me decía que mi madre nunca me había abandonado porque sí, sino que por diferentes razones tuvo que darme en adopción. Decía que así obtendría una calidad de vida mejor.

—David vino a mí porque hace dos años se enteró de la muerte de su abuela. Ella nunca le reveló el paradero de su madre, y es por eso que está aquí hoy, para preguntárselo.

—¿Y ya se lo preguntaron? ¿Qué tengo que ver yo en todo esto?

Amy asiente de forma afirmativa.

—Mamá —dice en tono firme—, debes permitirme viajar a Luisiana.

—¿Qué? —brinca, poniéndose de pie—. ¿Estás loca? No dejaré que mi hija viaje hasta allá con un completo extraño. ¿Cómo por qué tendrías que hacerlo?

—Porque su abuela no me dirá nada hasta que no estemos allí. Me asegura que es muy importante el que vayamos. Necesita explicarle todo, pero para eso debemos ir. Yo debo ir.

—Pero Luisiana queda demasiado lejos. —Muerde su uña—. Tal vez si te acompañara... No, qué digo, tengo una presentación en dos días. —Suspira y apoya las manos en su cadera.

—Sabes que debo cumplir.

—Tal vez mi palabra no tenga mucho valor para usted, Señora Wesley, pero le aseguro que su hija estará a salvo.

Su madre parece pensárselo seriamente por varios minutos.

—Habrá que hablar con tu padre.

—Hazlo, yo hablaré con Sabina.

Mencionar aquel nombre era como echarle sal a una herida. Sabina también era una Médium y en cuanto Amy tuvo sus poderes se convirtió en su guía espiritual. Según decía, los espíritus le habían informado sobre una niña con su mismo don, quien iba a necesitar de su ayuda.

Amy la quería tanto como si fuese su abuela, siendo que Sabina la consideraba como su nieta. Sin embargo, a la madre de Amy no le simpatizaba mucho esa mujer. Siempre estaba de parte de los espíritus, nunca reparaba en las consecuencias que podrían acarrear sus acciones. Por tanto, no importaba cuánto se rehusaran ellos a que su hija fuera a otro estado, Sabina terminaría moviendo los hilos para conversarlos, argumentando que: "El destino de su hija es ayudar a que las almas descansen en paz. No puede escapar a su don, porque si lo hace habrá consecuencias".

Nunca hizo mención sobre las consecuencias, pero su madre tampoco tenía deseos de averiguarlas. Por ello, después de que su madre llegara de trabajar, ambos le permitieron viajar a Luisiana.

***

—¡Creí que no lo lograríamos! —exclamó Logan, lamiendo un helado de vainilla.

—No te preocupes, mis padres no pueden rehusarse cuando menciono a Sabina.

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