D i e c i s é i s

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Un peso cae sobre mi hombro—. Ven Price, vamos a beber un poco.

—Creo que ya te bebiste ese poco —Ethan murmura.

—Ssssshh. Ella no sabe eso.

Dejo que me arrastre hasta una mesa donde se encuentran distintas botellas.

—¿Quieres un trago? —Chris me pasa una de vodka y yo pego un trago profundo. El ardor pasa por mi garganta, pero se siente increíble, creo que lo necesitaba. Ethan se queda con el vaso a medio alzar y una ceja levantada.

—Claro que... usar vasos es una mera formalidad.

Me río—. Perdón.

Y no, no me voy a emborrachar ésta noche, eso no está en plan. Mis dos rubios no vienen para cuidarme. Sin embargo, mi falta de desconfianza se debe a dos simples razones: ésta noche no me interesa ser así, y Chris es nieto de Julia. Básicamente podría considerarlo como mi primo.

Me da una sonrisa y sirve un poco en el vaso, el cual tomo sin darle tragos aún.

—Me alegra que hayas venido, Rachel. Ven, vamos vamos —Chris me toma del brazo y me lleva hasta la piscina, noto sus intenciones y pongo resistencia.

—Ey Chris, déjala —interviene Ethan.

—Pero yo quiero ir —él hace un puchero.

—Pues ve —le da un empujón, que de haber estado sobrio no le hubiese causado nada, pero como no es el caso, cae de espaldas en la piscina.

Trastabilleo por un momento pero unos brazos me sostiene de la cintura evitando que siga a Chris.
Aquellos ojos verdes me observan desde arriba, cierta sensación sin identificar me recorre cuando soy consciente de que su cuerpo está pegado al mío.

Carraspeo para dar a entender que me suelte. Chris sale de la piscina en busca de aire.

—Uhm —me aclaro la garganta—, gracias.

Sonríe. Lo curioso es que ninguna de sus sonrisas son abiertas, todas cerradas, apenas notándose. Tan contrario a cierto chico de ojos azules que conozco.

Ay no, Rachel, no. No estás haciendo esto.

—Yo... voy a sentarme.

Me tomo la libertad de ir hasta la orilla y dejar caer mis pies en el agua. Chris ahora está con el que me presentaron con el nombre de Tristán y Dail está charlando con una chica rubia que está ahorita no había notado, mientras que Noel ha desaparecido.

Si, no es una gran fiesta, en el sentido de cantidad.

—¿Suelen hacer esto seguido? —curioseo cuando Ethan se sienta junto a mi.

—Algunas veces. Mis padres no suelen estar mucho así que —se encoge de hombros.

—¿Es tu casa?

—Ajá —da un sorbo a su propio vaso.

—Uhm —hago lo mismo que él.

—¿De dónde lo conoces?

—¿A Chris? Es nieto de una... —pauso. No sé con qué palabra describir a Julia—, digamos amiga mía, su abuela.

Frunce el ceño pero asiente.

—¿Que no vivía en California?

—Lo hace. Yo nací ahí, por eso lo conozco. Sus padres son amigos de los míos desde siempre.

—Uhm —de hecho sólo había preguntado para llenar el silencio.

—¿Qué están haciendo aquí, entonces? No es exactamente época de vacaciones.

Se encogió de hombros—. Son las cosas que se puede permitir uno.

Entorné las cejas.

—¿A qué te refieres?

—Al no estar en estudios, trabajar —aclaró.

Ahí entendí—. Ya.

—¿Tú?

—Igual. En un pequeño lugar llamado el roast, es agradable.

Ladeo la cabeza—. ¿Qué edad tienes?

—Veinte —contesté sin más.

—Uhm.

No le pregunté la suya, aunque si lo examiné de reojo, se veía como de unos veinticuatro.

Me quedé sin qué decir. Así que tomé de golpe todo el líquido que quedaba en el vaso, y me levanté.
Me observó desde abajo mientras tomaba el dobladillo de mi vestido negro y lo alzaba hasta pasarlo por mi cabeza, liberándome de él, quedándome en ropa interior.
Me percaté del ligero cambio en sus ojos, pero decidí no prestarle atención, y me lancé hacia la piscina de un clavado.

Simplemente para mi aquello era lo mismo que usar bikini.
El agua estaba tibia, lo que en seguida me relajó, pues lo que mi mente no había cavilado era que si estaba fría probablemente me daría hipotermia con éste invierno.
Me sumergí por completo y me quedé ahí unos segundos, sin pensar en nada, sólo dejando que el calor se adhiera a mi.

Luego inhale profundo al salir. Su mirada me esperaba divertida al otro lado.

—¿Haces eso seguido?

—La verdad es que no.

—Supongo que es buena noticia.

Alcé una ceja sin entender, pero no dije nada porque imitó mis anteriores pasos; se enderezó y quitó su camisa, quedando en shorts. Su abdomen quedó a plena vista, justo para que yo pudiera apreciar la forma en que los cuadritos se marcaban en él, porque si, esa era exactamente la palabra que necesitaba, apreciarlo. Dejé que mi mirada se posara justo en ese lugar, y eso no pareció molestarlo, cosa que expresó con otra de sus sonrisitas, era consciente de lo que provocaba.

Luego se lanzó al agua, salpicándome. Cuando mis ojos se aclararon del agua, me di cuenta de que lo había perdido de vista. Fruncí el ceño y miré hacia los lados, pero sólo vi a Chris y a Tristán. Iba a nadar hasta ellos cuando algo me tomó de la cintura arrastrándome hasta abajo. No me dió tiempo de tomar aire, así que sentía que apenas podía respirar.
Divisé unos ojos verdes entre el agua, y luego volvimos a la superficie, mis pulmones buscaron aire inmediatamente.

—¿Qué sucede contigo? —tosí.

Él se rió y yo no hice nada más darle un golpe en el pecho, pues en realidad no habían sido más de dos segundos. Su mano se encerró en mi muñeca y me atrajo hasta estar pegada a él. La otra se quedó en mi cintura, sus dedos acariciando ligeramente ese espacio. Sus ojos verdes me robaron el aliento, o quizás fue la forma en la que podía sentir su cuerpo contra el mío.

Permanecí en esa posición, sin alejarme, permitiéndome a mi misma sentir lo que sea que estuviese sintiendo.

¿Quieres ser mía?Where stories live. Discover now