30-La Navaja de Ockham.

Start from the beginning
                                    

Apenas podía discernir lo que pasaba por mi cabeza como para intentar desentrañar todo lo que estaría vagando por los enmarañados y ponzoñosos pensamientos de mi curioso vecino.

Aspiré una bocanada ronca de aire, permitiéndome un breve descanso cuando Hunter refrenó sus pasos.

El aire fresco de la noche ayudó a aclararme las ideas y enfriar cada centímetro de mi cuerpo. El humo y el calor de la discoteca fue desterrado de mis venas, dejándome mucho menos abrumada que hace unos minutos.

Jugueteé con el móvil entre los dedos, mandando un corto y conciso mensaje a la única persona que podía sacarme de ahí indudablemente.

Armándome de valor comencé a caminar con lentitud hacia Hunter, con la misma sensación de un soldado avanzando por un campo minado repleto de diminutas bombas que podían arrancarle una pierna o con suerte la cabeza de una sola explosión y cesar su sufrimiento.

Sentí la garganta reseca y un incómodo cosquilleo nació en las yemas de mis dedos y se diseminó por mi sistema, acentuando la extrañeza con la que vivía el momento.

Me regañé mentalmente por exagerar tanto, extinguiendo la distancia que existía entre la mole de carne y hueso importada de Estados Unidos.

Despegué los labios, paseando la lengua por ellos, rememorando el discurso que pensaba soltarle. No obstante antes de que algo con coherencia fuese pronunciado por mi parte, Hunter advirtió de mi presencia y se dio la vuelta tan deprisa que no lo vi venir.

Quedé engullida de nuevo en dos iris azules, ahora rodeados de un inyectado color rojo que me revolvió las entrañas.

Lejos del ambiente alcohólico del recinto cerrado detecté un fuerte hedor a cerveza emanando de la camiseta del chico que tenía enfrente.

Perfecto, estaba borracho.

Todo se emborronó en mi cerebro, perdiendo de un plumazo la firmeza con la que tanto esfuerzo me había costado reconciliarme.

—Hunter... —traté de empezar pero silenció mis palabras antes de que tuviera tiempo de encadenar una frase.

Mis cejas se alzaron, hasta el punto de casi tocarse, por la impresión.

—No hables —murmuró en voz ronca, sacudiendo la cabeza— No hables.

—Pero... —mi protesta fue devuelta a mi boca cuando su dedo se presionó contra mis labios.

Hunter volvió a negar y tomó aire.

—Verás, Alba, me gustaría decirte que me arrepiento ahora mismo de todo lo que ha pasado. Pero me pediste que fuese sincero contigo y así lo he cumplido. Y ahora, después de todo lo que ha pasado simplemente... necesito besarte.

Oh.

Abrí los ojos desmesuradamente al escuchar la última frase que me golpeó de pleno en el rostro. No, definitivamente no podía hacerlo.

Quise apartarme pero mis pies estaban adheridos al suelo.

—Una vez me dijiste —su mano se alzó hasta divagar por la piel de mi mejilla sana— que me besabas porque te resultaba conveniente. Pues bien, resulta que a mí no me resulta conveniente, es una necesidad. Es obligatorio.

Traté de apartar la vista, pero tampoco pude.

Todas las barreras que tenía se quebraron con un par de frases despertando las alarmas en el último rincón de mi ser.

—Y lo haré antes de que me pegues una patada en las pelotas.

Una diminuta sonrisa se instauró en mis labios antes de que Hunter estirara los suyos y estos entraran en contacto con mi boca que picó ante el primer roce.

¡Maldito Karma! [✓]Where stories live. Discover now