9. ¡Código H-16!

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Capítulo 9. ¡Código H-16! 

¿Nunca os habéis imaginado cuán fácil resultaría la vida si cada persona viniese equipada con un manual de instrucciones? Un documento que te acreditara su veracidad. Teniendo en posesión dichos papeles nada de la otra persona podría sorprenderte, siempre seguiría unos mismos parámetros de comportamiento.

Lamentablemente a pesar de lo útil que resultaría nadie se tomaba el tiempo suficiente a psicoanalizarse, debido a que, si lo hicieran, entrarían en un conflicto interno al ver la mierda de personas que son. O por pura vaguería.

Por suerte, yo no era vaga y me conocía lo suficientemente a fondo como para llevar a cabo la elaboración de mi manual de instrucciones. Y como tal, debía pedir a Hunter el suyo.

En eso consistía el primero formulario, preguntas personales. ¿De dónde había sacado los archivos? Eran análisis constatados del gobierno para realizar los psicotécnicos a pilotos, ¿cómo los había conseguido? Hackeando el sistema, ¡simple!

Y no, no estoy loca y tampoco soy una criminal.

Si no quisieran que entrase, haber puesto unos corta fuegos más sofisticados.

—¿Has contestado con total sinceridad a las preguntas? —Increpé recogiendo los papeles que me tendía.

Hunter se rascó la ceja al tiempo que asentía lentamente con la cabeza.

—¿Seguro?

—Sí, aunque algunas eran ¿extrañas? —Pronunció desorientado.

Mordisqueé la demacrada tapa del bolígrafo, comprensiva. Era de esperar que alguna pregunta le desorientase, de lo contrario me preocuparía.

—Tanto da — presioné los folios en mi carpeta y extraje un dossier —toma esto, lo necesitarás. —Se los entregué a Hunter — Aquí está todo lo que necesitas saber de mí, y cuando digo todo es todo. Procura mantenerlos lejos de ojos ajenos.

Volvió a asentir.

—De acuerdo, pero ¿puedes explicarme de qué va todo esto?

—Ya lo he hecho.

Hunter negó y tomó asiento a mi lado. Sentí peligrar la burbuja de seguridad que procuraba mantener (al menos durante las primeras fases) por lo que me deslicé hacia la izquierda.

—No, has sido ambigua. Y todo lo que me has comentado al respecto era demasiado rápido y técnico como para que yo pudiera entenderlo — se quejó.

Alcé las cejas, escéptica.

—¿No sabías hablar castellano?

—Por supuesto, pero necesito traducirlo antes de asimilarlo, y hablas demasiado rápido para eso.

¿Yo? ¿Hablar deprisa? Suspiré. Bueno, tendría que hacer un esfuerzo para hacerme comprender.

—Está bien, procuraré ir más despacio —dije deliberadamente lento.

Thanks.

Puse los ojos en blanco y rebusqué en el fondo de mi colmada mochila, con las yemas de los dedos rocé las tapas flexibles del cuaderno de investigación. Lo saqué y sin perder el tiempo decidí comenzar por la primera fase de toda relación.

—Bueno, podemos empezar, ¿no? Este estudio versará sobre el llamado tonteo, aunque, si soy sincera contigo, encuentro esa palabra desconcertante.

—¿Quizás se llame tonteo por la tontería de una pareja al principio?

Sonreí.

—Me gusta como piensas —ladeé la cabeza — ¿y cómo tonteas tú?

¡Maldito Karma! [✓]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora