26- Locura de ascensor.

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#Maratón

#IMissYouDerek

#Encerrados

#Claustrofobia

#4/4

Capítulo 26. Locura de ascensor.

Recuerdo a la perfección que, cuando tenía seis años, me quedé atrapada en el montaplatos de la casa de mis tíos durante horas. Aún puedo cerrar los ojos e imaginarme que estoy ahí dentro, respirando polvo, escuchando la madera crujir, rodeada de oscuridad y con el cuerpo entumecido.

Mis padres no se dieron cuenta de que no estaba hasta un rato considerable y cuando lograron sacarme sollozaba a mares y apenas era capaz de respirar con normalidad.

Desde entonces he evitado cuidadosamente los espacios cerrados donde las probabilidades de quedarse encerrado eran más del 25%. Siempre prefería subir quince pisos por las escaleras que meterme en un inseguro artefacto.

Retrospectivamente siempre me regañaba, porque era un terror absurdo y sin sentido.

Ese es el problema de las fobias, sabes que no tienen sentidos, pero en el momento que te atacan cualquier pensamiento de esos queda relegada y empañado por un miedo atroz y voraz que devora tu cordura.

Sabía que no me quedaría encerrada para siempre y que el volumen de oxígeno no se consumiría antes de que pudiera salir. Pero eso daba igual.

La fuerte lógica que guiaba mi día a día se disolvió en mis venas en un océano de pánico, dejándome tontamente indefensa.

No podía apartar la vista de las puertas selladas y mi respiración era cada vez más irregular. Estaba hiperventilando a un nivel experto y mi cuerpo temblaba mientras mi mente luchaba por no desconectarse.

Sweetie...

La raspada voz de Hunter no hizo mella en mi instante de pánico que se dilataba y dilataba. Me estaba ahogando yo sola. Temblando con violencia me senté en el suelo, con medio a que mis rodillas vencieran.

—Alba, Alba, tranquila —a través de mi vista abnegada en lágrimas vi el contorno borroso de Hunter que se inclinó. Sentí sus manos aferrar las mías —Respira, vamos a salir de aquí, ¿vale?

Alcé las cejas.

—¡¿Respira?! Estoy respirando. ¡Si en algún momento hubiese dejado de respirar estaríamos jodidos porque me pondría malva! ¡Mis pulmones colapsarían! ¡Las células de mi cuerpo encargadas de la respiración celular quedarían inservibles y moriría tristemente siendo tú la última persona que viera! ¿¡Qué clase de consuelo es ese!? — Bramé jadeante— ¡Y no me hagas chillar porque perdemos oxígeno más deprisa, inútil!

Hunter ni parpadeó ante mi ataque. Sus dedos aumentaron la presión sobre mis manos heladas. Me puse a llorar miserablemente, deshaciéndome también del poco orgullo que me quedaba.

Sh —Hunter trasladó una de sus manos a mi rostro y empezó a limpiar las lágrimas que lo surcaban —no llores, por favor.

—Es culpa tuya —musité entre dientes—o es tu culpa. Te pegaría ahora mismo si pudiera dejar de temblar.

Hunter sonrió y continuó su labor, acariciándome los nudillos y paseando los dedos por mis encharcadas mejillas.

Las paredes a mi alrededor parecían juntarse y comenzaba a marearme. Cerré los ojos e intenté no pensar en ello, tratando de concentrarme en Hunter y en sus intentos de calmarme.

¡Maldito Karma! [✓]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora